Harvey

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Estaba agotado, en el fondo agradecí que el vuelo fuese suspendido,hasta la mañana no tendríamos que presentarnos otra vez en el aeropuerto para abordar.

Mi cuerpo necesitaba un descanso. Alice ya había ocupado una de las camas, la primera cerca de la puerta yo me dirigí hacia la otra cerca de la ventana.

La habitación tenía el tamaño justo, se sentía cómoda y acogedora. Las paredes estaban empapeladas en colores beige claro y marfil.

Al entrar te encontrabas con una especie de pasillo, supongo que la razón era que al avanzar dentro de la habitación a la derecha te quedaba un pequeño closet que venía a ocupar el espacio dejado por la pared.

Las dos camas también a la derecha, ambas con sus respectivas lámparas de noche y al fondo una pared de cristal daba al balcón desde donde se veían algunos edificios, en ese momento la cortina estaba corrida.

La puerta del baño a la izquierda quedaba entre las dos camas, no era muy grande pero eso no importaba, yo solo quería una buena ducha y a dormir.

Alice no espero a ducharse, solo se tiró cual piscina sobre la cama y se quedó tiesa en esa posición, estaba tan cansada como yo.

Acomodé su equipaje y el mío entre las dos camas y busqué ropa para cambiarme. La ducha caliente relajó mis músculos entumecidos.

Salí después de un buen tiempo agradeciendo que la habitación contara con ducha de agua caliente.

Mientras me secaba el pelo con una toalla me acerqué a la cama de Alice, todavía dormía. Ya lo bastante relajado me dispuse a dormir yo también.

No sé cuánto tiempo había pasado, me desperté algo desorientado hasta que recordé el hotel, Alice no estaba en su cama, en ese momento sentí correr agua en el baño.

Ya no podía dormir más, el
jet-lag seguramente me estaba afectando, sentía el comienzo de un
dolor de cabeza.

Busqué entre mis cosas la bolsa con medicamentos que mis amigos me empacaron, reí cuando vi el contenido, hasta una caja de preservativos, realmente pensaban en todo los muy cabrones.

Un bote de pastillas, supuse que eran las de paracetamol, hacía unos días las había comprado en la farmacia, el cuarto estaba casi a oscuras y mi dolor de cabeza amenazaba con arreciar, me tomé dos de un tiro.

Me masajeé la frente y esperé a que se me pasara, tal vez tendría que comer algo, hacía horas desde la última comida.

En ese momento la puerta del baño se abrió y salió una Alice sonriente con el cabello recién lavado.

-Hola, lamento si te desperté, intenté hacer el menor ruido posible.

-No, solo me dolía un poco la cabeza por el jet-lag, no creo poder dormir más.

-Oh! ¿Quieres que te de algún medicamento? –me dijo.

-Gracias, ya tomé algo, aunque necesito comer mi estómago necesita combustible. -se rió por mi ocurrencia.

-Iré abajo y traeré algo de comer para los dos, era justo lo que tenía pensado hacer, tú solo espera.

-No debería molestarte de esta forma.

-No te preocupes yo tampoco puedo seguir acostada, solo dormí un poco pero me siento bien despierta, debe ser el cambio de hora. Nos vemos en un rato.

Y así salió dejándome con una sensación extraña en todo el cuerpo, el jet-lag me estaba afectando en serio.

Todo por las pastillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora