Alice

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Me incliné sobre la cama de Harvey. Se movía ligeramente y murmuraba algo entre sus labios que no logré entender.

Creí escuchar el susurro ligero de mi nombre, pero era tan bajito que me
dije que estaba imaginando lo imposible, después un gemido salió
de sus labios un poco más fuerte.

Era eso lo que había confundido antes con un gruñido. Pero ¿Por qué gemía Harvey? ¿Soñaba, se sentía mal?

Volví a asomarme esta vez más sobre su hombro intentando ver mejor su rostro.

Con la luz de la ventana de cristal al
fondo, que filtraba la luz de la Luna pude observar mejor su cara. Su frente estaba ligeramente perlada de sudor.

Los movimientos sobre la cama, los ligeros gemidos y el sudor en su frente, me demostraron que Harvey no estaba bien, había estado suficientes veces enferma como para pensar que tal vez Harvey tuviera una fiebre muy alta y estuviese a punto de delirar.

Tenía que hacer algo, ayudarlo.

Para evitar asustarlo lo llamé.

-Harvey, Harvey. ¿Estás bien?

Todo por las pastillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora