Habían pasado ya cuatro días desde que Stanford había regresado de su última expedición, y parecía que no tenía intención alguna de irse.
Bill sentía cómo el anciano lo observaba y analizaba, como cada cosa que hacía era juzgada. Parecía que sin importar que tan amigable se mostrara en frente de él, o cuántas veces se pusiera nervioso ante la posibilidad de ser asesinado, el hombre no bajaba la guardia ni un segundo.
A diferencia de sus sobrinos, el seis dedos era mucho más precavido. En su opinión, era mucho más inteligente, pues no ignoraba su extraño origen, pero en momentos como ese lo último que quería Bill era que hubiera alguien inteligente en la familia.
«Este viejo me está sacando de quicio.» Pensaba el joven rubio a diario. ¿Cómo podía evitar que él descubriera su secreto?
Conociendo al mayor, iba a ser muy difícil. La opción más segura era el seguir con su plan de ganar la confianza de los demás integrantes de la familia, si Stanford lo descubría e intentaba convencerlos, era mejor que ellos lo defendieran.
Solo había un pequeño inconveniente, y se apodaba Pino. Si bien habían avanzado en su “relación” el tipo de cercanía que tenían en esos momentos no era suficiente. Necesitaba ser amigo del castaño, y aunque la idea le desagradara, no podía permitirse ser solo su compañero. Sabía que cuánto más grande era un lazo entre los humanos, más riesgos tomaría por la otra persona, y eso era lo que necesitaba en esos momentos.
Una vez más, debía dejar su orgullo de lado, su vida se estaba volviendo una mentira más grande de lo que había planeado en un comienzo. ¿Al final de esta travesía quedaría algo que realmente fuera él, o solo sería la sombra de lo que fue alguna vez? No lo sabía, pero estaba dispuesto a correr el riesgo con tal de seguir vivo.
«Hablando del rey de Roma.» Pensó cuando el joven de ojos marrones ingresó a su habitación.
«¿Qué puedo hacer que no haya hecho ya?» Se cuestionó el mayor. Había intentado hablar con el chico, e incluso ser quien comenzara las interacciones. Lo único que quedaba era el contacto físico, pero incluso para él era demasiado desubicado.
Terminó por hacer caso omiso a ese pensamiento, yendo con Dipper, que estaba buscando algo dentro de la habitación. Una vez estuvo lo suficientemente cerca lo tomó de los hombros y apoyó su cabeza sobre uno de ellos, sobresaltando al muchacho.
–¿¡Pero que mierda!? – Se quejó el castaño antes de voltear su cabeza y encontrarse con el rubio. – ¿Qué estás haciendo? – Cuestionó una vez se calmó un poco, ese chico realmente era impredecible.
–Te estoy saludando, tu hermana hace cosas como esta todo el tiempo. – Y era cierto, la única referencia que tenía era la castaña, pues dentro de la familia todos eran relativamente apáticos.
–Debe ser una broma. – Balbuceó el menor. A veces Billy parecía tener cambios bruscos de repente, y si bien no le molestaba tanto como al comienzo, sí le parecía extraño. Había tenido un gran cambio en el último mes, se veía más dispuesto a hablar, y cada vez hacía menos comentarios sarcásticos. Era alguien mucho más agradable que antes, pero en momentos irritante.
–En fin, ¿qué estás haciendo? – Preguntó Billy mientras soltaba al muchacho. Había sido más incómodo de lo que esperaba, ¿desde cuándo le importaban ese tipo de cosas? El pensamiento humano realmente se estaba volviendo parte de él, le resultaba repugnante. Nunca le había preocupado entrar en ridículo, o ser demasiado falso hasta que se convirtió en una persona de carne y hueso.
–Estoy buscando la lista de precios, esta semana es mí turno de atender a los clientes de la cabaña. Ayer la traje para intentar memorizar algunas cosas y ahora no puedo encontrarla. – Si bien tenían una caja registradora, no tenían el scanner para los códigos, lo cual los obligaba a seguir una lista que Stanley había armado hace un tiempo.
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_Nuevo comienzo_ Billdip
Fanfic[Primer temporada] ¿Quién diría que Bill Cipher, el demonio del sueño, sería capaz de cambiar por unos simples humanos? [Iniciada el 18-10-2021 y finalizada el 16-01-2023]