Capítulo 20

18 1 0
                                    

Era deslumbrante: los ojos del venado eran como un túnel oscuro, el centro de ellos rebozaba de luz. Justin frenó y frenó, pero nada detendría la urgencia, nada podría pararlo de pasar a gran velocidad a través del largo embudo de oscuridad convirtiéndose en una explosión de luz. 

Por un momento sintió un tremendo peso, como si los árboles y el cielo hubieran colapsado sobre él. Luego, con la explosión de luz, el peso fue disipado. De alguna manera había sido liberado. 

Ella te necesita. 

—¡Ivy! —él la llamó en voz alta. 

La oscuridad volvió a envolverlo, el camino lo rodeaba como una pintura haciendo piruetas, negro corriendo con rojo, la noche giraba con la luz intermitente de una ambulancia.  

Ella te necesita. Él no lo escuchaba, pero si lo entendía. ¿Lo hacían también los otros?  

—¡Ivy! ¿Dónde está Ivy? ¡Tienen que ayudar a Ivy! 

Ella estaba quieta y tendida. Bañada en rojo.  

—¡Que alguien la ayude! ¡Tienen que salvarla! —pero él no pudo apurar al paramédico, ni siquiera podía empujar su manga. 

—No hay pulso —dijo una mujer—. No hay oportunidad.

—¡Ayúdenla! 

Ahora el remolino era grande y disparejo. Lazos de luz y oscuridad lo pasaban rápidamente en sentido horizontal. ¿Estaba ella con él? La sirena aullaba: I-veee. Iveee. 

Entonces se encontraba en un cuarto cerrado. Allí era de día, o tan brillante como el día. La gente se apuraba a su alrededor. Un hospital, pensó. Algo caía sobre su rostro, y la luz estaba bloqueada. No estaba seguro que tan grande era allí afuera. Alguien se recostó encima de él.  

—Justin —la voz se quebró. 

—¿Papá? 

—¿Oh, Dios mío, porqué dejaste que esto pasara? 

—Papá, ¿Dónde está Ivy? ¿Está ella bien? 

—Dios mío, Dios mío. ¡Mi niño! —dijo su padre. 

—¿Ellos la están ayudando? 

Su padre no hablo. 

—Contéstame, ¡Papá! ¿Por qué no me respondes? —su padre sostuvo su rostro. Su padre estaba recostado sobre él, las lágrimas caían por su rostro. Mi rostro, pensó Justin asustado. Ése es mi rostro. Y aun así él estaba viéndose a sí mismo y a su padre como si estuviera parado aparte de sí mismo.  

—Sr. Bieber, lo siento —una mujer con uniforme de paramédico se paró al lado suyo y de su padre. Su padre no la miraba.  

—¿Muerto en la escena? —él preguntó. Ella asintió.  

—Lo siento. Con él no tuvimos ni una oportunidad.

Justin sintió otra vez a la oscuridad cerniéndose sobre él. Él lucho para mantenerse consciente.

—¿E Ivy? —preguntó su padre. 

—Se encuentra en estado de shock, con cortadas y moretones. Llamando a su hijo.  

Justin tenía que encontrarla. Se enfocó hacia una puerta, concentrándose con toda su fuerza, y pasó a través de ella. Luego otra, y otra —ahora se sentía más fuerte—. Justin se apresuró por el corredor. La gente seguía viniéndosele encima. Él se tiraba a izquierda y a derecha. Parecía ir mucho más rápido de lo que ellos iban, y ninguno se molestó en apartarse de su camino.  

Una enfermera venía por el corredor. Él se detuvo para pedirle que lo ayudara a encontrar a Ivy pero ella siguió derecho. Volteó en una esquina y se encontró a si mismo enfrentándose a un carro cargado de ropa de cama. Luego enfrento al hombre que lo empujaba. Justin giró alrededor. El hombre y el carro estaban al otro lado. Justin sabía que ellos habían pasado a través de él como si él no estuviera allí. Él había escuchado lo que había dicho la mujer paramédica. Aun así, su mente seguía buscando por otra —cualquier otra— explicación. Pero no la había.  

Él estaba muerto. Nadie podía verlo. Nadie sabía que él estaba allí. Ivy no lo sabría. Justin sintió un dolor más profundo de lo que alguna vez había sentido. Él le había dicho que la amaba, pero no había habido suficiente tiempo para convencerla. Ahora ya no quedaba nada de tiempo. Ella nunca habría creído en su amor de la misma forma en que creía en sus ángeles.  

—Dije, que no podía hablar más alto —Justin alzó la mirada. Se había detenido enfrente de una puerta. Dentro de ella estaba una mujer tendida sobre una cama. Ella era pequeña y gris, con largos y delgados tubos conectándola a maquinas. Parecía una araña atrapada en su propia red. 

—Entra —dijo ella—. Él miro hacia atrás para ver a quien le estaba hablando. Nadie. 

—Estos viejos ojos míos son tan débiles, que no puedo ver ni mi propia mano enfrente de mi rostro —dijo la mujer—. Pero puedo ver tu luz.

Justin volvió a mirar tras él. Su voz sonaba segura de lo que veía. Parecía mucho más grande y fuerte que su pequeño cuerpo gris. 

—Sabía que vendrías —dijo ella—. He estado esperando pacientemente. 

Ella había estado esperando por alguien, Justin pensó, un hijo o un nieto, y piensa que ese soy yo. En cualquier caso, ¿Cómo podía ella verlo, si nadie más podía hacerlo? Ahora su rostro estaba brillando. 

—Siempre creí en ti —dijo ella—. Extendió una frágil mano en dirección de Justin.

Olvidando que su mano atravesaría la de ella, Justin la alcanzó. Ella cerró sus ojos.  

Un momento después, las alarmas comenzaron a sonar. Tres enfermeras se apuraron dentro de la habitación. Justin retrocedió cuando ellas concurrieron en torno a la mujer. De repente, comprendió que ellas trataban de resucitarla; sabía que no lo conseguirían, de alguna forma sabía que la anciana no quería volver. Tal vez, de alguna manera, la anciana había sabido sobre él. 

¿Qué sabía ella? 

Justin volvió a sentir la oscuridad cerniéndose sobre él. Lucho contra ella. ¿Qué tal si esta vez no regresaba? Él tenía que regresar, tenía que ver a Ivy por última vez. En forma desesperada, trato de mantenerse alerta, enfocando objeto tras objeto de la habitación. Luego la vió, al lado de un pequeño libro en la bandeja de la mujer: una estatua, con una mano extendida en dirección a la vieja mujer y sus alas angelicales extendidas. 

Kissed By An Angel - Elizabeth Chandler - Justin Bieber (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora