Estrecha, pequeña, con un olor especial, la tienda de libros del mercado más concurrido de Meliral era el lugar favorito de Avery de toda la ciudad, a pesar que conocía otras esa era su favorita personal porque tenían material difícil de conseguir y en las ediciones que ella quería. La vendedora, una señorita ya mayor vestida con un chaleco gris sobre una blusa rosada y pantalones polares carmesí, confirmaba la imprenta de un libro de acción cuando ella se apareció en su mostrador, sonriente.
La visita programada pasó de la fecha que ella propuso por la fuerte lluvia que azotó el sector norte de Anquastril. Un fenómeno natural que ningún investigador del clima pudo predecir. Cuatro días continuos la lluvia fuerte empapó a los habitantes del Bosque, de la ciudad sobre el Abismo, algunos pueblos cercanos, y varias carrozas motorizadas que se acumularon en un tráfico atroz.
Terminó con un estante de libros en venta leyendo sus títulos por si algo captaba su interés. Era normal que ella fuera la única cliente en esas horas, los clientes no concurrían mucho ese establecimiento, pero los que iban seguido eran fieles a recurrir a adquirir libros de la edición antigua o especial de su preferencia. Una hada entró a la tienda para pedir un ejemplar de la novela Ratones de la Dulcería, de Saert Langrie. La vendedora buscó en los estantes detrás suyo la tarjeta del libro mientras que Avery, recordando haber visto el nombre de esa novela cerca de la inicial el nombre del escritor reunido con otros títulos suyos, buscó a un lado del gran librero abandonando su búsqueda notando que ahí no estaba lo que quería. Lo encontró al lado de otros cinco ejemplares más de otros años. Sacó el más nuevo y se lo extendió al hada que lo buscaba. Ella le sonrió antes de agradecerle. Para ese momento la vendedora ya había encontrado la ficha. La selló luego de pagarle y se fue de la caja llegando el turno de Avery.
-Buenas tardes, señorita. -Saludó con su característica frase al presentarse en ese establecimiento-. ¿Tiene los libros de la lista que le pedí?
-Uhhhhhh, déjame revisar... -La señorita cuyo nombre Avery no conocía, por mala suerte, empezó a revisar un estante detrás suyo lleno de libros de todos los tamaños y grosores. Unos dentro de una bolsita transparente unidos a otros del mismo tipo o saga, y algunos más sueltos-. Si le traje algo, joven.
Avery esperaba impaciente en el mostrador. A veces los conseguía, a veces no, pero no importaba. Confiaba en que lo haría de todas formas porque, según notó, ella sabía dónde encontrar la edición que ella consideraba digna para su colección. Ignoraba si Mayte también compraría ahí los tomos de sus colecciones, o si Alondra también recurría a alguna tienda para conseguir libros de ediciones pasadas. Al cabo de unos minutos extrajo un paquete de libros envueltos en la bolsa transparente de un lado del estante.
-Aquí esta, los últimos tomos de la colección de Morelia Spinoz que me pidió.
Avery estaba maravillada y emocionada por lo que sus ojos veían. Cinco libros de tapa blanda, dos de color negro, tres de color marrón de una edición de hace veinte años, y en perfecto estado. El que encabezaba el pequeño montón llevaba escrito en letras doradas Donde las Aves de Cristal Vuelan Libres sobre el nombre de la escritora Morelia Spinoz, la que Avery tenía intención de estudiar mientras el festival estaba en su punto más concurrido y más aburrido.
-Son los últimos que me faltan. Muchas gracias. -Estuvo a un paso de saltar el mostrador de vidrio para besarla, pero eso hubiera sido bastante incomodo o exagerado tanto imaginarlo como realizarlo. Se sonrojó sobre la tapa del segundo libro. Tomó el primer libro y empezó a hojearlo-. ¿Son de la edición pasada?
-No la actual con letras pequeñas e ilustraciones mediocres. Lo he verificado. Además, la fecha de publicación coincide.
El corazón de Avery se aceleró aún más. Revisó la portada de estos. Todos eran de un solo color con letras doradas. Quizás uno llevara un sello con un dibujo de un caballo o de una espada para denotar que era del género de Aventura o de Guerra, respectivamente. Ese diseño sobrio y serio admiraba bastante, aunque a varios otros no les llamaba la atención. Así se llegó a la conclusión de que portadas ilustradas llamaban más la atención. El problema era tratar de convertir libros antiguos en libros ilustrados con diseños mal hechos o con inexactitudes con la historia, provocando repulsión en ella. Las ediciones pasadas son las favoritas de Avery por mucho; sin embargo, estos diseños descontinuados son ya pieza de coleccionista o de museo. Muy pocos lo consiguen. Y entre esos muy pocos conocían a la Vendedora de Libros, cuya mercadería la conseguía en un depósito en una calle cercana a la Estación de Trenes, al otro lado de la ciudad. Cada pedido que Avery le hacía, ella le conseguía, con demora, pero lo hacía.
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Baile de Condenados (Relámpagos del Este-Libro 1)
FantasyUna serie de atentados en la ciudad forestal de Meliral hace que su festival de aniversario sea arruinado y de pie a un estado de emergencia. Kikuko, una espía que trabaja en el nombre de la Ministra de Gobierno de Tierras del Este que está de vacac...