Alice

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Me lancé sobre Harvey con todas mis fuerzas, logré agarrar ambos brazos y rápidamente inmovilicé su cuerpo sentándome encima de él.

A pesar de lo sugerente de la posición en la que nos encontrábamos no reparé en ella, Harvey estaba enfermo y era momento de salvarlo.

Coloqué sus brazos por encima de su cabeza mientras lo intentaba calmar, para mi suerte no intento apartarme.

-Harvey… -suspiré intentando tomar aire – no entiendo que te sucede, dime que te pasa.

Me observó fijamente, algunas gotitas de sudor surcaban su frente.

Levanté una de mis manos y lo toqué, luego comparé con mi temperatura corporal.

-No tienes fiebre –dije.

Seguía mirándome con la respiración alterada.

-No tienes fiebre, pero estas sudando y alterado. ¿Dónde te duele? ¿Aquí en el vientre? –intenté tocar su bajo vientre pero no me dejó, sujetó rápidamente mi mano, yo aún sostenía su otro brazo.

-No. -gimió.

-Si no te reviso no podré saber dónde te duele y si es muy grave.

Negó lentamente y desvió la mirada.

-No es apendicitis y no puedes ayudarme.

A no, no se quedaría así.

Hizo por incorporarse cuando rápidamente safé mi mano y la metí por debajo de su pulóver y palpé.

Harvey me miró con estupor y el color rojo tiño su rostro.

Me afané en seguir tocándolo, más abajo y más abajo, hasta que sin querer rocé su ingle y Harvey lanzó un gemido ronco.

No pensé, bajé un poco hacia atrás en su regazo y de un tirón levanté su pulóver completamente rebelando un bulto enorme que sobresalía de sus shorts.

Me quedé sin habla, q...que estaba pasando.

Hace unos segundos creía que Harvey tenía fiebre y un dolor muy fuerte y luego descubro que una poderosa erección se esconde debajo de su ropa.

No supe que hacer.

-H…Harvey…

Todo por las pastillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora