_16 Buscando gustos compartidos_

324 33 6
                                    

   Dipper despertó cansado, Mabel le había comprado unas pastillas para dormir esa semana, pero por alguna razón más que ayudarlo a descansar solo le hacían caer dormido. Quizá era porque no estaba acostumbrado a tomar ese medicamento, pero aún así era molesto de igual forma.

   Stanley les había dicho a él y a Mabel que ese día no se preocuparan por sus turnos en la cabaña, que solo alejaran a Billy del lugar por si acaso. Stanford era alguien inteligente, pero a diferencia de ellos, podía llegar a preocuparse más ante el nuevo inquilino de la cabaña misterio.

   Dipper dirigió su vista hacia el reloj, y viendo que faltaban unos 15 minutos para que sonara la alarma decidió quedarse un rato acostado. Miró al joven dormido en la cama de al lado y se preguntó qué pasaría por su cabeza. A pesar de que tanto él, como Mabel habían mejorado en su relación con el moreno, ambos sabían que no confiaba en ellos. Quizá era por la hostilidad que mostraron al comienzo, o solo porque era parte de su persona el ser desconfiado.

   El castaño había aprendido algo del mayor en el tiempo que compartieron el cuarto. Billy odiaba despertarse con el sonido de la alarma, pues al ser su sueño tan ridículamente ligero, despertaba sobresaltado y de mal humor. Aún así, el pino prefería eso antes que tener que despertarlo él mismo. Podía ser que hubieran mejorado su relación, pero ambos desconfiaban del otro. Dipper aún se sentía intimidado por el rubio.

   Finalmente sonó la alarma, y tal como siempre, Bill se levantó de un salto y con el seño fruncido. Miró en dirección a la alarma y vio al castaño sentado, apagando el aparato.

   –Conque ya estabas despierto, hijo de... – No pudo terminar la frase, pues recordó que Mabel le hizo una advertencia sobre usar palabras demasiado bruscas en sus conversaciones. “Si sigues así se volverán parte de tu forma de hablar, y si eso pasa juro que te mato”. Esas habían sido sus palabras exactas. – Pudiste apagarla antes, ya que estabas despierto.

   –¿Cómo iba a levantarte? Yo también me estaba despabilando. – Cuestionó Dipper con tono irónico, era una pregunta retórica.

   –Con un besito en la mejilla y unos buenos días al oído. – Bromeó con tono malhumorado Billy.

   Dipper se puso rojo, odiaba cuando el chico hacía chistes de ese tipo, o hacía acercamiento demasiado íntimos. Aún recordaba el día en que llegó y se acercó a él para olerlo, todavía se le ponía la piel de gallina al pensar en eso.

   –¡Ni que fueras mí novio! – Se quejó Dip.

   –Ya quisieras tener a alguien tan lindo como yo de novio. – Se burló el moreno. Recordaba que el castaño era alguien vergonzoso, y siempre que podía se aprovechaba de eso.

   –Ya quisieras que alguien como yo quiera ser tu novio. – Respondió el menor, que al instante se sonrojó más, causando las risas de Bill. En respuesta, esta vez solo recibió una almohada en la cara por parte del muchacho.

  –Eso no lo dije yo. – Terminó por decir mientras salía de la habitación para que el pino se cambie.

   Si algo había cambiado en esas dos semanas, era que Dipper se sentía más seguro de perder de vista al moreno. Y que Bill había tomado la costumbre de esperar frente a la puerta de Mabel hasta que su hermano terminara de alistarse.

   «Si alguien quiere matarme, estoy seguro de que la estrella fugaz sería la que más rápido intervendría.» Esa era la idea de Bill.

   El día anterior, antes de dormir, Stanley les pidió a los tres que se cambiaran apenas despierten, en lugar de hacerlo luego de desayunar. Así que eso estaban haciendo.

_Nuevo comienzo_ BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora