_30 Nuevo comienzo_

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   Bill tenía miedo. No por haberse ganado el odio de Stanford Pines hacia unos días, ni haber confesado su habilidad con la magia a los gemelos. Esas cosas ya eran la menor de sus preocupaciones, aún si no parecía así.

   Las vacaciones de Mabel y Dipper estaban acabando. Y al mismo tiempo, las posibilidades que tenían para fortalecer la magia del moreno, eso si querían lograrlo antes de que Mabel… ni siquiera quería pensar en eso.

   El rubio estaba consiente del tiempo que le tomó recuperar una pequeña parte de su magia y muy a su pesar, veía imposible lograr un avance en el poco tiempo que les quedaba. Menos de un mes, si no calculaba mal.

   Quizá tardaría la misma cantidad de tiempo recuperar aunque sea una fracción de su poder original, la suficiente como para revertir el trato o crear uno nuevo que beneficie a todos.

   «Realmente nos metí en un gran problema»

   Pensó observando a los gemelos junto a él. Mabel se había mudado a su cuarto nuevamente, para que tanto él como Dipper se encargaran de ayudarla si necesitaba algo. Bill había ofrecido la cama que le habían dado al llegar, negándose a dormir en el sofá junto a la ventana cuando le ofrecieron el lugar por miedo a romper el cristal, caer y morir antes de siquiera lograr algo en su vida, más que ser el causante de la muerte de una adolescente de 17 años.

   «Eso sería algo realmente deprimente, incluso para mí»

   Con el paso del tiempo, parecía que las predicciones de Bill eran ciertas. No habían logrado nada más que una mayor destreza al momento de ejecutar su magia, pero así y todo no había ningún fortalecimiento por su parte.

   Al mismo tiempo, a pesar de las súplicas de los gemelos por mantener todo en secreto, Stanley llamó a sus padres para informar sobre el estado de la castaña, alterando a los mayores, quienes rápidamente comenzaron a preparar sus maletas para ir al pueblo.

   –Llegaremos en una semana, por favor cuídense hasta entonces. – Fue lo que ambos padres dijeron antes de cortar asustados la llamada, dejando al anciano hablando solo.

   –Te dijimos que esperaras un poco más… – Se quejaron los más jóvenes, quienes eran observados por el moreno, que no entendía el porqué de tanto alboroto.

   –Son sus padres, si algo malo les llega a pasar, como ahora, es mí responsabilidad informarles lo que sucede. – Respondió Stan, agachándose para estar a la altura de ambos. – Sé que están asustados, más aún sabiendo lo mucho que les costó volver aquí. Pero así y todo, deben entender que si les prohibieron venir fue por querer mantenerlos a salvo… así que confíen en qué harán lo mejor para hacerlo ahora.

   Ambos hermanos miraron a su tío, se veía más cansado que cuando llegaron. Había hecho muchas cosas en los últimos días; como reabastecer la nevera, tirando la comida chatarra y cambiarla por cosas más nutritivas.

   También había robado una silla de ruedas del hospital más cercano, acto que fue reprochado por sus sobrinos y respondido con lógica por Billy.

   –¿No era mejor llevar a Mabel al hospital? Digo, para saber qué le pasa. – Dijo el rubio despreocupado, mirando al “mayor”, logrando únicamente que los castaños lo reprendieran aún más.

   Stan había golpeado a varias personas en su robo, por lo cual prefirió esperar a que los padres de los niños llegaran para que ellos llevaran a la joven a hacerse los estudios necesarios. Lo último que necesitaba era ser arrestado al intentar hacer bien las cosas.

[ . . . ]

   Pasó la mañana y llegó la tarde. El castaño había tomado la costumbre de llevar a Billy al bosque para entrenar, cosa que en cierto modo el moreno agradecía y, al mismo tiempo, odiaba.

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