_28 Lágrimas y confianza_

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   Los gemelos Pines y Bill Cipher aún estaban sorprendidos ante la decisión de su tío. Los hermanos esperaban que no hablara realmente en serio, pues entendían que Stanford hubiera reaccionado de esa forma sabiendo las circunstancias. Sabían que el golpear a Dipper fue un error, pero también que su intención había sido herir a Billy.

   Era un sentimiento agridulce, pero sin importar lo que sintieran, Stanford se habría ido de igual forma. Stanley buscaba proteger no solo a su familia, si no al nuevo inquilino. Y sabía que lo mejor para todos era alejar a su hermano de ellos por un tiempo.

   –Chicos, iré a dormir un rato. Fue una mañana demasiado agitada. – Dijo el mayor mientras revolvía el cabello castaño de su sobrino, antes de irse a su habitación.

   Los tres jóvenes quedaron en silencio, también estaban cansados, pero el impacto por lo sucedido los mantenía despiertos.

   –Perdón. – Susurró Bill, sorprendiendo a los gemelos.

   Incluso el moreno se sorprendió ante su disculpa. Había salido de la nada, no había planeado decirla y, aún así, ahí estaba.

   –No te disculpes. No fue tu culpa. – Respondió la castaña poniendo su mano sobre la rubia cabellera del mayor. – Confío en qué no eres el culpable de… lo que sea que me esté pasando.

   Pareciera que esas palabras fueron suficientes como para tranquilizar a la muchacha, pues poco después cayó dormida en el sofá. El estrés del momento la había mantenido despierta.

   Dipper había estado viendo a la pared desde que Ford salió por la puerta. Realmente no había reaccionado todo ese tiempo, hasta que la castaña cayó dormida. Parecía que el sueño de su hermana lo había despertado. Vio en dirección a la castaña, y luego levantó la vista hacia el moreno.

   Sus ojos estaban nublados, pero seguían siendo completamente oscuros, aún no tenían brillo. No había notado ese detalle, por alguna razón creyó que eso había cambiado en el último mes, pero no era así. Seguían siendo completamente negros, seguían pareciendo la nada misma.

   –¿Me ayudas a llevarla a la cama? – Preguntó el castaño, poniendo su mano derecha sobre el hombro del rubio, quien accedió a su pedido. Sus ojos estaban hinchados, Dipper estaba seguro de que había sido el único en verlo llorar y así quería mantenerlo, no por sentirse superior, si no porque sabía que el orgullo de Billy había sido herido en cuanto fue visto por él. Y tenía razón.

   Bill estaba aguantando las ganas de llorar, así había sido desde que Mabel le habló. Había notado la mirada del pino cuando se desmoronó mientras ella explicaba su estado, y no quería que esa situación se repitiera.

   Apenas dejaron a la chica en su cuarto, fue él quien se encargó de arroparla antes de salir.

   –Sígueme. – Procedió a decir el menor, tomando con cuidado la muñeca del moreno. No quería ser brusco, menos en ese momento, así que esperó a que el mayor reaccionara antes de guiarlo al techo de la cabaña.

   El lugar seguía siendo tal y como lo recordaba, nada había cambiado desde que Wendy se lo enseñó hacia ya tantos años.

   –¿Porqué estamos acá? – Preguntó Bill.

   –Sé que no te gustó que te vea llorar, y sé que no te va a gustar que lo haga ahora… pero también sé que no es bueno reprimir lo que uno siente. Así que, si te parece bien, me gustaría que te sientas libre de expresarte con migo. – Respondió el castaño. Realmente estaba nervioso, no esperaba sonar tan cursi en ese momento, pero esperaba que esas palabras fueran lo que su amigo necesitaba.

   Se sorprendió al escuchar la risa de Billy, que no tardó en recuperar su humor habitual.

   –Gracias Dip. – Fue lo único que dijo. Ese pequeño gesto por parte del pino le había subido el ánimo. Normalmente se hubiera preguntado la razón, o se hubiera quejado por eso, pero en ese instante, simplemente se permitió disfrutar el momento.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora