4. Bambi

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El olor del chocolate llenó el amplio departamento. Después de mucho pedírselo a la cocinera en jefe, Porchay consiguió que lo dejara preparar un postre para Venecia. El bebé se encontraba en la sala, dibujando bajo la supervisión de Big.

No lo dijo abiertamente, pero él quería un momento a solas para pensar. Desde la visita de la rubia el día que estaba en la piscina con Venecia, el Señor Kim había actuado cada vez más extraño.

Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, el tipo parecía odiarlo cada vez que lo miraba respirar. Porchay sabía que no estaba entrenado para ser una niñera de lujo, pero dadas las circunstancias, estaba arreglándoselas bastante bien. Y si no le agradaba tenerlo cerca, podría haberle dicho a Ken y a Big que se encargaran del bebé, ellos hacían un excelente trabajo también.

Más de una vez, había sorprendido a su jefe dándole una mirada pesada, recorriendo su cuerpo como si... ¿se imaginara de qué manera sería mejor torturarlo? El castaño no se avergonzaba de reconocer que eso lo asustaba. Vivir bajo su techo sólo confirmó sus sospechas de que el tipo era un psicópata con cara agradable.

Trató de mantenerse en su lado de la casa, cuidando de Venecia y no estorbando, como le había dicho en su primera noche. Pero estaba volviéndose complicado cuando por algún motivo, el Señor Kim parecía tener una habilidad innata para cruzarse con él, incluso si ahora rada vez estaba en casa.

Mientras ponía las últimas decoraciones en el plato, Porchay pensó con gracia que incluso aunque le incomodara terriblemente, no era como si pudiera simplemente pedirle que se fuera.

**++

Kim masajeó sus sienes, irritado. Llevaba todo el día encerrado en su oficina, sin hacer absolutamente nada. Su frustración estaba alcanzando niveles inaceptables.

Sólo necesitaba un cigarro. O matar a alguien. Lo que sucediera primero.

Se estiró sobre su silla de cuero y salió al pasillo, escuchando la tediosa tonada infantil de alguna canción. El infiero debía sonar así. En la sala sólo encontró a Venecia, sentado entre un montón de hojas con dibujos mal coloreados.

El mocoso parecía estar poniéndole especial empeño al que tenía en la mesa, sus cejas oscuras fruncidas mientras el color marrón trazaba líneas por todos lados. Kim ojeó el resto de la habitación.

No es que lo estuviera buscando pero... ¿dónde estaba el otro mocoso?

Como si estuviera leyendo sus pensamientos, Venecia levantó su dibujo sonriente.

- Chay!

A Kim le tomó unos segundos encontrarle forma al personaje de película infantil que estaba de cabeza. Se le escapó una risa sin querer, Venecia le había dado al clavo.

Antes de que pudiera decir nada, Porchay se asomó desde la cocina, una bandeja llena de brownies en una mano, y en la otra una taza de forma extraña. Sus miradas de cruzaron apenas unos segundos, antes de que el castaño dirigiera su atención al bebé, diciéndole que hiciera espacio en la mesa.

El heredero se sintió harto nada más verlo.

- Ven aquí Bambi.

**++

En silencio, Porchay recorrió el camino hasta la oficina de Kim, mirando su ancha espalda mientras se preguntaba si había hecho algo mal.

La habitación estaba fría, casi tanto como las manos que le rodearon el cuello en cuanto cruzó la puerta.

Sus sorprendidos ojos se abrieron, un sonido escapó de su garganta cuando Kim apretó su agarre. La mirada del mayor se oscureció, apretando un poco más al tiempo que empujó su delgado cuerpo hasta que topó con la puerta de madera.

¡Mío!♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora