Luz natural

7 5 0
                                    

Facundo

20 de Marzo, 2015

Abrí las cortinas para poder contemplar el espectáculo que se estaba dando a un lado de mi casa: la señora Estrella estaba sacando a escondidas varias cajas de distintos tamaños junto a su nuevo amante. Me pregunté si mi vecino era ciego, idiota o masoquista, esa señora nunca disimuló su coqueteo en frente de él o de su hija cuando aún estaba viva. Apoyado al marco de la ventana con los brazos cruzados vi alegremente como pusieron varias de las cajas en la parte trasera de la camioneta de color gris estacionada en frente de la casa, la cual parecía ser del amante de la señora, volvieron a entrar sacando pesadas valijas de color rojo, las ataron en la parte superior de la camioneta y se marcharon.

-Ya era hora -dije apartándome de la ventana. Volví a mi habitación a intentar dormir pero la curiosidad me lo impidió, quería saber cómo iban a reaccionar en mi hogar una vez se dieran cuenta lo que había pasado.

Alrededor de las siete de la mañana el grito de mi abuela me hizo levantar de la cama, era la alarma que había esperado hace horas, agarré a mi prima del brazo y la arrastré hasta la puerta de la habitación. Olivia aún tenía la marca de la almohada estampada en el rostro. Apoyé mi oído en la puerta y le hice señas a Olivia para que hiciera lo mismo, quería poder ir a la habitación de al lado y ver la cara de mi abuela al leer la nota que la señora Estrella había dejado.

-¡Esta hija de re mil puta se fue sin despedirse! -se quejó mi abuela.

-¿Se llevó algo? -preguntó mamá.

-No y decir que no lo hizo, ya le estaría arrancando sus extensiones mal teñidas de ser así -aseguró doña Clara. Mi abuela.

-Después de lo que hicimos por ella... -comentó mi padre. No llegué a oír el resto de la conversación: el ruido de los zapatos de tacón de mi madre me hizo apartar de la puerta, volver a arrastrar a Olivia y fingir que no habían escuchado nada. La puerta se abrió.

-Tenemos que hablar -dijo mi madre desde el umbral.

-¿Qué pasó? -preguntó Olivia sumamente confundida -¿la abuela porque grito?

-De eso tenemos que hablar -dijo la señora antes de irse.

Miré a mi prima con una sonrisa. "Tienes habitación nueva, ya vas a poder dormir tranquila y no va a haber nada que te impida cocinar de madrugada ahora": fueron algunas de las cosas que se me pasaron en la mente al verla.

-¿Qué te pasa? -preguntó Olivia.

-Vamos, nos están esperando -contesté manteniendo la sonrisa.

Nuestra abuela estaba sentada con una porción de torta en la mano. Nunca creí vivir el momento en que ella no comiera algo dulce con una sonrisa en su rostro: "comer es lo único que voy a extrañar cuando me muera", era la frase con la que mi abuela solía excusarse cuando la pillan comiendo cosas que no debía y sin lugar a dudas eran de sus frases favoritas. Me senté junto a mi madre, quien al igual que mi abuela, se mostraba molesta.

-No quiero volver a ver a esa arrastrada en mi casa -dijo mi abuela después de terminar el postre que tenía en la mano

-¿De qué hablas? -preguntó Olivia. Instantáneamente se dio cuenta que era una mala idea: los gritos de nuestra abuela y mis padres no se hicieron esperar, el ruido era tanto que solo podía escuchar uno que otro insulto aislado.

-Ya se fue tu mejor amiga -susurré cerca de Olivia -esto tiene para rato, mejor vamos.

Mientras nos preparábamos para ir al colegio le fui relatando lo que vi. Olivia, a diferencia de mí, se mostraba preocupada por su ex vecina. "¿Que va a hacer?", "¿donde vivirá?", "¿porque lo hizo?": fueron unas de las preguntas que me hizo a penas termine de contar lo ocurrido.

Jóvenes MáscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora