CAPÍTULO 18

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- ¡Me duele! - dijo Míriam sobandose la cara - No aguanto - dijo en un susurro y se desmayo.

- Hermana - dijo el superior del Norte llendo al encuentro de su hermana menor - Estaré aquí contigo.

-El superior del Norte fue literalmente corriendo con su hermana en brazos, seguidos de la dama de ella quien estaba llorando de preocupación por su señora. Una vez llegaron a los apocentos, la puso sobre su cama.

- Limpia la con agua y quitale las joyas, debe estar cómoda - dijo el superior a la dama de Miriam.

- Como ordene - dijo mientras preoaraba a su señora.

- Tu, ven aquí - le dijo al guardia de la puerta - Avisale al médico real que venga a observar a mi hermana.

- Tranquilo, estaré bien hermano - dijo Míriam sonriendo.

- No puedo dejarte sola - dijo el superior besando las manos de su hermana.

- Ve y calma a Gulf, se que debe estar angustiado por todo lo que sucedió.

- Esta bien, pero no tienes permitido irte mientras no esté.

El Superior del Norte salio de la habitación de su hermana y saludo al médico que recién llegaba para examinarla. Entonces, al llegar a la sala del trono vio a todos preocupados y angustiados esperando noticias.

- Tranquilos, estoy seguro de que todo resultará bien - dijo el Superior al ver el llanto de sus esposas y de Gulf.

- Mi señor, el médico pide permiso para ingresar.

- Que entre - dijo de inmediato mientras todos se ponían de pie.

- Majestad - dijo el médico inclinándose ante el emperador - Superior del Norte, lo siento mucho ; pero su hermana no sobrevivirá la noche.

- ¿Que? - dijo el superior desconcertado.

- Su hermana esta muy grave y pronto estará descansando eternamente - dijo el médico quien estaba arrodillado con la cabeza abajo - Les recomiendo que vallan a despedirse de ella.

- Yo iré, por favor padre - dijo Gulf quién tenía lágrimas en sus ojos, pero obtuvo la aprobación con la condición de que Mew fuera con el, lo cual fue aceptado.

De inmediato, Gulf y Mew fueron tomados de la mano hacia la habitación de Míriam donde al entrar la vieron tan pálida como un muerto y con lijeras quemaduras en los brazos y en el cuello.

- Mi querido sobrino - dijo Míriam sonriendo.

- Tía, no puedes irte - dijo Gulf llorando mientras sostenía sus manos - Aun tienes que estar en mi boda y ver como nuestra nación prospera.

- Estere mirando desde el paraíso mi niño - dijo acariciando su mejilla - Desde que naciste supe que eras especial y cada año que pasaba solo me daba cuenta de lo afortunado que era mi hermano de tener un hijo tan hermoso y virtuoso como tu - dijo llorando mientras acariciaba el cabello de su amado sobrino - Se que cometí muchos errores de los cuales me voy a arrepentir toda mi vida, pero de lo que nunca me voy a arrepentir es haber hecho de que te comprometieras con este gran muchacho y más que nada el tenerte en mi vida - Míriam extendió su mano indicándole a Mew que la tomará, lo cual el obedeció - Prometeme de que cuidarlas de él y que siempre estarás a su lado pase lo que pase, el es un niño que a sufrido mucho y no podría soportar que le hicieran daño, y tu sabes perfectamente a quien me refiero - dijo Míriam mirándolo a los ojos para que Mew entendiara y gracias a ella se ganó un asentimiento por parte del príncipe - Protegelo y cuidalo porque yo ya no estaré para alejar todos los males de él.

- Lo prometo - dijo Mew besando la mano de Míriam.

- Disculpe señora, el médico dijo que descansará un poco - dijo la dama de compañía al borde de las lágrimas - Además, su hermano mandó a un guardia y dijo que vendría dentro de una hora.

- Mi querida dama, incluso ahora sigues cuidándome. Esta bien - dijo Miriam mientras veía como su sobrino y su prometido se iban - Te quiero mucho mi niño - dijo y acto seguido, estaba sola con su dama.

- Mi señora ¿No le dirá la verdad? - dijo la dama sentada al lado de ella.

Por mucho que mi corazón quiera, no puedo hacerlo - dijo Míriam aguantando las lágrimas.

- Entonces es verdad - dijo una voz misteriosa, ella abrió los ojos y tanto ella como su dama se quedaron en blanco - El corazón de una madre nunca se equivoca - dijo el emperador sentándose al lado de ella.

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