El psicólogo

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Megan

03 de Marzo, 2015

Al llegar a la calle Paso de las almas los rayos del sol chocaron contra el ala de mi sombrero, impecable e imponente, tomé por sorpresa a varios de los vecinos quienes, por breves segundos, no me sacaron los ojos de encima. Hace años que no había tenido la necesidad de ir a aquel lugar pero las circunstancias contradecían mis deseos y no me quedaba nada más que ceder. 

Toqué la puerta blanca varias veces y espere a que alguien apareciera. Las luces de la casa estaban apagadas sin embargo se oían susurros del interior.

—Ni te gastes —me aconsejó una vecina que volvía de hacer las compras junto a su nieta —se fueron hace más de una hora.

—¿Dijeron cuándo van a volver? 

—No pero dudo que lo hagan pronto, últimamente se quedan poco tiempo en casa, tendrás suerte si vuelven antes de que anochezca. 

—Supongo que no me queda más que esperar —anuncie con un dejo de decepción en mi mirada. 

Al cabo de una hora y media la pálida nieta de la señora me acercó con un vaso de agua y varias magdalenas caseras. 

—No, gracias. Estoy bien —rechacé sentada de forma erguida en las blancas escaleras de la entrada. 

—¿Usted es amiga de la señora? —cuestionó la adolescente dejando tanto el agua como las magdalenas junto a mi.

—No y dudo que algún día lo seamos —contesté mientras negaba con la cabeza. 

—Aun así, si los espera tanto es porque son importantes para usted —aseguró la adolescente. 

—Sí, hay cinco personas importantes para mí viviendo ahí dentro pero ninguna es Andrea. Eso te lo puedo jurar frente a quien quieras. 

—Entonces, ¿es amiga de Jorge? —interrogó —no parece la clase de persona que sería amiga de él.

—No, tampoco. No me considero su amiga, ni su enemiga, mi opinión con respecto a él es completamente neutral. 

—Pero eso no tiene mucho sentido —analizó levantando la vista hacia la derecha —no sos amiga de Andrea y tampoco de Jorge pero dijiste que cinco de las personas que viven ahí dentro son importantes para vos ¿cómo es posible que haya cinco personas importantes para vos si dos de las seis personas que viven ahí no te agradan? 

—Haces bastantes preguntas —me queje acomodando mi sombrero —¿porque mejor no te vas a fijar si tu abuela necesita algo? 

—Lo siento, no quería molestarla. Es que la vi tan sola que creí que le alegraría tener alguien con quien hablar. 

Me hice a un lado y le di suaves golpecitos a los peldaños, corrí el vaso y probé uno de los bocadillos que la joven había dejado. Mis ojos oscuros pintados de negro apuntaron hacia la chica y luego a la escalera. La adolescente tenía razón, quería alguien con quien hablar y si bien ella no era mi primera opción era mejor que hablarle al viento. 

—Tomás, Agustín, Joaquín y Alexander —enumere luego de que la chica tomará asiento a su lado. 

—Son cuatro, te falta uno —resaltó la joven dejándome perpleja. La adolescente tenía razón nuevamente, yo había mencionado sólo cuatro nombres. 

Normalmente mi memoria era tan impecable como mi apariencia pero en aquel momento esta me había fallado. Pensé incansables veces en el nombre que me faltaba pero por más esfuerzos que hice no consigui recordar. 

—¿Estás bien? —cuestionó la joven al verme tan pálida como ella. 

—Alguien... yo sé que hay alguien más pero... pero no puedo recordarlo -con ambas manos sostuve mi sombrero. Lo que parecían susurros en el interior del hogar ahora eran alaridos que me perforaban la cabeza —Él, ella... él... él... solo lo tengo a él —mi voz disminuyó a medida que hablaba —yo solo tengo un hijo —anuncié finalmente callando así las voces que me lastimaban.

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