Capítulo 03

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En ese momento estaba en su jardín, recostada en una manta con Brandish, rodeadas por aperitivos y sus madres, que charlaban alegremente la una con la otra.

Se había hecho amiga de la pequeña peliverde, se sentía un poco mal al entablar amistad con ella con segundas intenciones pero su culpabilidad se esfumaba al recordar que ahora Grammi no moriría.

Ambas salían ganando, era lo que decía.

¿Por qué se acercó a ella? No era porque prácticamente su madre la arrastró a una reunión con la peliverde mayor y ambas adultas prácticamente obligaron a sus hijas a conocerse más a fondo, claro que no.

Había terminado de ver el anime y vio el poder que tenía Brandish, era muy útil y poderoso.

Ya sé imaginaba como serían unas vacaciones en una cama del tamaño de una isla o un helado del tamaño de un edificio.

Ambas niñas se hicieron buenas amigas y compañeras, Brandish le mostró su magia cuando hizo más grande una piedra que era del tamaño de una uña y Lucy, tomando prestada la llave de su madre, llamó a Acuario.

Soprendentemente, incluso para ella, Acuario no parecía molesta cada que la llamaba, y eso que era muchas veces porque le encantaba joder cuando se aburría, notó que en cada encuentro Acuario tenía las mejillas coloradas y desviaba la mirada luego de verla, pero al menos no se la veía enojada.

Bueno, dejando eso de lado, todo iba según su plan.

Incluso, al ver su interés por la magia y que tenía conexión con los espíritus celestiales, Layla le había dicho que cuando llegue el momento sus llaves iban a pasar a ella.

Claro, Lucy se lo hizo prometer y Layla, bajo los ojos anhelantes y grandes de su hija, sin poder negarse, lo prometió.

Y los magos celestiales siempre cumplen sus promesas.

Dos años después, cuando tenía 7 años, Layla decidió dejar de usar la magia y le dió sus llaves, todas a ella.

Aunque Jude no estuvo contento al principio, pues decía que su hija ya no les iba a prestar atención por su gusto por la magia, con unos cuantos ojitos de su hija y unas cuantas regañadas de su esposa la dejó ser.

En ese momento, Lucy pasaba corriendo por los pasillos hasta llegar a su cuarto con una sonrisa de suficiencia, dejando atrás a un Jude desconsolado y medio llorando como niño, buscando consuelo de su esposa, que no sabía si llorar o reírse.

Se sentó en su gran cama cubierta por unas mantas lilas y miró sonriente como zorro las llaves doradas en sus pequeñas manos.

Quería hacer un contrato con los espíritus pero no podía todavía, aún faltaba que Layla abriera las puertas para poder juntar las 12 llaves, pero al menos esta vez no moriría porque tenía ella las llaves.

Viéndolas con un poco de desgana simplemente las puso en el bolsillo oculto en su vestido rosa palo.

Se levantó haciendo un puchero con sus rosados y regordete labios, fue hasta el librero que había en su habitación y al seleccionar uno de los libros infantiles que tenía ahí, el mueble se movió lentamente a un lado, dejando ver un pasadizo iluminado levemente por antorchas que parecían nunca cesar.

Esto fue algo que les pidió a sus papás, un lugar privado para ella dónde nadie más pudiera entrar, ni siquiera ellos.

Jude había contratado a unos magos para que lo hagan con su magia.

Uno de esos magos tenía una magia relacionada con el espíritu y el alma o algo así, fue gracias a él que solo ella podía entrar, aunque si quería que otras personas entraran podía hacerlo, después de todo ese lugar seguía sus deseos.

Este lugar era subterráneo pero era protegido, así que incluso si alguien quería cavar la tierra y entrar no podrían hacerlo a la fuerza fácilmente.

Caminó por el pasillo ligeramente oscurecido sin miedo, a medida que daba un paso podía notar como el mismo se empezaba a iluminar cada vez más y cómo en frente suyo aparecía esa puerta tan familiar.

La puerta era grande, dos metros de alto casi y uno de ancho. La madera con la que estaba hecha era ligeramente anaranjada y desprendía un exquisito olor. El manubrio era de oro puro.

Abrió la puerta y paso al interior.

Una vez entró la puerta desapareció pero aparecería una vez ella tuviera esa intención de irse.

Reencarne en Lucy Heartfilia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora