CAPÍTULO XXI: "EL ÚLTIMO GRAN PLAN DEL LIDER"

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La gran invasión había empezado hace tan solo escasos minutos. Los escuadrones de las diferentes direcciones estaban llegando a la zona, el escuadrón del este se acercaba; pudiendo apreciar entre las grandes y estorbosas hojas de los árboles, muchas columnas de humo provenientes por dentro de los grandes muros que cercan todo el fuerte enemigo.

El primer escuadrón, quien inauguró aquel ataque con su abordaje en el muelle enemigo dan el aviso por la radio. El mensaje, la situación se había salido completamente de control; por entre la voz del jefe de aquel escuadrón se filtraban los maullidos de lo que parecían infectados, las tropas estaban siendo acabadas poco a poco, no había casi presión enemiga humana, solo quedaban infectados en la zona.

Tras el comunicado, las tropas del este por un segundo se quedaron heladas, al perder comunicación con el primer escuadrón de dentro de los muros; escuchando el resonar de explosiones y disparos por doquier; pero esto no es suficiente para detener el ingreso por el este.

Los soldados ingresaron dentro de las instalaciones con una gran explosión, derrumbando el muro completo, topándose con lo que sería el mayor infierno que jamás habían presenciado en sus vidas, una situación casi tan terrible como el brote inicial de la enfermedad hace nueve años; el fuerte estaba completamente en llamas, los soldados estaban desesperados escapando de una enorme horda de zombis.

Los hombres valerosos y dispuestos a sacrificarse por la causa que honran presidir abren fuego contra las bestias del averno, estas corren, gritan del hambre, buscando atacar a cualquiera que siga con vida; por lo que el grupo del este se adentra en las calles del fuerte disparando con todo lo que tienen y solamente escudándose de su enorme coraje.

El líder de este escuadrón de no más de quince personas está completamente atemorizado, este sujeto se logra esconder en una de las pocas edificaciones que encuentra en pie, dejando al resto de sus hombres completamente a su suerte; tal vez está en la naturaleza humana demostrar su cobardía cuando la desesperación de la situación toma el control, a duras penas se mantenía el plan trazado por el líder actual de estos que aún no ha dado impresiones de aparecerse en el lugar junto a sus jinetes.

En eso, logra ver por el otro lado de la calle, a los infectados completamente trabajando como una horda, comandados por una mente casi como en sincronía, cazan, observan, sienten y localizan a lo que vendrían siendo sus presas; aunque el jefe del escuadrón nota algo curioso, los infectados llevan ropas negras.

Esto pone helado el hombre, ya que posiblemente sean hombres del Escuadrón de la Perdición, que por algún motivo todos los hombres restantes y que huyeron junto al líder supremo enemigo se habrán infectado. Nada más cerca de la realidad, Ezequiel, en su desesperación y demencia, esperando un ataque definitivo de las tropas manipuladas por Mateo Álamos y sus lacayos, logra formular un plan técnicamente suicida.

El sujeto infecto a absolutamente el noventa y cinco por ciento de las tropas que tenía a su disposición en la isla y se atrincheró en la gran torre del fuerte, en lo más alto. Esperando que la horda de soldados infectados logre acabar con sus enemigos de una vez por todas; aunque el plan fue hecho con tal locura, que ni siquiera pensó en como saldría de ahí cuando las fuerzas enemigas yazcan infectadas y merodeando por las calles del pueblo ahora convertido en fuerte.

Un plan sin completa cabeza y desesperado por ganar la contienda, pero aparte de lo lunático del plan, está resultando, las fuerzas aliadas huyen y se esconden, mientras que los suficientemente valientes que deciden quedarse para combatir y seguir las ordenes iniciales de Mateo, sin devoradas salvajemente por grupos de infectados, los cuales, en plena inconciencia de los actos, arrancan y desgarran las extremidades de los soldados, en algunos casos les decapitan para comer sus cabezas.

DUST II: CONDENADOS Y PERDIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora