Debilidad

9 4 0
                                    

Agustín 

23 de Marzo, 2015

¿El mundo estaba loco o era yo quien estaba perdiendo la cabeza? Hace días las pesadillas relacionadas acerca de Amanda y los personajes del libro "El avión carmesí" no me dejaban en paz y ahora, el mismo día en que Tomás encuentra la supuesta fotografía de Amanda, yo encontraba la del autor del libro. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Por qué alguien la dejaría dentro de una lámpara? Y sobre todo ¿porque esto ya no le parecía tan extraño? 

Había entrado ahí con la esperanza de encontrar otra fotografía de ella pero en su lugar había habido la de un chico, no más grande que yo, de pelo largo y extrañamente familiar. Sabía que si no se trataba del autor de mi libro favorito entonces era su hijo o algún hermano. Margarita me miraba y no sabía qué hacer, le pedí que me deje solo pero ella se negó y me sostuvo fuerte entre sus brazos. Me calme y le pedí que me esperara ahí mientras yo tomaba un poco de aire. En lugar de salir al patio subí las escaleras y entré en una de las habitaciones. Ahí llamé a la única persona entre mis contactos que aún consideraba "cuerda". 

—Ey, Agus ¿todo bien? —saludo Pablo al otro de la llamada.

—No realmente, ¿dónde estás? 

—En el colegio y ¿vos? 

—Estoy cerca del taller, pasaron cosas en mi casa y tuve que faltar. 

—Oh, entiendo, apenas salga voy para ahí no te muevas y si lo haces avisame. 

—De acuerdo —dije para finalizar la llamada. 

Pablo iba a la misma escuela que yo, tan solo que a diferencia de mí él asistía a la tarde. Cuando dieron las cinco y veinte mi amigo me devolvió la llamada. Para ese punto Margarita ya se había ido, no por gusto si no porque su tío le había pedido que se vaya. 

—Ya estoy por salir, pasame la dirección —fue lo único que le dijo. 

Llegó en cuestión de minutos arrastrando su mochila. 

—¿Acá es donde venís después de clases? —cuestionó mirando la casa detrás de mí.

—Más bien, cuando quiero estar solo. 

—¿Y si queres estar solo porque me llamaste? 

—Porque creo que estoy a punto de perder la cabeza. 

—Bien, vamos de a partes ¿que pasó? ¿Y porque te tendré que encerrar en un manicomio?

Apoyé tanto mi espalda como mi cabeza sobre la pared y cerré fuertemente los ojos, estaba cansado de llorar, de ser tan sensible y de toda la mierda que tenía que soportar día tras día. Junto a mí, un recordatorio de mis males hacía presencia en forma de carteles de desaparecido.

—¿Alguna vez te pasó algo tan absurdo que si te lo contara alguien más no lo creerías? —inicié sin molestarme a ver si mi amigo estaba prestando atención —hoy mi hermano encontró una foto de mi "hermana", la cual jamás tuve, luego mi novia me dijo el mismo nombre que me habían dicho Tomi y Alexander, tan solo que ella le agregó más cosas. Mi mamá vio antes que yo la foto, la quemó en los bordes y la escondió. Mi padrastro se fue de casa el mismo día en que mi medio hermano asegura haberla encontrado y en la parte de atrás Joaquín la escribió. Era su letra, vos la viste, es fácil de reconocer. 

—Cuando dijiste que era difícil de creer no estabas mintiendo. 

—Tampoco lo estoy haciendo ahora. O al menos eso creó. Cuando Tomi era más chico, unos catorce o quince años, él comenzó a inventar historias sobre una señora que había desaparecido y que le había regalado una casa y muchos libros. Cosa que en realidad no pasó, al menos no como él lo creía, cuando el mes comenzó Alex empezó a decir que teníamos una hermana y hasta se peleó con varios de sus compañeros porqué ellos lo negaban, ahora yo estoy empezando a dudar de sus historias. A veces cuando estoy solo siento que alguien me observa o escuchó como me hablan, ¿será que a ellos les pasa lo mismo? ¿Y si es una enfermedad hereditaria? 

Jóvenes MáscarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora