Rebanadas de pizza

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Señora Estrella

05 de Marzo, 2015

—¿Está bien? —me preguntó Olivia dejando la taza de té sobre la mesita de luz.

—Si lo estoy, solo necesito descansar —contesté enroscada entre las sábanas.

—¿Otra vez acá? —la regaño doña Clara entrando a la habitación. Su abuela la miró con decepción al tiempo que hacía un esfuerzo por comunicar, sin hablar, que se fuera de ahí —¿no ves que está mal, qué necesita espacio? ¿por qué siempre tienes que ser tan estúpida?

"Genial, ahí va de nuevo" pensé hundiendo la cabeza en la almohada "es tan despreciable, ella tiene a su niña sana y la trata como basura. La vida es tan injusta, se la hubiera llevado a ella así yo podría estar con mi beba y esta anciana bajaría un cambio y se daría cuenta de lo que perdió" desenrede mi cuerpo y me acomodé contra el respaldo de la cama.

—Gracias por dejarme quedarme —dije interrumpiendo el regaño de su anfitriona.

—No es nada —aclaró doña Clara mientras Olivia huía de ahí con los ojos llorosos —¿estás mejor?

—La cabeza me da vueltas.

—Si no supiera que es por la resaca te diría que estás embarazada.

—¡Señora! No diga eso, ni de chiste.

—Aún sos joven.

—No voy a reemplazar a mi hija —aclaré seriamente. Mi asco aumentaba a cada minuto.

—Es muy pronto para eso, lo sé, pero ya te dije que sos muy joven: en cualquier momento volverás a ser bendecida por un pequeño. ¿Quién sabe? Tal vez hasta salga con los mismos ojos que tu hija —esperó un momento por la respuesta, al no obtener ni una mirada decidió marcharse dejando la puerta abierta.

Estiré la cabeza sin moverme del lugar y esperé a que el último rastro de la sombra de mi anfitriona se marchaba para volver a acostarme. Me sentía fuera de lugar, en una cama que no era la mía, en un hogar que no se sentía como tal, en una situación en la cual tan solo podía esperar a que el despertador me sacara de esta pesadilla. "Pero que estúpida ¿Cómo se atreve a insinuar que debo reemplazar a mi pequeña? Ella es lo mejor que me paso, no tiene cambio, no existe alguien igual. Jamás lo hará" sostuve la almohada con fuerza y la estiré con delicadeza, la envolví con los brazos y me dormí.

No era la primera vez que perdía a alguien, ni era la primera vez que lloraba sin consuelo. Estaba acostumbrada a eso. Por más que odiaba admitirlo sabía lo difícil que había sido mi vida hasta ese momento, sabía mejor que nadie que tenía la fuerza suficiente para continuar. Pero no quería hacerlo. Ya no tenía razón para continuar, mi alma se había partido y entregado en cada pétalo blanco regalado a mi hija.

...

Olivia

06 de Marzo, 2015

Di vueltas en mi colchón, el llanto de la señora me taladraba la cabeza. El brazo de mi primo me golpeó la cara, este estaba profundamente dormido "¿Cómo puede dormir con tanto alboroto?" Me cuestioné tras alejar la mano de Facundo de mi cara. Salí de la habitación para ir al único lugar donde el llanto de la señora no se escuchaba: la cocina. Me recosté sobre la mesa usando los brazos de almohada.

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