C A P I T U L O - T R E I N T A

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CAPITULO TREINTA:

Era algo simple que Milan no entendía: No. Me. Gustan. Las. Olimpiadas.

Las dos semanas que tuvimos llenas de concursos que tenían que ver con deportes y hobbies, la pasé un poco aburrida. 

Milan deseaba verme jugar así como y deseaba verlo a él patear un balón. 

Y fue así. Excepto que yo no jugué. 

Los días pasaban y pasaban. Y empezaba a volverse rutinario la verdad. Solo el día del encuentro siete, y nuestro primer mes.

UN ENCUENTRO:

Feliz primer mes :3

Séptimo encuentro;

Día: 19-09-22

Hora: 5pm

Lugar: Conmigo

Nota: El mundo se está acabando y nunca fui a hacer pastelitos con mi amorcito <3

Hicimos un pastel. Y de forma de corazón. Algo súper cursi que aún mis amigas no creen que hice.

Esa tarde fue increíblemente extraña e incómoda, pero al final divertida, creo

— Deberías poner más glaseado — murmuré.

—No, así está bien.

—Entre más glaseado, ¡mejor! —sonreí.

— No me gusta el glaseado. —otra voz habló y solté una grosería por el susto que me dio.

Milan me miró pero no dijo nada.

—Buenas tardes, papá — le saludó.

— Buenas tardes, señor Lee. Disculpe mi reacción. Estaba...

—Ya—. Él asintió —¿Tu madre? —le habló a Milan.

— Aún no llega de la escuela.

—  Y por eso trajiste a tu enamorada. Si que eres listo —se burló en un tono que me pareció totalmente insinuoso a cosas que no eran en definitiva. — Después de todo no eres inocente.

—No, padre, no...

—Señor yo creo que.... —intenté hablar pero me calló de la manera más abrupta que nunca esperé.

— Sírvame un vaso con gaseosa si no es molestia para usted, niña. —me miro a los ojos. Me petrifiqué porque lo dijo de una manera que creí que ya no habían.

Es un machista de mierda ese señor.

— Disculpe... —volví a intentar hablar

— ¿A caso no sabes? ¿Tu madre no te educa para ser buena ama de casa?

—Señor creo que está muy.... —quiso volver a interrumpirme, pero me enfadé. — Está muy equivocado si cree que recibiré ese trato machista y narcisista —me deshice del mandil que tenía de la señora Lee lista para irme, pero Milan me detuvo sin quitar la mirada de su padre.

—Padre, creo que debería disculparse. — le pidió entre dientes.

El señor no me dejó de mirar hasta que Milan habló nuevamente.

—Papá.

—Cuando llegue tu madre me avisas.— contestó cortante

En cuanto se retiró, solté muchísimo aire.

UN ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora