📜 Capítulo 63. El camino del conocimiento

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Ariana no tenía más nada en mente, que los nervios de no pasar el examen, estando en la sala común de Gryffindor dónde el señor Longbottom está vez y con su varita ordenaba todo el desastre de Peeves

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Ariana no tenía más nada en mente, que los nervios de no pasar el examen, estando en la sala común de Gryffindor dónde el señor Longbottom está vez y con su varita ordenaba todo el desastre de Peeves.

Neville era consciente de lo que sucedía en la cabeza de Ariana porque en algún momento él lo sintió en sus exámenes de Hogwarts, sabía que no era fácil, en consideración de que nunca había tenido una educación de esta forma y que ella sola había Sido capaz de estudiar todo lo que que podía hallar.

— Reparo —el último desastre se arregló, cuando finalmente el profesor Neville logró mirar a la pequeña Grindelwald en la cama de un estudiante que seguramente regresaría a Hogwarts mañana en la tarde.

Ariana sentía la cama cómoda, miraba la propia ventana que la cama tenía, un baúl especial para cada cama y sus propias sábanas rojas. Ella soñaba con poseer una cama en Hogwarts a dónde finalmente pertenecería.

— ¿Cree posible? —y en un momento de vulnerabilidad, Ariana se quitó los lentes oscuros que le ocultaban los ojos y sus lágrimas caían entre sus mejillas con su nariz roja, el profesor Longbottom cautivado por su dolor se quedó estático frente a ella— mamá cree que no podré —masculló Ariana en un susurro— pero me han dado la oportunidad, todos ustedes —sorbió su nariz— aún sin conocerme —sus inseguridades pronto le nublaba el juicio y por momentos levantó su mirada al profesor Longbottom y esos ojos cristalizados y distintos invadieron todas las dudas del Profesor Longbottom acerca de Ariana y simplemente vio a una niña asustada.

Vagamente y nuevamente Ariana le recordaba a él de pequeño y estaba seguro que no quería eso para ella.

O para ningún otro estudiante.

— Ariana, todos los jóvenes magos y brujas tienen oportunidades, tú también lo tienes, las inseguridades y los malos comentarios siempre forman parte de quiénes somos, pero a veces es mejor hacer caso omiso a todo lo malo que nos dicen, es mejor dejar de mirar aquello que nos hace dudar y expandirnos a mayores posibilidades —el profesor Longbottom recordaba su niñez— atesorar nuestros momentos de nerviosismo, pero no dejarnos decaer por algún mal, siempre debemos ser fuertes, levantarnos una y otra vez, ser conscientes de que nada que este frente a nosotros nos estorbara —

Entonces Ariana pregunto, algo que él jamás pensó que haría:

— ¿Usted cree que yo soy como Gellert Grindelwald? —el silenció se extendió como un hechizo, el viento afuera soplaba como un mal presagio y la mente del profesor Longbottom de pronto se iluminó.

Y se llenó de valor para contestar— ¿Sabes que veo? Veo a una pequeña aspirante a Hogwarts esforzarse por cumplir sus metas. No importa tu apellido, Ariana, importa quien quieres ser tú, hasta donde quieres llegar y el camino que tú elijas, aunque sea dudoso para alguien más, tenlo claro para tí —

Las palabras del profesor fueron recibidas por Ariana, pero su interior aún sentía que no era suficiente ello, hasta que miro sus lentes en la cama y descubrió que su mirada había sido descubierta por el momento y que el profesor Longbottom no estaba asustada con ella.

Tal vez, era cierto lo que decía, pero ¿Los demás magos y brujas pensarían igual? Una vez la conocieran realmente.

Solo el tiempo lo diría.

Así como la determinación de la calificación final de Ariana, por momentos se propuso en mente que no había sido lo suficiente, que tal vez no era lo suficiente para estar y que en realidad le dirían que regresará a casa, se planeó incluso a los pies de Hogwarts despidiéndose en un plan fallido.

Sus esperanzas estaban tendiendo de un hilo, su vida pronto parecía depender de un examen, incluso pensaba en su padre al cuál no recordaba y llegó a pensar ¿Qué haría él si estuviera aquí? Con ella.

Nuevamente estaba en el despacho del director, nuevamente el profesor Longbottom estaba a su lado, incluso igual de nervioso que ella, él quería que aprobará, de hecho pensaba que sería una experiencia interesante que Grindelwald estuviera en Hogwarts, pero si no pasaba el examen, todo se iría por la borda.

Ariana mantenía el aliento dentro de sí, la ventana abierta del despacho dejó ver apenas a Faigel en ella, quién había sido liberado por Hagrid y posteriormente buscador de Ariana, sabía que Ariana estaba ahí porque sentía su calor y la profesora Mcgonagall se quitaba sus lentes mientras tomaba un suspiro esperanzador y se tomaba sus manos bajo su túnica.

— la revisión de todos los exámenes son necesarios y deben ser manuales si se quiere llegar a un buen acuerdo —no debía sonar feliz, pero tampoco triste, la profesora Mcgonagall se mantenía neutral, aunque para Ariana parecía que eran malas noticias.

Finalmente, cerca de las seis de la tarde del día presente, Ariana estaba siendo sentenciada a ser aceptada o negada en Hogwarts.

Apretó sus nudillos, mientras la profesora Mcgonagall por un momento tomó otro respiro y preguntó— ¿Realmente quieres estar en Hogwarts? —Un balde de agua fría recorrió a Ariana de cabeza a pies.

La pregunta planteada la hizo pensar en todo y rió limpiando sus lágrimas, porque por mucho había deseado pertenecer a un lugar por mucho había deseado la aceptación, el estudiar la magia, el lucir un uniforme y Hogwarts se lo estaba dando, además estaba por tener amigos reales, además de Faigel.

No quería perder esa oportunidad, pero su voz no salía más allá de su garganta y Ariana terminó asintiendo una y otra vez.

La profesora Mcgonagall entendió su posición, por momentos vio a muchos de sus estudiantes en ella, vio a aquellos temerosos de sus calificaciones, estudiantes mal portados e incluso inquietos. Estar en esa posición no era fácil, pero también noto que sus lentes no estaban en su rostro, ahora lo mostraba como realmente era.

Miró sobre ella y vio el retrato de muchos directores, pero en especial al del profesor Dumbledore quién con una sonrisa parecía apreciar la escena.

La profesora Mcgonagall finalmente levantó su mentón— ha sido muy valiente de tu parte venir hasta aquí —reconoció la directora— aquellos que buscan la sabiduría y el conocimiento terminan encontrando más que ello. Espero de todo corazón Ariana que puedas encontrar más que conocimiento en Hogwarts —las mejillas de Ariana se enardecieron— las puertas de este colegio estarán abiertas de ahora en adelante para ti, oficialmente y con gran felicidad, me alegra decirte que has pasado todas las pruebas propuestas —Ariana soltó un quejido y tapo sus labios mientras reía entre lágrimas— con cuatro mil puntos adicionales, Ariana Grindelwald has obtenido el puntaje mayor de cuatro mil setecientos ochenta y cinco puntos y creo saber ahora que casa será tu hogar ideal —se atrevió a decir la profesora Mcgonagall con orgullo.

El profesor Longbottom festejaba en su interior aunque en sus mejillas se notaba la alegría que tenía, pero su barba era capaz de camuflarlo, Faigel en la ventana graznó y sobrevoló por el lugar para reposar en el hombro de Ariana.

El profesor Longbottom vio al ave y frunció su ceño extrañado— es un fénix —

Ariana de inmediato entre lágrimas respondió— es Faigel, mi amigo —pero entre la alegría, Ariana no determinó el tipo de dilema que el rostro del profesor Longbottom ahora presentaba.

Porque Dumbledore en su momento también poseyó un fénix, pero de aquel no se supo más, aunque Mcgonagall tenía la certeza y convicción de que aquel amigo emplumado de Dumbledore, era quién estaba en el hombro de Ariana.

Ariana Grindelwald Y El Legado MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora