Capítulo 4

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― ¿Dónde está Philip?―preguntó Ivy. 

La boda estaba ya pasando de la cena cuando se dio cuenta de que  su hermano no estaba en su asiento.

― ¿Has visto a Philip?―dijo ella levantándose de su asiento. 

Gregory la empujó de nuevo hacia abajo.

―Yo no me preocuparía, Ivy. Probablemente está molestando en algún lugar. 

―Pero no ha comido en todo el día―dijo ella. 

―Entonces estará en la cocina―dijo Gregory simplemente. 

Gregory no entendía. Su hermano menor había estado amenazando por semanas con escaparse. Ella había tratado de explicarle a Philip lo que estaba sucediendo y como de linda sería su gran casa con cancha de tenis y con vista al río, y en como de bueno sería tener a Gregory como hermano mayor. El no aceptó nada. Actualmente, Ivy tampoco. 

Ella empujó su silla, demasiado rápido para que Gregory pudiera detenerla, y se escapó hacia la cocina. 

―Sácalo―dijo Justin. En la caja entre el chico y él había una montaña de comida—camarones, un surtido de vegetales, ensaladas, y enrollados con un montón de mantequilla de maní―. 

―Esto está bien. 

― ¿Bien? Esto es una fiesta ―dijo Justin—. ¡A comer! Necesitaremos toda nuestra fuerza para capturar los postres. 

Él vio un intento de sonrisa, pero entonces desapareció. 

― ¿Con quién estás en problemas?―quería saber el chico.  

Justin dudó por unos momentos.

―Es el Gerente. Monsieur Pompideau. Yo estaba trabajando para él y derramé algunas cosas. Ya sabes, mojé los pantalones de algunas personas. 

El chico sonrió, una gran sonrisa esta vez.

― ¿Se lo hiciste al Sr. Lever? 

― ¿Debería haberme dirigido a él?―preguntó Justin. 

El chico asintió. Su cara brillando considerablemente por su pensamiento. 

―De cualquier forma, Pompideau me dijo que pagaría las cosas que no había derramado. Imagina eso. 

― ¿Sabes que es lo que yo le hubiera dicho?―dijo el niño. El ceño en sus cejas se había ido. Él estaba ingiriendo comida y hablando con la boca llena rápidamente. Pareció un millón de veces mejor que como había lucido unos quince minutos atrás. 

―¿Qué?

―Yo le hubiera dicho: ¡Paga tu oreja! 

― ¡Buena Idea!―dijo Justin. Él tomó un pedazo de apio.

—Pégalo en tu oreja, Pompideau. 

El chico rió alto, y Justin encajó el tallo. 

― ¡Pégalo en tu oreja, Dippity-doo! ―le ordenó el chico. 

Justin tomó un puñado de ensalada rallada y la dejó caer sobre su cabeza. Demasiado tarde se dio cuenta que tenía vinagre. 

El chico hecho la cabeza hacia atrás y rió.

―Pégalo en tu oreja, Doo-be-doo! 

Bueno, ¿Por qué no? Justin pensó.

Él tuvo una vez ocho años y recordaba cuan divertido eran las narices y mocos para los chicos. Encontró dos colas de camarón atrapándolas, dejando las aletas color rosa fuera de su nariz. 

El chico cayó de la caja riendo.

― ¡Pégalo en tu oreja, Doo-be-doo! 

Dos aceitunas negras lo hicieron bien, trabadas en un diente, así él podía tener dos incisivos negros. 

―Pégalo en... 

Justin estaba ocupado acomodando el apio y las colas de los camarones. Él no se dio cuenta como el haz de luz que entraba por la rendija de la puerta se había ampliado. No vio que la cara del chico había cambiado.

― ¿Pégalo en tu oreja, Doobe-doo? 

Entonces Justin miró hacia arriba.  

Kissed By An Angel - Elizabeth Chandler - Justin Bieber (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora