➸ Abrazar

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El ojiambar se hallaba en el refugio de su ilustrador, Albedo, o mejor conocido por las editoriales "Calx". Hacía bastante frío, por lo que las hogueras en el lugar eran mucho más abundantes que de costumbre. Estaba esperando a que el alquimista terminara las ilustraciones finales de su libro, de paso le acompañaba un rato y lo veía dibujar.

Debía admitir que el ojiverde tenía un talento innato para el dibujo.

Pasaron un par de minutos hasta que finalmente terminó la ilustración, dejó el pincel a un lado y puso el dibujo en un lugar seguro para que la pintura se secase, luego miró a su amigo.

Bien, esa es la última, sólo es esperar a que seque y luego las enviamos a la editorial junto a tu libro. —Dijo acomodándose los guantes mientras se paseaba por el refugio.

Espero que esta vez lo acepten, trabajamos muy duro... —Habló el espadachín con cierto desánimo.

Ten por seguro que esta vez sí lo aceptarán. —Puso una mano en el hombro de su contrario y luego sonrió, el ojiambar le regresó la sonrisa.

[...]

Lo volvieron a rechazar... —Suspiró con frustración mientras se recostaba en su escritorio. — ¿¡Qué se supone que debo hacer entonces para que lo acepten!? —Su rabia momentánea fue interrumpida al escuchar que tocaban la puerta de su habitación. Con desgano, se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta para abrirla, juraba que si era una de las amas de llaves le reprocharía por "interrumpir su momento a solas".

Abrió la puerta y, para su sorpresa, quien tocaba era su mejor amigo y no una de las amas de llaves como lo había pensado en un principio.

De inmediato cambio su semblante a uno mucho más tranquilo.

¡Yun! No esperaba una visita tuya ¿Qué sucede? —Preguntó dándole paso al exorcista, éste captó la señal y enseguida entró a la habitación.

Bueno... Es que quería verte, nada más. —Se rascó la nuca mientras se sonrojaba levemente. Desde que aceptó que le gustaba su mejor amigo, no podía verle del mismo modo, siempre que lo veía, estaba con él o alguien hablaba sobre él, sus mejillas eran adornadas por un color carmesí bastante ligero, eso o sus nervios se hacían presentes. — ¡Pero probablemente estás ocupado! Así que... S-Siento haberte molestado, más con una razón tan simple como esa...

¡No, descuida! Es mas, que bueno que hayas llegado, necesitaba distraerme un poco.

¿Por qué? ¿Pasó algo? —Preguntó preocupado.

Podría decirse.

¿Puedo saber?

Sabes que me gustan mucho las novelas ¿No es así? —El más bajo asintió. —Bueno, hace un tiempo que me animé a escribir una, pero... La editorial no ha querido darle el visto bueno, ni siquiera con las ilustraciones que hace Albedo. —Se apoyó en la pared y prosiguió. —Hoy volví a enviar la novela con algunas modificaciones y, de nuevo, la rechazaron. Honestamente ya no sé qué más hacer, supongo que tendré que dejar eso de la escritura de lado. —Miró hacia un lado aleatorio, sentía ganas de llorar por el coraje que le causaba recordarlo.

Qiu...

Ya lo sé, es ridículo ponerme de esa manera por algo tan simple como eso. —Sonrió tristemente, su voz comenzó a quebrarse.

¡No! No lo es, no digas eso.

¿Pero cómo no? Es algo tan pequeño que- —El exorcista se abalanzó sobre él, abrazándole e interrumpiéndole en el acto.

No digas esas cosas... Si quieres llorar, hazlo, así como tú estás para mí cuando me siento mal, yo también estoy para ti cuando eres tú el que se siente mal.

Yun...

Sólo hazlo, desahógate.

El mayor no aguantó más y terminó llorando, mientras correspondía el abrazo del más bajo. Éste último, por su parte, sólo se mantenía en silencio, escuchando el llanto de su mejor amigo. Al cabo de unos minutos el espadachín pudo calmarse.

¿Cómo te sientes? —Preguntó el exorcista.

Supongo que un poco mejor, gracias, Yun. —Respondió suavemente mientras limpiaba sus lágrimas con la manga de su abrigo.

Eso me tranquiliza... Lamento que mi estatura haya sido un problema y que por eso no te pude dar mi hombro para que lloraras más a gusto. —Soltó una pequeña risa.

No te preocupes, igual te viste adorable cuando me abrazaste y actuaste de ese modo.

Las mejillas del ojiazul comenzaron a arder. — ¿C-Cómo?

¡Sí! Puede que haya estado con los ánimos por los suelos, pero eso no impidió que viera el cómo te ponías de puntitas para intentar alcanzarme. —Rio, haciendo que el menor se avergonzara.

¡I-Intentaba limpiar tus lágrimas como tú lo hacías conmigo! Pero al final me rendí y sólo me quedé con el abrazo...

Así que eso era lo que tratabas de hacer. —El contrario asintió. —Igual dudo que hubieses podido hacerlo.

¿¡Me estás llamando enano, maldito!? —Se apartó molesto.

Tal vez. —Dijo con indiferencia y a la vez gracia.

Y yo aquí intentando hacerte sentir bien. —Se cruzó de brazos y le dio la espalda de forma dramática, el ojiambar rio ante esto.

Ey, no te pongas así. —Murmuró entre risas, sin embargo el menor le ignoró. —Está bien, está bien, no volveré a llamarte enano de forma indirecta ¿Ya puedes dejar de estar "molesto" conmigo?

Dame un par de helados y lo negociamos.

Volvió a reír. —Hecho.

"Con todo respeto mi compa, le pido que ya deje de ser tan jodidamente tierno"

❝Amorometro❞ [Xingyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora