_12 Una pequeña molestia_

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   Dipper despertó sintiéndose como si un camión le hubiera pasado por encima. No entendía porqué había tardado tanto en dormirse, hacia ya un tiempo no le costaba tanto conciliar el sueño.

   Bajó hacia la cocina y se sorprendió al ver a Mabel preparando las cosas para el desayuno.

   —¿Qué hacés acá? Es muy temprano, deberías estar en lo de Grenda. No podés irte así como así si sos su invitada. —reprochó el menor a la castaña, quien se limitó a poner su mano sobre el hombro del muchacho y responder.

   —Dipper, hermanito de mí corazón. Ya son las nueve de la mañana, allá se levantaron a las seis, acabo de venir de desayunar con ellos. —El castaño no entendía porqué se habían levantado tan temprano, pero aún así decidió no preguntar, pues sabía que su hermana ya habría averiguado hasta el último detalle y se los compartiría con gusto.

   —Cambiando de tema, ¿cómo está Billy? Por lo que veo todavía no se levantó. —mencionó Mabel una vez se percató de la ausencia del rubio.

   —Vine para hacer el desayuno antes de que todos se despierten, y teniendo en cuenta que él no puede ayudar mucho decidí no despertarlo.

   —Si ese es el caso, entonces yo me encargo de que se levante, no nos vendría mal hablar un poco con él. —declaró para ir a buscar al muchacho.

   Le resultó gracioso que, al subir al cuarto de los dos jóvenes, el mayor se encontrara en posición fetal, o como ella le decía, como si fuera un bicho bolita.

   Aún recordaba un ensayo que hizo en su primer año de secundaria sobre las distintas posiciones para dormir y sus beneficios. Si bien era un tema extraño, a ella le gustaba.

   Se dice que las personas que duermen en esa posición suelen ser tímidas e introvertidas al comienzo, pero que esto es una fachada, un mecanismo de defensa. Cuando agarran confianza se liberan de ese escudo y, finalmente, se muestran amables y extrovertidos.

   No creía que esta lógica se aplicara en todos, pero aún así prefería creer que ese era el caso del rubio, y que con el tiempo este dejaría de estar a la defensiva y se abriría con ella y Dipper. Si algo le seguía gustando sin importar el paso del tiempo, era el hacer amigos, lograr que ellos confiaran en ella, y que logren ser felices.

   —Billy, despierta. Ya es hora de desayunar. - Susurró la castaña mientras daba pequeños toques al moreno, que casi al instante saltó de la cama con los ojos bien abiertos. —¿Te asusté? —preguntó la muchacha al mismo tiempo que aguantaba la risa.

   —No, para nada. Solo me dieron ganas de despertarme saltando. —dijo sarcástico.

   —Que bueno, si ese es el caso, entonces veo que tenés mucha energía hoy. —si algo identificaba a Mabel era la habilidad que tenía para convertir un comentario sarcástico en parte de la conversación. A veces resultaba y otras simplemente molestaba a la gente, pero aún así ella seguía pues era su "marca personal".

   Ambos jóvenes bajaron nuevamente a la cocina para acompañar a Dipper, que al igual que Bill estaba en pijama. Tal como la mañana anterior fueron los gemelos quienes se encargaron de preparar el desayuno, Stan se levantó para ayudarlos con la mesa, y todos juntos desayunaron en la mesa del comedor.

   Dipper notó que el rubio en ocasiones evitaba que uno de sus dedos entrara en contacto con cualquier objeto, lo cual llamó su atención. ¿Porqué hacía eso?

   La familia terminó de desayunar, y otra vez fue Bill quien se encargó de los platos mientras los demás terminaban de arreglar el cuarto de Mabel.

   Curiosamente el moreno sentía una gran incomodidad en su dedo anular, que a veces resultaba dolorosa. Le preocupaba que fuera algo grave, pero al recordar que antes en su salida con los hermanos Pines se clavó una astilla en ese mismo lugar le restó importancia. No podía pasar nada grave por una simple astilla. ¿Verdad?

[ . . . ]

   —Mostrame tu mano. —pidió Dipper firmemente. Momentos antes el rubio había estado masajeando su dedo, lo cual terminó por convencer al castaño de que el muchacho se había dañado con algo. —Ahora.

   Bill decidió hacerle caso, en el peor de los casos le quebraría un dedo, pero confiaba en que viviría un tiempo más.

   —¿Nos vamos a casar? —bromeó el rubio cuando el menor comenzó a buscar heridas en su dedo anular. Esto causó un gran sonrojo en el muchacho, causando una pequeña carcajada en el moreno.

   —No estúpido, estoy viendo si te lastimaste con algo.

   —Ah, una astilla. Pero no es nada grave.

   —¿Cómo que no es grave? —reclamó el pino al mayor —. Puede infectarse, ¿Desde cuándo la tenés?

   Bill se sorprendió, ¿Tan débil era el cuerpo humano que una simple astilla representaba un problema?

   —Desde que tu hermana me sentó en el tronco ayer. —respondió con calma.

   Dipper lo miró atónito, ¿cómo podía ser que no se hubiera quejado? Incluso él hubiera pedido con el lagrimón en el ojo que le quiten esa porquería del dedo.

   Definitivamente ese sujeto o tenía un gran orgullo, o era un completo idiota.

   —¡Mabel! —gritó el castaño a su hermana que se encontraba en otra sala, asustando al moreno, que hasta ese momento había estado tranquilo sin molestar a nadie —. ¡Preparame alcohol y aguja!

   Una vez todo estuvo listo, el menor se lavó las manos y desinfectó el alfiler que su hermana le trajo con el alcohol, y puso la punta en el fuego de la cocina bajo la atenta mirada de los mayores.

   Una vez estuvo caliente se acercó a Billy, tomó su mano y apuntó el alfiler hacia el lugar en que la astilla se había clavado.

   —Por lo que más quieras, no grites. —bromeó Dipper antes de remover con cuidado la piel sobre la astilla.

   Apenas el metal entró en contacto con Bill, no pudo evitar sentir una agradable sensación, causando que una pequeña sonrisa se le escapara de la comisura de los labios, que fue percibida por Mabel.

   El menor estaba concentrado en quitar la astilla de la piel del mayor, así que una vez logró divisarlo lo levantó con mucho cuidado, haciendo uso de la punta de la aguja.

   Luego de unos segundos la astilla estaba fuera, y Bill sintió un extraño alivio. Ya no sentía la molestia del objeto en su dedo, y eso le tranquilizaba un poco.

   —No grité. —dijo con orgullo mientras observaba al castaño, que estaba pasando alcohol sobre la herida, y colocando una curita sobre ella.

   —Lo noté.

   Una vez el procedimiento terminó Mabel saltó sobre el rubio, disculpándose por no darse cuenta de eso antes y prometiéndole tener más cuidado en un futuro.

   Dipper solo se limitó a mirar la escena. Realmente el moreno era un chico orgulloso, hubieran ahorrado algo de tiempo si les hubiera contado su inconveniente apenas sucedió.

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Originalmente iba a esperar más para publicar el capítulo porque no quería que, una vez se me acabaran los que ya tengo planeados, tuvieran que esperar nuevamente hasta que piense en nuevas ideas.

Pero después me acordé que ya estuve inactiva por mucho tiempo, y que tuvieron que tenerme paciencia en todo el proceso. Así que decidí actualizar nuevamente esta semana. Sé que no es el mejor capítulo, y que el romance está tardando en llegar, pero aún así no quería dejarlos sin nada.

Y no se desanimen, falta poco para que Dipper deje de ver a Billy como una amenaza, y le permita acercarse. No románticamente, pero una vez eso pase el amor no va a tardar en llegar.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora