cap 27

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un día en el pasado

Primera Cita

La pelirroja peinaba su corto cabello frente al espejo, y retocaba sus labios con un suave color rojo que resaltaba su hermoso rostro. Al restro de su rostro sólo lo nutrió con una rutina de cremas y masajes.

Desde su puerta, su hermano menor Naoto la observaba, mientras sorbía de su chocolatada.

—¿A dónde vas? —le preguntó, a lo que la mayor lo observó a través del espejo.

—A una cita. —respondió, riendo levemente.

Naoto elevó sus cejas y asintió, sorprendido.

—Ya era hora. —comentó.— ¿Te lo pidió él?

Hinata asintió.

—Dijo que estuvo haciendo pequeños trabajos para reunir dinero, —contó.— así poder invitarme sin restricciones.

Naoto elevó una ceja, divertido. Ese chico era extraordinario.

—¿Acaso eres exquisita, hermana? —preguntó.

—¡Claro que no! —se defendió con rapidez.— Le dije varias veces que no era necesario, que yo podía pagar la mitad o hasta la cuenta completa, pero no quiso.

El menor rió, sabiendo que lo que decía su hermana era la verdad. El chico era alguien humilde y, considerando todo, es seguro que el rubio no le haya mencionado lo de los trabajos si no hasta el momento de la pregunta.

—Takemicchi a veces es bastante obstinado. —dijo, para luego observar como Hinata continuaba arreglándose.— Aunque, por supuesto que mi hermana merece lo mejor. —susurró.

"Aunque sólo viendo lo mucho que la quiere es suficiente.", pensó, mientras se giraba y volvía al comedor.

La pelirroja chequeó la hora y, viendo que faltaba hora y media, decidió guardar sus cosas en su pequeña mochila y partir. Iba a caminar hasta el lugar del encuentro, el cual era una agradable cafetería en el centro, y probablemente llegaría como quince minutos antes, pero no importaba.
Con música en sus oídos partió.

Takemichi se movía de un lado a otro, ordenando los productos cada uno en su lugar correspondiente, moviendo la pequeña escalera o quitándola del lugar

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Takemichi se movía de un lado a otro, ordenando los productos cada uno en su lugar correspondiente, moviendo la pequeña escalera o quitándola del lugar. Sus piernas dolían, al igual que su espalda baja, de tanto estar agachándose y volviéndose a parar.
Estaba desde las 6 a.m. en ese lugar y es que, aún siendo fin de semana, el trabajo seguía siendo trabajo.

Se trataba de un supermercado mayorista. Él trabajaba allí como repositor desde hace tres meses. Y ni siquiera era un trabajo fijo, si no que estaba suplantando a un hombre, amigo de su padre, que accedió en cederle su lugar durante el tiempo que él estaría aunsente, cediéndole la mitad de lo que ganase. El jefe, por supuesto, no tuvo problema ya que era un puesto inofensivo, y no sería fijo.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2023 ⏰

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