_10 Primeros lazos_

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   Bill fue jalado con brusquedad y entusiasmo fuera de la cabaña por Mabel. Dipper salió tras ellos de manera calmada, contrastando en gran manera con la actitud de su hermana. Se hubiera opuesto a ir de no ser por el fugaz recuerdo del día anterior, en que tras intentar liberarse de la castaña esta se lo impidió con una seriedad que rozaba lo tétrico.

   Esta vez no solo debería soportar a uno de los gemelos misterio, si no que a ambos, y eso ya hacía que su mañana se arruine por completo.

   Gracias a su nuevo acompañante el rubio se vio obligado a ir junto a la castaña todo el camino apenas llegaron al bosque. No estaba seguro de si sus violentas amenazas serían o no cumplidas al final del día si cometía un error, pero prefería no saberlo que arriesgarse.

   Para su sorpresa el día prosiguió tranquilamente, él no lo sabía, pero Mabel había aprendido a relajar su tono de voz cuando aún era temprano, pues si no su hermano terminaba con dolor de cabeza gran parte del día, y eso era lo último que ella quería. La mayor había decidido contarle acerca de Gravity Falls en general, no solo el raromagedon y cosas paranormales cómo la primera vez que hablaron. Le comentó sobre los ciudadanos y sus amigas, además de como era el trabajar en la cabaña.

   Si bien no le resultaba fascinante, sí era mejor que oír una y otra vez la misma historia de cómo había sido derrotado, lo cual en cierto modo resultaba refrescante.

   Aún así Bill no pudo salvarse de la historia del mundo imaginario que había creado para ella, así que antes de que la historia pudiera llegar más lejos la interrumpió para así cambiar de tema.

   –Oye, niña. – Su voz había salido algo más brusca de lo que había pensado en un principio, pero aún así la castaña volteó rápidamente con los ojos bien abiertos. Era la primera vez que él le dirigía la palabra primero, antes de que ella le preguntara algo. – ¿Cuántos años tienen? Recuerdo que me dijeron que tenían doce la primera vez que vinieron, pero nunca actualizaron la información.

   –¡Tenemos 17! – contestó con entusiasmo la muchacha, quizá demasiado para los pobres tímpanos de Bill y Dipper, quienes se habían acostumbrado al volumen bajo en la voz de Mabel. – Perdón, tenemos 17. Este verano cumplimos los 18, finalmente seremos adultos. – Ahora estaba más calmada, pero aún así la ilusión de contarle algo al rubio que él mismo había preguntado seguía presente en ella.

   –Algunos nos dicen que parecemos de 15 o 16, lo dicen como si fuera la gran cosa. Pero aún estamos creciendo, y es normal que nos veamos jóvenes. – Ella mantenía la creencia de que, si seguían diciendo eso cuando ambos cumplieran los 21 años sería un milagro.

   El rubio ignoró el último comentario. Tal y como había predicho tenían 17… Sabiendo que habían cumplido sus trece el último día de vacaciones estaba en duda sobre si su edad era esa, o de 18.

   Dipper solo se mantenía distante, observaba a su compañía por detrás, asegurándose de que el moreno no intentara herir a nadie.

   –Ah, interesante. – Lo dijo con desinterés, pero ese comentario por parte del moreno causó en la castaña aún más emoción. Volteó para ver a su hermano con una expresión de perro mojado, él conocía ese rostro, el hacía uno parecido en ocasiones cuando quería contar algo que estaba relacionado con Mabel. Ella le estaba pidiendo permiso para contarle cosas sobre ambos, más allá de su vida en Gravity Falls.

   –Hacé lo que quieras, solo no cuentes algo demasiado personal. – Sabiendo a lo que su hermano se refería, y aceptando esa única condición, volvió a dirigirse a Billy, quien en ese preciso momento supo que había metido la pata. No sabía cómo ni cuando, pero había causado que la castaña despertara su cotorra interior.

   «¿Por qué a mí?» Pensó a modo de reproche.

[ . . . ]

   Habían pasado ya unos cuantos minutos. Mabel lo había llevado a nuevamente a rastras hacia un tronco, en el cual lo obligó a sentarse, causando que Bill se clavara una astilla en el proceso. Se hubiera quejado, pero no quería que la menor se preocupara, pues eso haría que fuera aún más complicado tratar con ella.

   Durante un largo rato escuchó sobre la vida citadina de los gemelos Pines. No le sorprendió por parte de Dipper, pero si por parte de la castaña el saber que en su escuela ambos formaban parte de los promedios más altos de toda la escuela.

   A lo largo de las variadas anécdotas que la muchacha contaba se percató de algo, ella tenía una personalidad impulsiva, infantil, hiperactiva y extrovertida. Tenía tendencias a confiar demasiado rápido, pero también algunas un tanto violentas. No sabía porqué, pero sentía que era el tipo de persona que no te caían bien hasta que la conocías. Era alguien en quien, a pesar de sus flaquezas, podías confiar plenamente… Aunque también era el tipo de persona que, si llegabas a sufrir un accidente junto a ella en el momento justo que está distraída, podías morir tranquilo pensando que al menos no estabas solo.

   Por otro lado, el pino parecía ser alguien más introvertido, reservado, desconfiado, nerd y, aunque le costara decirlo, amable. Parecía ser el tipo de chico que le gustaba a algunas chicas en busca de misterio. Era cariñoso y divertido solo con sus seres queridos, y evitaba el contacto físico aún cuando estaba con ellos. Parecía ser el tipo de persona que te ayudaría luego del accidente hipotético, y a su vez quién regañaría a Mabel por estar distraída en un momento tan serio.

   –Son como dos caras de la misma moneda. – Susurró Billy. Cayó en cuenta de que había sido oído cuando sintió la mirada de ambos hermanos sobre él, ambos estaban curiosos por el comentario. Ante esto el moreno se limitó a explicar sus palabras. – Me refiero a que, a pesar de ser relativamente iguales en apariencia y ADN, son completamente diferentes en cuanto a actitud se refiere. Pero aún a pesar de eso se complementan, ambos son dos caras de una misma moneda. Sin sus lados distintivos la moneda pierde parte de su esencia, pierde una parte de ella.

   Cuando Bill terminó de hablar, Dipper lo miró sorprendido, no esperaba que el rubio altanero y orgulloso dijera algo tan… ¿Poético? Quizá no era tan estúpido como creía.

   Mabel por su parte estaba feliz, Billy estaba opinando y participando en la conversación. Era un gran avance, un avance realmente satisfactorio.

   –Billy. – Dijo alargando las letras mientras se acercaba a abrazar al mayor. – Puede que nos muestres una fachada orgullosa y narcisista de ti mismo, pero yo creo y sé que muy, muy, muuuuuy en el fondo sos alguien bueno.

   Para finalizar la frase sonrió cuánto pudo, realmente estaba feliz. Bill regresó a su actitud normal e ignoró a la castaña. Aún así, por esta vez, ninguno de los gemelos se quejó por ello o le tomo importancia. Solo siguieron con su paseo por el bosque, y Billy, por primera vez, los siguió por iniciativa propia.

[ . . . ]

   El cuerpo humano es algo maravilloso, está lleno de misterios y cosas extraordinarias. El cerebro es una de ellas, controla el cuerpo y se encarga del almacenamiento de los recuerdos.

   Para Bill el cuerpo humano no era en absoluto como lo describe la ciencia, era más bien algo problemático. Si a problemas se refiere, podemos asegurar que lo que más le traería inconvenientes sería el cerebro, más específicamente la zona del sistema límbico, el cual se encargaba de las emociones en el ser humano.

   Ahora él era un humano, y por más que lo evitara está parte formaba parte de él. Sin darse cuenta estaba formando sus primeros sentimientos, sus primeros lazos.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora