El bosque nunca había emitido tantos sonidos desde sus profundidades. Cuantos más pasos daba a la negrura que cubría el bosque, tratando de guiarse de las luces de la noche sin ningún resultado los sonidos catastróficos se hacían más distantes, se alejaban dejando un sendero que no podía seguir. Distinguía uno de destrucción que dejaba esparcido en su camino vidas inocentes mutiladas en los poblados más cercanos, pero ella no podía verlo. Solo lo recordaba. Recordaba muchas cosas ocurridas en el último mes con múltiples diferencias en lo ocurrido, tenía diversos finales e individuos que participaron a su lado... o no lo hicieron... Esta confusión era lo que más la aturdía cuanto más avanzaba y recordaba lo último que sintió, lo último que ocurrió antes de encontrarse ahí, la última compañía que tuvo al llegar ahí.
No tenía fin el sendero, estaba acorralada entre la maleza y los árboles enormes de las profundidades, cuya altura no le dejaban ver las luces del cielo, dudando si eran del día, de la noche, o si existían en ese ambiente. Parpadeó al sentir que se estaba desvaneciendo todo a su alrededor cuando ni siquiera había tomado consciencia de donde estaba. Ocultaba los deseos de no gritar mientras sus pies flotaban en nubarrones verdes, soportando un torrente de susurros enojados resonando en sus oídos que iban en aumento cuanto más caía en un vacío mórbido. Trató de pensar en algo placentero como en su vasta colección de libros o en los discos de música que coleccionaba para alejar su miedo y su mente de aquella temible visión. Al cabo de un tiempo manteniendo los ojos cerrados recitando los títulos de los textos completos en orden alfabético de un escritor de misterio que coleccionaba notó que su espalda estaba fija en una superficie cómoda al igual que su nuca. Los susurros desaparecieron, el vacío ya no existía más, y solo escuchaba sus propias respiraciones agitadas. Al acabar con el último tomo publicado con la letra H de la colección se decidió por a abrir los ojos.
Cambio de escenario: ahora estaba echada en una cama húmeda de lo que deseaba que fuera sudor y no sangre proveniente de sus más pavorosas pesadillas. A medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad de su entorno dio una mirada en derredor. Un cuarto muy familiar a oscuras la rodeaba. Aunque eso la calmaba el miedo seguía dentro suyo.
Intentó mover su brazo derecho para limpiar una gota de sudor que caía por su nariz pero este no respondía a sus esfuerzos. Acto seguido intentó con su brazo izquierdo y sus piernas, el mismo resultado aparente. Mientras más se esforzaba perdía las esperanzas a que estos hicieran, al menos, un saltito. Estaba petrificada. Su deseo de levantar el brazo más cercano a la mesa de noche para encender la lampara y espantar el miedo de la pesadilla y relajarse se desvaneció. No perdió la esperanza. Volvió a intentar mover los brazos y las piernas por última vez temiendo al mismo nulo resultado. Como último recurso intentó ahora mover la boca para hablar o gritar para espantar algo invisible que se encontrara cerca observándola sin hubo ningún éxito. Nunca tuvo dos piedras atadas a cada una de sus extremidades que le impidieran moverse, aunque asumió que se debía de sentir igual que como se sentía ahora. Incluso parpadear era un suplicio, aunque, a diferencia de lo demás, era lo más lejos que podía hacer en ese estado de parálisis... Parálisis.
"Conozco esto" se dijo para sus adentros. Lo sufrió constantemente tras regresar de su viaje a las afueras de su enorme ciudad del bosque. "Revisa los alrededores". Movió las pupilas a todas direcciones posibles del cuarto, no divisó nada extraño o fuera de lugar en este. Durante este estado, lo más probable es que alguien o algo este vigilando desde alguna esquina. ¿Por qué? Nunca había leído quien, que, o porque. Si se trataba de ella, lo más probable es que buscara información incasablemente si esa era una de sus preocupaciones más grandes. Investigaba de todo lo que le interesaba y experimentaba en su vida. Eso la hizo una de las duendes más inteligentes y cultas de todo Meliral, si no es que no era aún considerada el individuo más inteligente de esta ciudad.
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Baile de Condenados (Relámpagos del Este-Libro 1)
FantasyUna serie de atentados en la ciudad forestal de Meliral hace que su festival de aniversario sea arruinado y de pie a un estado de emergencia. Kikuko, una espía que trabaja en el nombre de la Ministra de Gobierno de Tierras del Este que está de vacac...