cap 19 ⇡

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Ambos chicos caminaban sin rumbo fijo.
Habían comprado comida y un par de bebidas para disfrutar de la última hora que les quedaba, antes de dirigirse finalmente a la casa del pequeño chef.

—¿Puedo probar eso? —preguntó el peligris, señalando la especie de helado del menor.

—Claro. —respondió éste, extendiendo su mano con la comida.

Izana lo probó y, sin darse cuenta, manchó su rostro. Kakucho rió y dejó que continuara comiendo. Se veía que lo estaba disfrutando.

—¡Está bueno! —exclamó el mayor, aún terminando de masticar las fresas que venían con el postre.

—Me alegra que te guste. —comentó el pelinegro, observándolo con una tierna sonrisa.

Continuaron caminando y visitando tiendas, aunque no compraban nada.
Algún que otro fan del peligris los cruzaba y saludaba, pero sólo se mantenían en eso, saludos. La mirada que les dedicaba el guardaespaldas les indicaba que lo mataría si interrumpian el día libre del mayor. Era bueno (en) ese trabajo.

—¿Cuánto queda para lo de Mikey-kun? —preguntó, viendo su rolex.

—A las seis tengo que estar en su casa. —respondió, dando un trago a su capuchino.

Eran las 17:40.

—Son menos veinte, —indicó.— vayamos yendo.

Izana asintió de acuerdo.

◃ ◃ ◃


Menos de 15 minutos les tomó llegar a la residencia.

Ese día era Sábado, por lo que toda la familia Sano-Ryuguji se encontraba en casa. El taller no habría y Mikey no trabajaba los fines de semana. Antes sí lo hacía, pero ahora con Hide tenia otras prioridades y responsabilidades.

Luego de tocar unas tres veces, esperaron menos de 2 minutos y la puerta fue abierta por un encuerado Draken.

La pareja lo observó en parte sorprendidos y en parte no.

—Si sabes que están haciendo menos de 10 grados, ¿verdad? —mencionó Kakucho.

El pelinegro rió.

—Aquí adentro hacen más de 30, especialmente con mi esposo en casa. —respondió sugerente y despreocupado.

Kakucho levantó la cejas, comprendiendo a lo que se refería, mientras reía levemente.

—Fingiré que no oí eso. —comentó Izana, mientras negaba.— ¿Dónde está Mikey? —preguntó en cambio.

Draken señaló con la cabeza en dirección a la cocina.

—Cocinando junto a Shinichiro. Pasen. —respondió, haciéndose a un lado.

—Oh, no, yo no. —habló Kakucho, recibiendo como respuesta una ceño fruncido de ambos chicos.— Debo ir a ver un par de cosas que me ordenaron de la agencia. —explicó.

—De acuerdo, nos vemos otro día. —se despidió el alto.

Izana se despidió con <Cuídate, nos vemos para la cena>, junto a un suave beso. Y sin más, cada uno se fue por su lado.

Por supuesto, lo de que la agencia le mandó a ver algo era una completa mentira. Quería aprovechar a comprar los anillos y, si se quedaba con los chicos, no saldría nunca de allí.

Primero se dirigió a una tienda de joyas especializados en diamantes. Allí compraría los anillos de compromiso y luego se dirigiría a una tienda de joyería calificada, donde compraría los de casamiento.

Relatos de una familia cualquiera ➪ Drakey/DramiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora