CAPÍTULO 23

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El emperador no pudo quedarse más en ese momento y se fue corriendo hacia sus apocentos con lágrimas en los ojos al recordar ese hermoso momento , ya que no quería que sus súbditos y la gente importante lo vieran en ese estado y comenzarán a hacer preguntas que harían hablar a su corazón. Pero, ya tendría tiempo de preguntarle a su hijo de donde había aprendido esa canción. Aunque, había una persona que iba a aprovechar la ausencia del emperador para realizar lo planeado.

- Muy bien - dijo la emperatriz a todos los presentes - Ya se terminó la ceremonia, así que agradecería que todos se retiraran al salón principal;excepto mis hijos que debo hablar con ellos - dijo mientras veía como todos se retiraban poco a poco.

Los príncipes no tuvieron más opción que acatar las órdenes de su madre dejando a quienes querían y estimaban por un rato en lo que atenderán lo que ella quería decirles porque a juzgar por su tono de voz parecía algo muy importante.

- Me di cuenta que ustedes no lanzaron las flechas de fuego - dijo la emperatriz fondo les dos arcos con flechas - Tomen.

- Pero ella está un poco lejos - dijo uno de ellos con incertidumbre.

- No importa hijos, esto es algo muy importante para mi - dijo ella tratando de aguantar las lágrimas.

- Entendido - dijeron ambos al mismo tiempo mientras prendían sus flechas que ya estaban listas para ser lanzadas.

Cuando ambos hiban a lanzar las flechas de fuego, la emperatriz se acercó y amarró una rosa blanca a la flecha de uno de ellos.

- ¿Porque? - preguntó aquel joven confundido del porqué de la flor en el palo de su flecha.

- Yo se mis motivos hijo mío, pero hazlo por favor - dijo ella con ojos llenos de felicidad y añoranza al ver aquel acto que iba a ocurrir.

- Por ti, haría todo - dijo su hijo dándole una hermosa sonrisa.

Entonces ambos dispararon sus flechas hacia donde estaba aquella hermosa mujer, y como si fuera obra de destino la flecha con la rosa blanca llegó a donde estaba ella.

- Listo, madre - dijeron ambos al mismo tiempo.

- Pueden retirarse - dijo la emperatriz limpiandose una lagrima después de haber visto aquello - Pero recuerden que este será nuestro pequeño secreto así que ninguna palabra de esto a su padre.

- No te preocupes, no le diremos nada porque sabemos que debes tener tus motivos - dijo su hijo sonriendole para después retirarse junto a su hermano

Una vez que sus hijos se fueron, la emperatriz se quedó completamente sola viendo como su amiga se alejaba y se hacía una con el mar; mientras ella estaba llorando al verla marcharse de su vida.

- Este es mi último regalo amiga - dijo la emperatriz sonriendo hacia dónde estaba llendose el cuerpo de su amiga - Sabía que un día tendrías que irte por lo que nunca les dije el significado de las rosas blancas en estas ceremonias.

- Mi señora - dijo una sirvienta que había sido enviada por el emperador.

- Lo se, dile al emperador que ya estoy en camino al salón principal - dijo resignada al saber que nada sería igual después de lo que había hecho.

- ¿Una rosa blanca? - preguntó la sirvienta intrigada al ver algunos pétalos cerca de donde estaba la emperatriz.

- Si, la lance porque aunque no era nada de ella la concideraba como mi hermana - dijo ella mintiendo acerca de eso porque no iba a revelar quien había lanzado la flecha y mucho menos el porque la había lanzado - Bueno, demonos prisa que todo el mundo está esperando.

La sirvienta se fue y dándole una última vista al mar se decidió a irse dejando el pasado atrás, o bueno la mitad porque sabe que todo será diferente después de lo que hizo, ya que se acababa de ir el primer amor de su esposo y el que siempre tendrá la llave de su corazón. Además, aún tiene un pedazo de ella que protegerá a toda costa.

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