La cocina quedó completamente vacía, todas se fueron a cumplir sus labores antes del almuerzo, pero yo me quedé ahí, tomando mi tercera taza de té, aún un poco en shock al enterarme que ese chico era el príncipe de China y yo lo traté indebidamente.
– ¿Se puede? – miré hacia la puerta de entrada de la cocina y observé al chico con asombro. Me paré e hice una reverencia en forma de disculpas.
– Pido disculpas por mi mal comportamiento hacia usted, no sabía quién era hasta que mis compañeras me han dicho – hablé para luego enderezarme.
– Oh, no te preocupes – se acercó con una sonrisa – Yo hice un comentario inapropiado, te pido disculpas también – realizó una leve reverencia y me miró directamente a los ojos, logrando captar enseguida un color negro muy profundo en ellos.
– ¿Se le ofrece algo, su alteza? – pregunté rápidamente.
– Me gustaría presentarme como es debido, soy Zhao Kun, príncipe de la monarquía real de China, soy el hijo menor de los reyes Zhao – hizo una breve pausa y me extendió su mano sorprendiéndome – Pero puedes decirme Kun –
Luego de unos segundos pensando en como responder, agarré su mano con firmeza y sonreí levemente.
– Soy Kwang ______, no soy de la realeza ni mucho menos de una familia de clase alta, un gusto príncipe Kun –
– Por favor, solo Kun – insistió con una sonrisa divertida.
– No es correcto dirigirse a un monarca con informalidades – respondí soltando su mano.
– Vamos, me estuvo tratando y hablando de forma informal, y me siento más cómodo de esa manera, insisto en que solo me diga Kun –
Me quedé pensando unos segundos y se le veía en su cara que no se iba a rendir, por lo que solté un leve suspiro y asentí rendida.
– ¿Quiere pedir algo, Kun? –
– Oh, nada en especial, ahora tengo que irme a conocer tu ciudad con el rey Kang, me da mucho gusto poder conocer tu nombre y disculparme, con permiso – hizo una leve reverencia y se retiró repentinamente, dejándome parada con mis ojos un poco abiertos de sorpresa.
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Después de almorzar unos ricos camarones con tomates secos, fui a mí habitación a buscar mi arco y flecha para salir a practicar en la zona de arquería que había cerca de un establo abandonado.
Una vez allí, apunté a un tronco de madera con suma concentración y dejé que la flecha se vaya, rozando la parte superior del objeto. Hace mucho no practicaba arquería, así que era entendible fallar.
Preparé nuevamente mi posición apuntando al mismo tronco, pero cuando estaba por soltar, una flecha se clavó en él y me giré alarmada casi soltando la cuerda. Pero al identificar al príncipe Kun, solté la flecha repentinamente pero, afortunadamente se clavó en la nieve al lado de su pie izquierdo.
– Perdón, no quería asustarte – se acercó un poco sorprendido.
– ¿Sabes el castigo que recibiría si esa flecha se hubiera clavado en ti? – dije enojada, pero después suspiré y lo miré – Discúlpame... realmente me asustaste –
– Es entendible – rió levemente y se acercó – ¿Estás hace mucho aquí? –
– Recién llego – respondí con rapidez tomando nuevamente la concentración para apuntar y disparar, pero fallé nuevamente.
