Âme soeur - Bangchan

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Me desperté cuando sentí unos brazos rodear mi cintura desde la espalda. No sabía bien que hora era, pero por la tenue luz que se filtraba por las aberturas de las cortinas supuse que recién comenzaba a amanecer. Me revolví incómoda, sabía quien me estaba tocando y eso solo me desagradaba más y más.

-Lo siento, T/N.- Sin esperarlo su ronca voz contra mi cuello y unos mimos en mi vientre me hicieron paralizar.-Lamento haber sido tan patán contigo toda la vida y en especial hoy.

-¿Qué estás diciendo?- Me había quedado completamente sorprendida con eso.

No obtuve respuesta más que su respiración pacífica sobre mi nuca, haciendo que todo mi cuerpo se erizara sin control. Frente a esto solo podían estar ocurriendo dos cosas, una que él hablase dormido y fuese sonámbulo, cosa que me parecía ilógica o dos, que me estuviese jugando otra de sus malditas bromas de toda la vida. Sabía como usar las palabras para hacerme caer en sus manos y eso había quedado claro cuando en secundaria él y sus amigos se hicieron pasar por un chico de otro grado que estaba enamorado de mi, creando un perfil falso en una red social, engatusándome con frases bonitas y melosas, solo para dejarme plantada en la cita que había organizado y pegado por todo el instituto fotos mías llorando sola junto a la conversación con el supuesto chico. Nunca había sentido tanta vergüenza al ver expuestos mis sentimientos por ese chico que asistía a nuestro instituto. Esa broma fue la que hizo que mis padres me cambiasen de instituto a mitad de curso, pero sin saber quién había sido el responsable, ya que no me había atrevido jamás a revelarlo. A las semanas de haber entrado a ese instituto también transfirieron a Bang, porque según me enteré fue golpeado y sus padres no consideraban que se tratase de un lugar seguro para su "pequeño" como le decía la señora Bang. Para mi suerte el resto de ese año Christopher se había portado normal, casi podría decir que me sentía aliviada con el simple hecho de que me ignorarse constantemente. Aunque me sentía sola, hasta que al siguiente año Jisung convenció a sus padres de transferirse también. Curiosamente cuando esto ocurrió Bang también encontró nuevas amistades y con ello volvió el interés por molestarme.

El ahora pelirrojo no me soltaba, al contrario, seguía pegado a mi cuerpo y acariciándome, cosa que en cierta forma comenzaba a tener un efecto sedante en todo mi sistema, pues los dolores menstruales habían comenzado unas horas antes y por eso mis horas de sueño habían sido incómodas. Me dejé llevar por esa sensación de calidez sobre mi vientre y caí rendida a los pocos minutos.

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Cuando desperté nuevamente el aroma a panqueques inundó mis fosas nasales, abrí lentamente los ojos y miré el reloj en mi mesa de noche, eran casi las 11 de la mañana. Con pesadez me levanté observando que el lugar del otro lado del colchón se encontraba vacío, ¿habría soñado con la disculpa de Christopher? Revolvi un poco mi cabello y sin calzarme solo me dirigí al baño en suite para hacer mis necesidades y lavarme la cara y los dientes antes de desayunar.

Al ser sábado no me encontraba apurada para realizar alguna actividad, tampoco tenía ánimos de cambiar mi pijama, por lo tanto puse por encima de mi blusa de tirantes un hoodie que me llegaba casi a mitad de muslo tapando por completo el short del pijama.

-Buenos días.- Escuché decir a Christopher con la boca llena.

-¿Podrías tragar antes de hablar?- Estaba de malhumor ya con solo verle la cara y sumado a mis cambios de humor por el período encontré en esa actitud suya una forma de desquitar mis emociones reprimidas.

-Lo siento.- Tragó lo que tenía en la boca antes de hablar.

-Tsk...-Sin mirarlo rebusqué en el mueble mi taza para servirme el café como a mi me gusta para desayunar, pero no la encontré.- Qué raro... yo la puse aquí...- Murmuré entrecerrando los ojos y siguiendo con la búsqueda. No es que no tuviésemos más tazas en la casa, al contrario, teníamos las suficientes como para 10 personas, pero yo tenia la manía de tomar siempre en una misma taza. Vamos todos tenemos nuestras manías y nuestras tazas o vasos favoritos, ¿verdad?