CAPÍTULO 24

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Mientras Gulf y sus familiares junto con los sirvientes lloraban la perdida de Miriam; había una mujer que estaba ingresando a la habitación que había compartido durante muchos años con el cuerpo de su marido porque aunque dormían juntos la mente y el corazón estaban en aquella joven que falleció.

- Querías verme, mi señor - dijo la Emperatriz haciendo una reverencia hacia su esposo quien la estaba observando fijamente sentado desde su cama.

- Estoy esperando una explicación - dijo el Emperador con un tono frio

- ¿Explicación? - pregunto haciéndose la tonta

- ¡¿Cómo sabias esa canción?! - grito furioso para después respirar y volverla a mirar de manera seria - Pero creo que la pregunta debería ser ¿Cómo nuestro hijo se la sabia?

- La se perfectamente porque aquella noche después de que me rechazaste te seguí - confeso por fin aquel suceso dejando al Emperador sorprendido - Quería encontrar una manera de pedirte disculpas por mi imprudencia, pero lo único que encontré al verte fue como la besabas a ella y como con dulces palabras que nunca me dirigiste a mi a pesar de todo le propusiste matrimonio.

- Esos eran sentimientos puros, tu lo sabes mejor que nadie - se levanto de la cama para acercarse paso por paso a ella - Me case contigo porque nuestros padres decidieron el compromiso y al igual que mi hijo no podía hacer nada para detenerlo; ni siquiera pude pelear por el amor que le tenia.

- Y desde ese momento en el que nos aceptamos frente al altar no hicimos más que lastimarnos mutuamente, nunca olvidare como estuviste conmigo mientras estabas borracho - declaro ella dejando escapar por fin aquellas lagrimas que trataba  de retener en sus ojos aquella noche - Pero mas que nada, nunca olvidare como pronunciabas el nombre de ella estando conmigo en la misma cama.

- Ya me disculpe por ello - dijo con tono de arrepentimiento - Se que no me alcanzara la vida para pedirte perdon por todo, pero tampoco fue tan malo nuestro tiempo juntos porque al final me diste dos hermosos hijos.

- Creo que eso fue lo único que hicimos bien durante mucho tiempo.

- Pero aun no me terminas de responder - declaro mientras la agarraba de la barbilla con su mano para que lo viera a los ojos - ¿Cómo es que nuestro hijo conoce esa canción?

- Sabes que el siempre tuvo dificultades para dormir; así que no encontré un mejor remedio que ese - trato de disimular - No te negare que me dolía tocarla cada noche para el porque siempre recordaba ese momento de humillación que viví por parte de ustedes dos, pero no iba a sacrificar la paz del palacio por algo tan Trivial.

- Lo estas haciendo de nuevo - dijo el Emperador soltando su babilla con brusquedad - Siempre dices cosas así como si estuviéramos hablando de política, te recuerdo que son nuestros hijos y en todos estos años nunca te e visto darle una muestra de afecto a ellos; ni siquiera para decirte que uno es tu favorito porque entre los dos pusiste una barrera en los que solo los tratas con formalidad.

- Soy la Emperatriz, no puedo mostrar afecto ante nada porque lo tomarían como una muestra de debilidad y nuestros enemigos no deben conocer ninguna.

-  Vete por favor, quiero estar solo en este momento - pronuncio dándose la vuelta para volver a recostarse en la cama; mientras veía como su esposa salía del cuarto, pero se sorprendió al ver que se volteo a verlo con la puerta abierta

- Gracias por tenerme consideración en todos estos años, ya que es la primera vez que piensas en mis sentimientos al verte llorar por otra - menciono mientras trataba de disimular su llanto obsequiándole una sonrisa - Me retiro, encargue de que hoy las costureras trajeran telas para empezar a realizar el traje de Gulf; ya me deben estar esperando - dicho eso se fue.

Aquella hermosa muchacha solo podía caminar con pasos firmes frente a todos en el palacio porque no dejaría que nadie descifrar lo que su corazón estaba sintiendo. Aunque, lo que dijo en cierta parte era verdad y es que sus hijos fueron lo mas hermoso que les pudo haber pasado a los dos, pero al criar al hijo de su amiga limito su cariño, ya que no quería ser una madre cruel; así que para no caer en la preferencia decidió que su hijo tendría el mismo trato que el de su amiga.

Solo esperaba que su hijo en su corazón sintiera cuanto lo amaba y cuanto era su arrepentimiento al haber establecido esa barrera solo para no lastimar a  ninguno de los dos.


La Dama del General Donde viven las historias. Descúbrelo ahora