CAPÍTULO 13: Sirenas en la fiesta

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La capturaron de una manera muy estúpida. Manera de la cual ahora se regañaba con reniegos entre dientes. Planeo rodear a los policías dejando a Mayte con su equipo en un escondite, haciéndose pasar por una habitante del lugar desamparada por si la veían para verificar si eran los atacantes o no para esquivarlos. No sabía si eran policías hasta que la tumbaron al suelo al notar su obvia presencia. Ahora se encontraba en una celda, sentada en una banca de madera.

Era la única ya que era una celda provisional donde encierran a esos que detienen por conducir mal, estar ebrios, o robar en público. Se mantuvo fiel a su papel de hacer parecer que se quedó huérfana en un incendio pensando que era buena actriz. Claro que lo hacía bastante mal.

Se preguntó más de una vez en donde estaba Mayte y Kikuko o si Alondra seguiría en su extraño ritual dentro del bosque. Tenía el rostro cubierto de suciedad, el cabello despeinado, pero la ropa intacta. Parecía una niña que acababa de jugar a la pelota muchas horas. Se echó en la banca de madera pasándose las manos en su pelo. Una pierna estaba estirada, la otra doblada. Al terminar de peinarse coloco ambas manos bajo su nuca.

La luz de la celda era muy intensa para dormir y el ruido de los policías al pasarse papeles en la oficina de la calle Grueta Gierming era insoportable. Unos se pasaban papeles de casos, otros de contabilidad, mientras camiones llegaban con policías. Ninguno con sus amigas. Se mantuvo despierta al oír cualquier sonido de un camión de policías por si tenían retenidas a Mayte o a Kikuko y recibir noticias de lo que acababa de ocurrir. Asimismo, pensaba en que excusa les explicaría a los policías cuando le preguntaran que hacía ahí. Avery paseo entre muchas respuestas, unas muy difíciles de imaginar, otras convincentes para ella. Podría decir que era una prostituta que regresaba de trabajar a su casa con su familia más le sonaba ridículo cuando imaginaba que respondía si le pedían información de su ultimo cliente. Otra excusa pudo ser que era una investigadora independiente que aprovechó que no pudo ir al baile de Meliral para asistir al caos del sector al cual el gobierno ni a la policía le interesa por una columna reveladora. Por atentar contra el impecable historial policías la podrían meter en una celda aún más grande.

Su mente era un revoltijo. La suciedad en su rostro la hizo sentir muy incómoda y una jaqueca comenzó de repente. Llegó al momento un nuevo camión en el cual desembarcaron policías cargando un cuerpo carbonizado sobre una capucha de color morado oscuro. Se interesó en la capucha, era similar a la que vio de uno de esos sujetos que atacaba la calle, solo que la de ellos era negra. Podría ser la misma y solo confundió los colores por la oscuridad. Un policía dijo algo sobre los incendios controlados pero que las ultimas casas que se quemaron extendieron sus llamas a los atacantes.

-La única explicación que encuentro es que entre ellos se quemaron luchando. Hay aproximadamente noventa cadáveres carbonizados y algunos caballos muertos. Ya estaban así cuando llegamos. -Escuchó de un policía.

Tomo ese dato como de importancia mientras pensaba que papel tuvieron sus amigas en lo ocurrido o que le dirían sobre lo ocurrido. De esa descripción se imaginó a una multitud de esos tipos con antorchas, unos a pie, otros a caballo, peleando por un malentendido. Uno de ellos debió prender la capucha del otro para empezar una masacre en plena calle. Eso sucedió en su mente con sus amigas muy en el fondo viendo el caos.

Un policía la señalo desde la distancia, hablaba con otro que comía una dona. La miraron para seguir hablando entre ellos. Pensó que irían a buscarla para interrogarla. Posó su cabeza en sus manos de nueva vuelta. Se fijó en una mancha en el techo que tomaba la forma de una figura ovalada muy conocida como salida de una de sus pesadillas recientes. Abrió los ojos, asustada, al notar como se acercó moviendo los labios tratando de decirle algo inaudible para ella. Su corazón se aceleró hasta que escucho a su lado, claro como el cielo nocturno, a alguien que le dirigía la palabra.

Baile de Condenados (Relámpagos del Este-Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora