Alice

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Harvey abrió tan rápido la puerta que no tuve tiempo de retroceder, lo tuve frente a mí a solo unos centímetros, con el cabello y la piel húmedos.

Miré hacia abajo.

Suspiró y luego de rodearme se sentó de nuevo en el borde de la cama, apoyó los brazos en el colchón,levantó la vista hacia el techo y cerró los ojos.

Se le veía tenso.

Me acerqué, no sé por que verlo de esa forma me intrigaba.

- Harvey. Lo llamé y rocé su muslo sin querer al acercarme.

Abrió sus ojos y la mirada que me dedicó hizo que un calor me recorriera todo el cuerpo.

Creo que no se podía ser más sexy, en una mezcla entre chico adorable y peligroso. El deseo hacía brazas sus pupilas.

En un momento me tomó de la mano y me sentó a horcajadas sobre él, solté un jadeo de la impresión pero no tuve tiempo de hacer nada más, Harvey llevó sus labios a mi oído y su voz baja y ronca, en un susurro me dijo:

-Ya viste que no funcionó. ¿Todavía quieres ayudarme?

Esa voz con un matiz sensual nunca antes se la había escuchado, pero hizo que mi corazón se desbocara y lo sentí retumbar en mis oídos, mis mejillas quemaban como si tuviera fiebre.

Giré mi rostro unos milímetros a la izquierda y el rostro de Harvey y el mío se encontraron a medio camino.

Él estaba tranquilo, como la calma antes de la tormenta y me miraba estudiando mi reacción.

Yo solo tenía ojos para mirar su boca que era una tentación.

Ni siquiera supe por qué asentí a su pregunta pero sabía que un "No" definitivamente no era la respuesta.

Harvey sonrió malicioso.

-¿Cómo?

Sabía la respuesta, ambos lo hacíamos, era inevitable, él me había llevado a un punto de no retorno, yo no quería retroceder, también quería llegar hasta el final.

Así que decidí que yo también liberaría mi diosa interior.

Me erguí todavía sentada en sus piernas, él jadeó esta vez, solté mi coleta y retiré mi cabello hacia atrás sensualmente
despejando mi rostro.

Acerqué nuevamente mi cara a la suya.

-¿Quieres con un beso?

Y mordí mi labio ligeramente.

-¿Así? -no dejé que respondiera.

Rocé nuestros labios suavemente y luego besé cada una de sus comisuras.

Me estaba demorando pero así tenía tiempo de acostumbrarme, que a pesar de querer desinhibirme yo seguía siendo una chica tímida.

Recorrí sus labios, me estaba dejando llevar por lo que deseaba en ese momento, no sabía si a Harvey le gustaba. Luego rocé su labio inferior y comencé a besarlo lentamente.

El deseo me calentaba la piel, y una verdad se tornó clara pues en ese momento reconocí que en el fondo Harvey siempre me había gustado solo que nunca hice nada para acercarme a él.

No sé por qué esperé tanto, pero agradecí una y mil veces que una broma nos llevara a actuar así.

Harvey me devolvió el beso y supe que él sentía lo mismo.

Nuestra hambre había estado dormida y una vez que nos probáramos sería imposible dejar de hacerlo.

Todo por las pastillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora