— Al Día Siguiente —
Estaba caminando por las calles buscando una tienda de panes y facturas, cuando de repente varias trompetas empezaron a sonar desde la entrada de la ciudad. Me acerqué a la calle que da dirección al castillo y observé un lujoso carruaje celeste con detalles plateados.
Miré como el vehículo entró al castillo y Taehyun esperaba en la puerta con varios guardias armados con espadas.
– ¿Quiénes serán? –
Una familia de un rey, una reina, un príncipe y una princesa bajaron del carruaje con vestidos elegantes. Por la letra que llevaba la parte de atrás del vehículo, eran personas de china. Los reyes Zhao. Inmediatamente abrí mis ojos de par en par y procuré ir a la tienda del señor Park para despejarme.
Que no sea lo que estoy pensando.
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Al llegar, saludé amablemente al señor Park y me contó que la familia Zhao vino a conocer a Taehyun para una posible alianza económica y que se quedarían una semana para conocer la ciudad. Solté un suspiro disimuladamente y empecé a ayudar con limpiar el suelo.
Ya era la hora del almuerzo, por lo que el mayor se fue a buscar ramen a una tienda cercana del lugar. Me quedé viendo los numerosos vestidos colgados con mucha atención y anhelo, se veían muy delicados y se reflejaba el arduo trabajo.
Había un vestido de color rosado pastel, con costura blanca y dorada y un hermoso bordado de flores de un rosa más oscuro. También tenía unas mangas transparentes y el escote no era muy exagerado. Lo saqué de dónde estaba colgado y me fui a ver en el espejo con el vestido por encima de mi cuerpo.
– No está tan mal – susurré para mí misma y empecé a moverlo suavemente con una sonrisa.
– ¡Regresé! – gritó el señor Park entrando a la tienda, colgué nuevamente el vestido y me acerqué a dónde se encontraba el mayor – ¿Qué hacías? – preguntó al verme.
– Miraba los vestidos, ¿cuánto te debo? – pregunté rápidamente para cambiar de tema mientras observaba los tazones de ramen sobre la mesada.
– Esta vez invito yo, querida, tu solo come que estás muy flaca – agradecí con una sonrisa y una leve reverencia para así comenzar a comer.
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Se hizo de noche y decidí irme a mi casa, con la visita de la realeza no quiero interrumpir como plebeya. Pero al llegar, Tae estaba en la puerta de brazos cruzados y apoyando la espalda al lado de la puerta.
– ¿Tae? ¿qué haces aquí? – lo miré confusa acercándome.
– ¿Está todo bien? ¿no te ví en todo el día? – se acercó colocando sus manos en mis hombros y tenía un brillo en sus ojos de preocupación que nunca ví.
– Si, estoy bien, solo que... necesitaba salir un poco – respondí con una sonrisa.
– ¿Y por qué vienes aquí? –
– No quiero molestar a las visitas, es todo – reí suavemente rascando la parte inferior de mi mejilla izquierda con mi dedo índice.