Condena de muerte.

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Los representantes de ambos reinos deciden pautar una reunión para dentro de tres semanas, donde se decidirá el destino de los traidores. Mientras tanto Cristian decide ir al palacio donde vivía con la que creía Layla , no volvió a ir desde su última discusión con la falsa princesa y tal como han marchado los asuntos en los reinos después de aquello no tenía razón o motivo para regresar allí. Pero esta vez debe ir para hablar con los sirvientes y ver como los reorganiza mientras él vuelve. Una vez allí alguien lo sorprende mientras busca en su recamara algunas de sus cosas personales.

—¡Su alteza!—Lo saluda una de las mucamas.

—¡Mel!—Contesta él. Ella se muestra nerviosa.

—Perdón su alteza... yo...

—Dime Mel... ¿pasa algo grave que estás tan nerviosa?— Le pregunta animándola a hablar.

—Quería mostrarle esto su alteza— Ella extiende su mano con una hoja de papel doblado. Él lo toma, lo desdobla y comienza a leer. Mel lo ve temblar a medida que lee, entonces nota como sus ojos se cristalizan y las lágrimas se asoman de inmediato. Luego arruga el papel empuñándolo.

—¿Cómo es que tenías esta nota en tu poder? ¿ Desde cuándo lo sabías?

—Su alteza... yo... lo conseguí sin querer cuando seleccionaba la ropa para el lavado, quería entregárselo antes pero tuve que viajar mamá estaba muy enferma, cuando mejoró pude regresar y recordé la nota su alteza—-dice Mel muy nerviosa esquivando su mirada. Él agarra aire y pone su mano sobre el hombro de ella.

—Está bien Mel, hiciste lo correcto— Cristian sale muy enojado del palacio y monta su caballo, entonces se pone en marcha hasta el calabozo donde mantienen encerrada a Alicia, la falsa princesa. Cuando por fin está frente a ella le arroja el papel muy indignado. Ella lo toma y al ver de qué se trata baja la mirada.

—¿Por qué lo hiciste?...¿por qué tuviste que caer tan bajo?... ¡te odio Alicia!... tu maldad y lascivia cobró una vida inocente—Ella sube su mirada hacia él.

—Por favor su alteza, lo lamento tanto, perdóneme... yo estaba cegada, me dejé llevar por la ambición, el poder, el odio, lamento lo que le hice a Dylan—dice ella llorando aparentemente bastante arrepentida. —Perdóname también por lo que te hice, no merecías mi engaño, ¡perdóname!—Cristian siente tanta rabia por lo que le sucedió a Dylan que no se siente capaz de seguir oyéndola. De modo que después de mirarla con desapruebo y odio se marcha muy afectado. En el fondo sintió lastima por ella, pero su decepción es mucho más fuerte.

En castillo.

Cristian escucha atentamente a Layla quién le explica todas las cosas detestables que vió y vivió en el castillo de Sir Loran.

—Tiene a muchas personas encerradas parece que manipula sus mentes de alguna forma inexplicable, además mantiene a dos mujeres encadenadas a sus camas. Parecían desquiciadas, quise ayudarlas y una de ellas me atacó... actúan con fiereza y prometí a Olivia qué los ayudaría cuando ella me ayudó a escapar debemos ir Cristian por favor.

—¿ Dices que tiene mujeres encadenadas? ¿ Pero qué clase de monstruo es ese?

—Eso no es lo peor Cristian hay algo más, sir Loran me confesó qué el motivo de su venganza fué que nuestros reinos los enviaron a él y a su familia a la horca, que aunque él logró escapar su esposa y su amada hija no lo lograron, qué fueron ejecutadas y no se les mostró clemencia ellas eran inocentes aún así mi padre firmó el acta de ejecución.

—Supe que tu padre consintió el perdón pero cuando se envió el edicto era demasiado tarde las pobres mujeres habían sido ejecutadas.

—Pues no fué así él se las ingenio para poner a otras en su lugar, Olivia y yo sospechamos que las mujeres que mantiene encerradas en su palacio son su esposa y su hija—dice. Cristian escucha pasmado todo aquello.

El brillo de tus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora