Kissed By An Angel - Elizabeth Chandler - Justin Bieber (Adaptación)

Capítulo 1

—Yo no sabía que tan romántico podía llegara a ser un asiento trasero —dijo Ivy sonriendo, mientras descansaba contra Justin. Entonces ella miró detrás de él a la pila de chatarra en el piso del carro—. Tal vez deberías sacar tu corbata de ese vaso de Burger King.  

Justin se agacho e hizo una mueca. Él tiro la cosa goteante hacia la parte delantera del carro, luego se sentó de nuevo al lado de Ivy. 

—¡Ow! —el olor de flores marchitas lleno el aire. 

Ivy se rió en voz alta. 

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Justin, tirando las rosas marchitas de detrás de él, pero también se estaba riendo.  

—¿Qué pasaría si alguien viene y ve la calcomanía del Clero de tu padre en el parachoques? 

Justin arrojó las flores hacia el asiento de adelante y la atrajo hacia él otra vez. Trazó la cinta de seda de su vestido, luego tiernamente besó su hombro. —Les diría que estoy con un ángel. 

—¡Oh, qué línea! 

 —Ivy, te amo —dijo Justin, con el rostro repentinamente serio—. 

Ella le devolvió la mirada, y luego mordió su labio.

—Esto no es alguna especie de juego para mí. Te amo, Ivy Lyons, y un día vas a creerme. 

Puso sus brazos alrededor de él y lo abrazó con fuerza.

—Yo te amo a ti, Justin Bieber —susurró ella en su cuello. Ivy_ si le creía, y confiaba en él como no confiaba en nadie más. Un día ella tendría el valor de decirlo, todas las palabras en voz alta. Te amo, Justin. Ella lo gritaría hacia fuera de las ventanas. Ella lo pondría en una pancarta en el fondo de la piscina de la escuela. 

Les tomo unos pocos minutos enderezarse a sí mismos. Ivy empezó a reír de nuevo. Justin sonrió y la vio intentar domar su maraña dorada de cabello —un esfuerzo inútil—. Luego él  encendió el carro, pasando por baches y piedras de la estrecha carretera.  

—La última mirada al río —dijo él mientras la carretera hacia un fuerte giro lejos de él. 

El sol de Junio, pasando por la cresta oeste del lago de Connecticut, llenaba de luz las copas de los árboles, bañándolos con un fuego de oro. El sinuoso camino se deslizo por un túnel de arces, álamos y robles. Ivy se sintió como si se deslizara por debajo de olas con  Justin, con la puesta de sol brillante arriba, ellos dos moviéndose juntos a través de un abismo de azul, morado, y verde profundo. Justin encendió los faros. 

—Realmente no tienes que apurarte —dijo Ivy —. Ya no tengo hambre. 

—¿Arruine tu apetito? 

Ella sacudió su cabeza.

—Supongo que estoy llena de felicidad —dijo ella suavemente. 

El carro aceleró y tomo una curva bruscamente. 

—Dije, no tenemos que apresurarnos. 

—Esto es gracioso —murmuró Justin—. Me pregunto porque...—él miró hacia abajo a sus pies—. No siento...   

—Baja la velocidad, ¿sí? No importa si estamos un poco retrasados. ¡Oh! —Ivy apuntó hacia el frente—. ¡Justin! 

Algo había caído de los matorrales y entrado a la carretera. Ella no había visto lo que era, solo el parpadeo de movimiento entre las sombras profundas. Luego el venado se detuvo. Volteo su cabeza, un par de ojos brillantes se enfocaron por las luces del coche. 

—¡Justin! 

Ellos se estaban precipitando sobre  los ojos brillantes. 

—Justin, ¿no lo ves? 

Todavía se acercaban. 

—Ivy,algo... 

—¡Un venado! Exclamó ella. 

Los ojos del animal ardieron. Luego, luz vino desde detrás de él, una ráfaga brillante alrededor de su oscura silueta. Un carro estaba viniendo desde la dirección opuesta. Los árboles los amurallaban. No había espacio para girar a la izquierda o la derecha.  

—¡Detente! —gritó ella—.

-Yo... 

—Detente, ¿Por qué no te detienes? —ella imploró—. ¡Justin, detente! 

El parabrisas explotó. 

Días después, todo lo que Ivy podía recordar era la cascada de vidrios.