Alice

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Harvey gimió roncamente y echó la cabeza ligeramente hacia atrás cuando mi mano volvió a rozar su erección.

No pude evitar mirarlo.

Su expresión era lo más excitante que había visto en mi vida.

Sus ojos llameaban de deseo puro y todo su cuerpo lo sentía.

Era la escena más erótica que había experimentado y ni siquiera nos habíamos tocado más allá de mi intento por ayudarlo, por lo cual no estaba segura aún de tan repentina situación, me recuperé lo suficiente para preguntar.

-¿Qué pasó, no entiendo por qué–trague- estás así?

Estuve a punto de preguntar si era por mí, pero me contuve, afortunadamente Harvey respondió antes.

-No es por ti. Hizo una pausa.

Me apresuré entonces a bajar de encima de él y poner distancia al otro lado de la cama.

-Lo más probable es que no me creas.

-Adelante –lo invite a que continuara.

-Recuerdas que te dije que había tomado unas pastillas para el dolor
de cabeza. –Asentí- El caso es que mis amigos, con los que comparto apartamento, me cambiaron las pastillas dentro del bote, para jugarme una broma. Las cambiaron por otras de, de viagra.

No supe que decir, le habían cambiado las pastillas, sonaba de película verdaderamente, aunque entendía la broma.

-No pensaron que fuera a tomarme dos ni que la situación llegara a convertirse en esto.

Harvey giró el rostro evitando mirarme, debía estar avergonzado, pero podía confiar en mí, quiero decir en mi discreción.

Así se lo hice saber.

-Puedes confiar en que nada de esto saldrá de estas cuatro paredes, entiendo lo que sucedió.

Se quedó en silencio por un rato. Luego habló.

-Alice, disculpa por esta situación, la verdad es que no sé qué hacer, me siento incómodo, lo siento, no creas que provoqué esto intencionadamente.

La verdad que algo así no me lo esperaba. Digo, cuantas veces te topas con que tu compañero de habitación tiene una erección del tamaño de la torre de Pisa.

Muchas celebrarían una fiesta en su honor, pero viéndolo desde su punto de vista Harvey debía sentirse muy mal el pobre.

Yo también estaba sorprendida, pero había algo cómico en todo eso, sí, no sé por qué le vi un lado gracioso, tal vez eran mis nervios.

No pude evitar reírme.

Todo por las pastillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora