_21 El comienzo de algo más grande_

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   Al día siguiente Dipper se levantó con el sonido de la alarma, que fue apagada por el rubio apenas notó el movimiento del castaño.

   –No voy a esperar a que se te dé la gana apagar el despertador. – Billy tenía el seño fruncido, algo normal considerando que soportó el molesto sonido de la alarma por unos minutos.

   Dipper simplemente observó al rubio hasta que salió de la habitación, no había podido decir ni una palabra, pero su corazón parecía estar a punto de explotar. Nunca había notado que la voz del moreno era ronca al despertar, era algo normal, a todos les pasa, pero para el de ojos marrones era algo nuevo en Billy.

   Bill por su parte fue en dirección al baño, hizo lo que la naturaleza manda, se lavó el rostro, los dientes, y salió del cuarto, solo para encontrarse con la mirada penetrante del seis dedos. Estaba relativamente acostumbrado a sus bruscas apariciones, así que se dispuso a rodear al mayor para salir del lugar cuando este lo tomó del brazo.

   –Te estoy observando. – Había sido una amenaza, y todo el cuerpo de Bill tembló en respuesta. Habían pasado ya seis días desde su regreso, y aún así el rubio no podía sentirse seguro aún estando con los gemelos cerca de su tío.

   –Ay señor, no sabía que fuera tan bromista. – Alcanzó a decir el más “joven” entre tartamudeos mientras quitaba la mano del mayor de su brazo. – Bueno, le dejaré el baño libre. Si me disculpa. – Salió rápidamente y se puso frente a la puerta de la castaña. Nunca antes lo había encarado de esa forma, parecía que su actitud solo empeoraba.

   «Odio no ser capaz de hacer nada. ¿Era necesario ser un humano al regresar? ¿No podía ser cómo antes? Nadie me respeta, nadie me teme… No puedo hacer nada al respecto.» Pensó el moreno con impotencia. Parecía que solo podría salir adelante si estaba acompañado de los gemelos, e incluso Stanley, pero nunca por sí solo. ¿Realmente se había convertido en alguien inútil?

   Finalmente el castaño salió de su cuarto y, tras volver del baño y saludar a su tío, fue en busca de Billy, sabiendo ya su lugar de espera.

   Se sorprendió al ver al mayor con una expresión nerviosa, era normal verlo enojado, pensativo, e incluso serio en ocasiones. Pero nunca así, ¿qué diablos había pasado mientras él estaba en su cuarto?

   –Billy, ¿estás bien? – Fue lo que dijo el menor mientras extendía su mano en dirección al rubio, que volvió en sí apenas oyó la voz del castaño.

   –Ah, sí. Estoy bien, no es nada. – Respondió tomando la mano del joven, que sintió su corazón a mil nuevamente ante el contacto. – ¿Bajamos? – Preguntó mientras bajaba las escaleras en dirección al comedor.

   Mabel por su parte ni siquiera se había levantado de su cama. El dolor de cabeza la estaba matando, y sus náuseas eran cada vez más grandes. Tomó uno de los remedios que tenía en su mesa de luz y decidió ir al baño para lavar su rostro. Fue cuando se vio al espejo que notó su cansancio, parecía que no había dormido en toda la noche. Fue rápidamente a su habitación y se colocó corrector de ojeras, algo que su madre le había dado antes de irse, en caso de “emergencias”. Las ojeras nunca habían sido un problema para ella.

   Finalmente bajó las escaleras, solo para encontrarse con Dipper y Billy preparando el desayuno. El rubio había comenzado a ayudar cuando ella le enseñó a usar la cocina, y a preparar cosas sencillas. Esta vez estaba exprimiendo limones.

   Aún recordaba las imparables quejas del mayor cuando se cansaba de exprimir, haciendo que la castaña riera.

   –Buenos días a todos. – Saludó la joven apenas estuvo junto a los muchachos. – ¿Cómo están?

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