Dulce compañía.

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El caos se presenta en el reino. Una multitud protesta frente al castillo, jóvenes, viejos y chicos pidiendo justicia para Celestino. Las luces de las antorchas iluminan los rostros furiosos de las personas alrededor del castillo.

—Amor esto es terrible, jamás había sucedido algo así, creí que ya habías aclarado este asunto con Cristian— dice la reina Violeta al rey Carlos.

—¡Con tantas cosas he olvidado tocar el asunto nuevamente!—dice él sentándose con las manos sobre la cabeza, angustiado. La muchedumbre se enfurece cada vez más, obligando al rey Carlos a salir e intentar calmarlos.

—¡Por favor!...¡por favor!... les pido calma—dice el rey.

—Su majestad, perdone por favor esta intromisión—dice un vocero, haciendo una leve reverencia. —solo pedimos, suplicamos y rogamos, se nos dé una explicación, de por qué se encarcela a Celestino, tememos que atropellos como estos se repitan y no estamos dispuestos a tolerarlo—dice el hombre en representación de la muchedumbre. La multitud se exalta, el rey pide calma haciendo señas con sus manos.

— Prometo investigar el asunto... Doy mi palabra— responde él con fuerte voz.

—Esperamos su pronta respuesta su majestad—dice uno de los protestantes, el cual calma a la muchedumbre asegurándole que el rey Carlos siempre ha sido un rey justo , logrando con sus palabras atinadas que la muchedumbre termine marchándose en paz del lugar. El rey entiende que debe actuar pronto. Por eso, de inmediato sube a su caballo, y pide a cuatro guardas lo acompañen a ver a Cristian.

Cristian duerme junto a "Layla" cuando su amo de llaves lo despierta.

—¡Su alteza!... suplico me perdone, el rey Carlos pide ansioso su presencia— Cristian se levanta de inmediato. Se dirige al recibidor y se encuentra con el rey Carlos, muy inquieto, dando vueltas por toda la sala.

—Su majestad, ¿Qué ha pasado?— El rey lo ve con reproche.

—Perdona la hora Cristian, necesito que me expliques el asunto de Celestino, el pueblo se está alzando, no nos conviene una rebelión—Cristian palidece. No cree sea oportuno o apropiado revelar al rey los penosos motivos del encarcelamiento.

—Señor... yo...— Cristian muerde su labio y niega con la cabeza. El rey pone sus manos sobre los hombros de Cristian

—Te exijo que me des una explicación inmediatamente—dice el rey alzando la voz. "Layla" despierta y baja a ver dónde está su esposo. Oye lo que dice el rey.

—¡Padre!— exclama acercándose a ellos.

—"Layla"... oh, hija te pido me excuses...

—No padre, tuviste razón de venir, no quise decirte antes pero...

—¡Layla!— Le dice Cristian con preocupación.

—Ese patán abusó de mí padre, por eso está en prisión— Los ojos del rey se llenaron de ira.

—¿Qué dices hija mía?— pregunta sintiendo desconsuelo. Entonces mira a Cristian.

—¿Por qué no me dijiste?— Le dice con enojo.

—Perdóneme su majestad, no quise crear un escándalo. Pensé en el honor de su hija.

—¿¡Escándalo!?— pregunta alzando la voz.—ese imbécil tiene que morir—dice abrazando a "Layla".

—Pero no se acostumbra en nuestros reinos señor—dice Cristian, quien por alguna extraña razón no quiere condenar a Celestino.

—pues promulgaré una ley que lo permita Cristian, ¿el honor de tu esposa te parece poca razón para colgarlo?— Cristian tenía dudas, no sabía que pensar. El rey sale como alma que lleva el diablo a los calabozos, tiene que enfrentar al cretino. Celestino duerme y es despertado por los carceleros.

—¡Despierta!—Le gritan. —El rey ha venido a verte— Celestino se incorpora, ha perdido peso, y está pálido, casi no ve el sol desde que lo encerraron en ese calabozo. El rey lo mira con hostilidad, Celestino lo recibe con una reverencia.

—¿Por qué lo hiciste Celestino?... ¿tan mal te tratamos?

—No sé a qué se refiere su majestad.

—Claro que lo sabes... ¡tú la violaste!—Le grita golpeando los barrotes.

—¿Queeee?— Pregunta Celestino aturdido ante una alegación tan inverosímil . El rey no responde.

—Señor, ¡jamás haría una cosa así!... ¿a quien según se me acusa le hice eso?

—¡A Layla!... cretino...¿no sabías que podías morir por eso?

—No su majestad, se lo juro por mi vida, no soy culpable de lo que se me acusa, se lo juro su majestad—El rey se retira y Celestino grita vez tras vez: no soy culpable, no soy culpable. El rey se marcha muy enojado y llega a castillo muy indignado, llora de impotencia ante tan terrible noticia.

A la mañana siguiente luego de una reunión secreta con el comité y de ser aprobado emite el nuevo decreto, aprobar la ejecución en casos de blasfemia y traición. Para él, Celestino fué un traidor. El caso se llevó ante el juez quien exigió pruebas indudables del crimen cometido.

—¿Qué más prueba que la palabra de mi hija?—pregunta el rey. Sin embargo su alegación no es suficiente para condenar de muerte a una persona.

—Tendré las pruebas, pronto— Afirma el rey.

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Paseos secretos de Cristian.

—Cris, si yo fuera ella no haría otra cosa más que amarte, cuidarte, Tú serias mi todo— Le dice Sophia a Cristian mientras contemplan el cristalino lago, sentados en la hierva.

—Sophia, no está bien que me digas esas cosas— Le dice él de la boca para afuera. Pero su cálida mirada sobre ella le dice otra cosa. Está tan carente de cariño que siente se llena un espacio grande cuando está cerca de Sophia.

—¿Por qué no la dejas Cristian?

—No podría—dice él frunciendo el ceño ante semejante pregunta.

—Sophia, no deseo que te confundas, sí, me gusta hablar contigo, estos momentos son refrescantes para mí, pero jamás podría serle infiel a Layla... eso no sucederá— dice Cristian. Ella le sonríe con dulzura.

—Jamás te pediría algo que tú no quisieras hacer cariño— Le dice ella y le guiña el ojo. Suben de nuevo al caballo, van juntos, retirados de todos, acompañados solo cada uno del otro. Al galopar del caballo él siente como su cuerpo se pega del de ella, causándole una sensación agradable a sus sentidos, el perfume de su cabello movido por la brisa lo embriaga. Aunque Cristian se resiste a sentir algo más por ella, se está volviendo para él un vicio. Cuenta las horas para salir, y verla cada tarde. Lo que no sabe es que lo mismo hace "Layla" cada tarde cuando él se va. Todos en palacio lo notan, pero nadie se atreve a abrir la boca. Muchos han notado que la dulce "Layla" ya no es tan dulce como todos creían, y que el matrimonio se desmorona ante la vista de todos.

Cristian llega a palacio, satisfecho por la agradable compañía de la tarde. Sube a su habitación y no ve a "Layla" , observa la luz del candelabro del baño iluminar la entrada, se acerca y la mira, dándose un baño de aceites de rosas, al verla tan hermosa extraña su cercanía, así que se acerca, se quita la ropa y los zapatos y se introduce con ella en la bañera.

—Cristian, ¿Dónde estabas?

—Eso no importa, ahora estoy aquí contigo—Le dice y la rodea con sus fuertes brazos, se besan apasionadamente, y disfrutan del amor desbocado el uno para con el otro. Luego del éxtasis, en el cansancio de dar todo sin reservas, Cristian la abraza fuerte. Lleva su cabello espumoso hacia atrás, la mira intensamente.

—Mi dulce "Layla" como te extraño, extraño todo de tí— Ella guarda silencio y él no recibe la respuesta que anhela de ella, por eso se levanta. Sale de la bañera y se coloca ropa de dormir. En el momento de la entrega es tan ardiente, luego es tan fría como lluvia a media noche. ella sale tras de él, se viste solo con la ropa interior y se acuesta a su lado, pero sin ninguna intensión de tratar a su esposo como una esposa lo haría, mas bien, se duerme, esta cansada, la tarde fué ardua y placentera, no solo con Cristian, sino con sus aventuras secretas, él la mira, suspira, piensa en Sophia y pasa la noche en vela...

El brillo de tus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora