Malas intenciones.

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Layla es conducida a una celda de castigo mucho peor que el calabozo, manifestar sus sentimientos era condenado en ese lugar donde era considerada una usurpadora. No podía llorar por Cristian, pues ¿ Que derechos tenía? Estúpida razón la que le dieron los guardias por no decir que la verdadera causa era que Sir Loran lo había ordenado para que no convenciera a algún guardia o preso que ella era la verdadera princesa y la principal víctima en todo este complot. Los malos tratos no se hacían esperar. Burlas, atropellos a derechos que eran pisoteados, poca comida y para colmo de todos los males, Sir Loran había puesto sus ojos sobre ella. Comparada con Alicia, la falsa, esta es un encanto genuino de mujer. Pues no solo es bonita, mejor dicho, hermosa a la vista, también es tan pura como una cascada de cumbres montañosas. Cristalina como una gota de agua que resbala por la hoja de un árbol en un bosque inhóspito. Sir Loran quiere atacar la vulnerabilidad de Layla y conseguir que así ella esté dispuesta a todo a cambio de un poco de clemencia.

Los días pasan y Layla por fin puede salir de la celda de castigo. Al modo de ver de Frida está más delgada, sus ojos están enmarcados por unas ojeras profundas que ponen en evidencia su sufrimiento. Pero Frida consigue que el jefe de la guardia la ponga de nuevo entre las ayudantes de cocina. Así verá que coma algo decente y buscará maneras de brindarle consuelo.

Mientras trocean vegetales para una sopa de verduras uno de los guardias, Benjamín, se acerca a Layla y desde el umbral la mira pensativo. Sabe de las intenciones del Sir Loran con ella y se pregunta que pecado tan grande ha cometido para que reciba tantos castigos. Aunque es un pobre hombre al servicio del rey quisiera hacer algo por ella pero no se cree digno de semejante afrenta en contra del Sir Loran. Aunque como caballero cree que debe cobrar valor, eso y más hace un caballero como él por una dama .Sin embargo es su deber decirle a la pobre joven que el Sir Loran ha venido a verla.

Se acerca por detrás y la hace saltar del susto. Últimamente está temblorosa, muy nerviosa. Él se disculpa con caballerosidad. Ella se sorprende de encontrar un soldado amable en esa cárcel . Él le habla de la visita y enseguida ella palidece. La noticia no le ha caído nada bien.

—No deseo ver a ese hombre señor, me disculpa, pero no puedo ir a verlo—dice y él la mira un poco con preocupación y un poco con empatía.

—Comprendo que el Sir Loran no sea una persona digna de confianza—susurra. Ella suspira.

—mmm, pero yo te recomiendo ir. Sino lo haces vas a tener más problemas —dice. Enseguida Layla piensa en el cuarto de castigo y el temor la invade. Entonces piensa en que es la oportunidad de decirle a semejante personaje ruin lo que piensa de él y ver si puede hacer que piense mejor las cosas. Si algún día se sabe algo en el reino de su malévola acción es seguro que su cabeza rodará de inmediato.

Layla camina hasta donde la espera Sir Loran que al verla llegar se levanta. Parece emocionarse de verla. Ella lo mira con desdén. Pero él la mira con una pasión obsesiva. Parece que de un tiempo para acá Layla se le ha metido entre ceja y ceja. Tal vez solo sea para alimentar su libido o quizás sea para saciar su sed de venganza. Mucho más al comprender que Layla es el tesoro más preciado del reino del sur. Es una gema intocable y de seguro partirá en miles de pedacitos el corazón de los reyes que alguien ose tocarle un cabello. Sea como sea el caso , Sir Loran pretende conquistar a Layla y adquirir mucho más poder si logra su cometido.

—No sé para que me pidió venir—dice ella apenas lo ve. Él agarra aire y sonríe amplio mostrando una hilera de perfectos dientes blancos. Camina hasta ella y acerca una silla para que ella se siente. Ella agarra aire y mantiene una pose altiva y se mantiene de pie.

—Veo que no te está yendo nada bien aquí adentro , puedo arreglarlo—dice. Ella lo mira y una rabia viaja desde su pecho a sus manos y en un impulso acelerado se acerca y estampa la palma de su mano en la mejilla del Sir Loran sin reparos ni contemplaciones. Él se sorprende y aunque en un inicio sintió enojo después solo sonrió con malicia.

El brillo de tus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora