_11 Rompiendo el hielo_

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   Los tres jóvenes regresaron a la cabaña luego de unas horas. Había sido más entretenido de lo que esperaban, y el ambiente hostil disminuyó considerablemente en todo ese tiempo.

   Mabel estaba más que encantada con el resultado de la caminata, y se sintió mejor sabiendo que ambos muchachos se llevarían mejor a raíz de esta.

   –¿No creen que fue divertido? – Dijo Mabel con entusiasmo, era tarde y estaban preparando la comida. Al menos los más jóvenes de la familia Pines, pues no se sentían seguros de las habilidades culinarias de Billy, quien se vio obligado a simplemente observar. – ¿Qué te pareció Billy?

   –No puedo decir que fue lo mejor que me pasó en la vida, después de todo no tengo ningún recuerdo para comparar. Pero… – Hizo una pausa, no sentía que una respuesta altanera u agresiva fuera la mejor opción. No estaba en posición de llevarse mal con la gente, aún menos con el pino. – Supongo que fue entretenido.

   A Mabel se le iluminaron los ojos, le encantaba el hecho de que el rubio por fin comenzara a abrirse con ella. Miró con ilusión a su hermano, quien simplemente le dedicó una sonrisa.

   Finalmente luego de una hora la comida estuvo lista, y una vez Stanley terminó su jornada en la cabaña ayudó a sus sobrinos a preparar la mesa.

   –¿Y cómo les fue? – Preguntó curioso el anciano.

   –¡Genial! Billy dijo que también se divirtió, parece que por fin nos quiere. – Lo había dicho como una broma, pero lo que realmente causó las carcajadas del mayor fue el rostro asqueado del rubio.

   –Sí, sí. No saben cuánto los amo, realmente los aprecio con todo mí corazón. – Dijo con sarcasmo el rubio mientras jugaba con la comida, y miraba fijamente a los gemelos.

   –¿Ves tío? Realmente nos quiere. – Bromeó Mabel logrando que, finalmente, Dipper soltara una pequeña carcajada.

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   La comida terminó sin inconvenientes, Bill se mantuvo callado una vez comenzó a comer, y la familia Pines siguió poniéndose al día.

   Una vez todos terminaron Stanley le pidió al rubio que le ayudara con los platos para que así sus sobrinos se encargaran de ayudar a Soos con la remodelación del cuarto de Mabel.

   –Tal parece que tu fuerte es lavando platos. – Bromeó Stan al ver que el moreno aún no rompía nada, causando el desagrado del muchacho. –Era una broma, no te enojes. De igual modo ya sabemos que no eres muy bueno en cuanto a actividades simples se refiere.

   –Solo olvidé por un instante cómo vestirme, ya no volveré a equivocarme con eso. – Si había algo que odiaba de su nuevo aspecto era la confianza que todos le tenían al momento de hablarle, bromear e interactuar con él.

   –Okey, si tú lo dices así debe ser.

   Pasaron unos minutos hasta que finalmente terminaron de limpiar, y el mayor decidió sacar a la luz su habilidad en los negocios.

   –¿No piensas conseguir un trabajo mientras estés aquí? – Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Si algo no había cambiado en Stan con el pasar de los años, era el aprovechar toda oportunidad para conseguir dinero, y un trabajador extra no le vendría mal en lo absoluto.

   –La verdad no, apenas sé que hacer con mí vida ahora que estoy aquí. – Realmente no lo sabía, si en verdad conseguía su venganza, ¿qué pasaría después? Esperaba volver a tener su cuerpo original, ya no ser una estatua abandonada y recuperar su magia. Volver a sus días de gloria. Pero sabía que era más probable vivir lo que le quedaba de vida como un humano, o volver a su confinamiento eterno. – Supongo que solo esperaré a ver qué pasa.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora