7. Lobos

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- Bien, vamos a recapitular... Entonces básicamente secuestraste a un adolescente en un centro comercial, sólo porque Venecia se encaprichó con él, del mismo modo que se pudo encaprichar de una caja de cereal. Después decidiste conservarlo en tu casa porque aparentemente el chico hace mejor trabajo que tu incompetente trasero como niñero. Y este niño... por el cuál no tienes ningún otro interés... Le das una habitación privada, le compras ropa nueva y le pagas el equivalente a lo que gana un guardaespaldas de élite. Y todo parece ir bien hasta que lo encuentras en Arcadia con su noviecito-

- No es su noviecito.

- -Entonces enloqueces, armas un escándalo a sabiendas de que la gente ahí te conoce perfectamente, y se lo pones en bandeja de plata a Oberyn y a su gremlin ninfómana? Encima arruinas esa estúpida cuartada que le habías dicho a Maryam sobre ser un heredero mafioso.

Bueno, si lo ponía de ese modo...

- El mocoso está bien y feliz. ¿No era eso lo importante?

- Deja de hacerte el imbécil hermanito, ambos sabemos que esa era la menor de tus preocupaciones.

- Ve al grano Tankhun, ¿qué es lo que quieres?

- Información naturalmente. Me tomé la molestia de cubrir el escándalo para que no tuvieras que preocuparte por papá o por Kinn. Quiero saber cuál es tu relación con ese niño. Y quiero ver cómo es. Envíame una foto.

Kim suspiró. Tener a su hermano mayor cubriéndole la espalda era un alivio, uno que le iba a salir muy caro.

**++

Porchay despertó. Sorpresa lo recorrió al notar que estaba en su habitación, en su cama. No recordaba más que haberse subido al auto la noche anterior. Lo más seguro era que alguno de los guardaespaldas lo hubiese dejado ahí.

Un olor agradable le llenó la nariz cuando se movió para levantarse. Aún tenía puesta la chamarra de su jefe, y su perfume se había regado por todo el lugar. Su cara se encendió. Ahora que tenía la cabeza fría, recordar las cosas que habían sucedido era...

La puerta se abrió de repente y como un acto reflejo, Porchay se cubrió el cuello. Ken lo miró con una sonrisa.

- Haces un trabajo espantoso para cubrirlos, además ya los había visto.

El castaño cerró los ojos y se preparó para el regaño, pero Ken simplemente se acercó, y sin decir una palabra, empezó a bajar el cierre de la chamarra de cuero con lentitud. El chico se quedó quieto, incómodo no por las manos de su amigo tocándolo, sino por su híper consciencia de todas las marcas que llevaba encima.

Esta vez no eran sólo sus viejas cicatrices.

Pero Ken no se inmutó ni si quiera un poco. Sacó un tubo de color plateado de su saco y al abrirlo, Porchay se dio cuenta que era una especie de crema con color.

- Honestamente no sé mucho de maquillaje, no tenía idea si el normal lo cubriría así que opté por comprar este. Se supone que es para cubrir tatuajes así que creo que funcionará bien. ¿Está bien si te ayudo o prefieres ponértelo tú?

El chico tragó saliva y asintió a nada en particular. El guardaespaldas vertió un poco de la crema en sus dedos y empezó a pasarla con suavidad por su pecho. Evitó categóricamente tocar cualquier marca que no hubiera sido hecha por su jefe y no comentó nada al respecto, aunque era bastante complicado intentar pretender que no estaban ahí. Pero lo alivió el saber que Porchay, aun con el poco tiempo que llevaban de conocerse, ya se sentía lo suficientemente cómodo como para mostrar su cuerpo y aún más, para dejar que lo tocaran.

¡Mío!♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora