CAPÍTULO XVI: "EL MAYOR CAMBIO DE TODOS"

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Horas luego de aquella llegada inesperada y un tanto estrellada; desencadenando un pequeño pero complicado combate con una patrulla cercana de la banda enemiga, ahora con los ojos una vez más puestos sobre Mateo y los demás, todo mientras la tormenta se desata sobre todo el lugar.

A consecuencia de todo esto, el grupo se pone a empacar todas sus pertenecías sobrantes dentro de su vehículo para dirigirse a un nuevo destino marcado está vez por el líder en regreso aparente. Sin embargo, todos dudan respecto a aquella decisión. Al tratarse de acercarse más al peligro y no alejarse como todos pensarían que hubiera hecho.

José Manuel, el principal aliado de Mateo en estos momentos duda de aquellas decisiones; él y el resto notan algo completamente diferente en Mateo, excluyendo el aspecto de vagabundo en el que había llegado, más que nada, se refieren a su actitud; es más cayada, esquiva con ellos y su mirada es extraña.

Desconocen las experiencias que tuvo que haber vivido en aquel lugar, donde tuvo que vivir en guerra constante, aprendiendo a como matar personas sin que le afecte demasiado en su conciencia; aunque hoy en día y como están los tiempos, matar por placer es algo que es muy recurrente; pero no lo era en el Mateo que abandonaron en aquella huida, siempre tratando de ser politizado y atacando solo cuando es necesario.

Algo se intuye de que la muerte de sus dos camaradas más importantes le ha afectado en demasía, al punto de que quiera tomar venganza por todo lo ocurrido. Algo que en el acto puede hacer que todos en el grupo terminen mal, por lo que José Manuel decide ir a hablar con él.

El líder, tras perderse en las escaleras, subió sin decir nada, Nanno quien estaba empacando dice que le vio ir directamente a la terraza del último piso; sin decir absolutamente nada, este se había sentado en una vieja silla, a pensar e interactuar con sus demonios desatados por el estrés de los últimos meses. Sin importar la tormenta que había afuera; estuvo allí por horas incluso después de que la tormenta se acabara y el sol saliera entre las montañas y filtrara su luz a través de las oscuras y densas nubes de aquel clima lluvioso poco habitual en estas épocas del año más dueñas de la primavera.

Allí estaba Mateo, completamente empapado por la tormenta, manteniendo los mismos trapos viejos puestos con los que llegó; el hombre yacía completamente en silencio, estaba pensando. El aspecto no era favorable para este, tenía unas notables ojeras en sus ojos, estos mismo estaban adornados en rojos debido al cansancio y el de no poder dormir en varios días. Sus labios completamente secos y rotos, además de que su piel estaba tostada y descascarándose tras las quemaduras solares que recibió al estar en el cálido ambiente de Albrama.

El hombre cierra los ojos por un instante y su mente empieza a torturarle; Mateo ve a su lado derecho a Andrea y en su lado izquierdo a Juan. Ambos como cadáveres completamente putrefactos, ojos completamente blancos y sin vida. La gran herida del estómago de Andrea al momento de morir deja un agujero por donde estas tripas siguen colgando.

Ella le toca el hombro y se le acerca directamente al oído, para susurrarle con una voz apagada, fantasmal, muerta y que arrastra un montón de repeticiones de su misma voz.

—Mátalos... Mátalos a todos. Qué peor que dejar con vida a los que mataron a tus amigos... los arquitectos de tu fracaso; debes hacerlo... tienes que matar. —Le dice la mujer, mientras pasa esto la cara de Mateo se desdibuja cada vez más en la insanidad.

Contempla y maldice los errores que llevaron a esto, culpando directamente a Ezequiel, a los lacayos de este y a quien haya traicionado al grupo. Lo que más temía pasó, todo por tratar de confiar en sus hombres, uno de ellos le apuñaló por la espalda; Drake O'Connor está en su mira principal, él único más o menos sospechoso que pudo haber vendido al grupo.

DUST II: CONDENADOS Y PERDIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora