C A P I T U L O - V E I N T I O C H O

19 5 1
                                    

CAPITULO VEINTIOCHO:

Se sentía bien despertar con un estúpido mensaje encantador. De mi enamorado. De Milan.

Y terminar el día enviándonos audios. O en llamadas. A veces pareciera que vernos en la escuela no fuera suficiente para ninguno. Porque él no para de decirme lo linda que soy, o lo "bonita" que me vi en el día. 

Cada vez que alguna persona en especial hombres conocidos o desconocidos, no era algo que me emocionara o hiciera sentir bien, porque había crecido escuchando esas cosas saliendo de la boca de mi padre, o cada vez que venía con algún obsequio. Así que cada vez que un chico intentara impresionarme, no iba a ser la gran cosa para mi.

Pero con Milan es totalmente diferente. 

Me obsequia cosas cada que puede. 

Habían pasado tres semanas desde la vez que me enseñó a usar su skate, y la última vez que salí. 

Mis padres me habían devuelto el celular solo porque ellos salían y necesitaban comunicarse conmigo.

Milan había estado algo confundido del por qué no le daba una explicación sobre que esté faltando el lunes y martes a clases. Al igual que hoy.

Para empezar, lunes y martes he estado entrometida en las situaciones que tuve con Daniel. Estaba yendo al poder judicial, a declarar. Lo hacía con mis padres, una psicóloga escuchando y un policía atento al caso.

Era incómodo que me vieran llorar. Pero soltar lo que recordaba, me hacía sentir bien.

Pero hoy ya no fui al poder judicial, estaba con mis padres y Jacob en el cementerio.

Mi hermana cumplía veintidós años. Hoy 14 de Septiembre.

No tenía idea si estar feliz o triste.

Veintidós años... Y ya estas bajo tres metros. 

«No estamos para tu humor negro, Killary» hasta pude escuchar la voz de mi madre regañarme.

Jacob estaba muy silencioso, mirando la lápida, con el ceño fruncido. 

Parecía un poco descuidado. Pero ya no se veía como hace meses: triste, infeliz. Ahora lo llevaba mejor. 

Por mi parte creo que... Todo estaría bien si no estuviera sola. En una casa tan grande. Con una sala grande. Con dos bicicletas intactas.

Mis padres se habían quebrantado un poco hoy. Aunque no entendía porqué ambos se habían ido a otro lado que no era la lápida de su hijo.

—Iré a buscarlos—dije levantándome del césped.

Jacob asintió sin decir nada.

Caminé en el césped podado, buscando alguna silueta de dos personas.

Cuando los hallé, troté a ellos y ambos se exaltaron al verme

—Cariño— papá habló— ¿Pasó algo?

—¿A quién visitan?—dije curiosa

—A un familiar—mamá habló tomando una bocanada de aire

—Vamos—papá me abraza por los hombros para llevarme.

Mamá se adelanta con rapidez y volteo sobre mi hombro con el ceño fruncido para leer la lápida

"Danna Milay Anderson
24 años
«Esposo, hermanas, hijas y familia presente.»"

¿Quién era?

Llevaba el apellido de mi madre, así que, debe ser su hermana. No tenía idea que una de sus hermanas había fallecido. Y tan joven.

UN ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora