Me arreglé lo mejor que pude a pesar de estar somnolienta tan temprano en la mañana.
Al entrar al salón, busqué a mi compañero, que, por suerte –para mi plan de escape- se encontraba mirando su celular con bostezos tras bostezos; prendiéndome uno también al verle. Camino a pasos rápidos hacia su puesto.
—Bueno días —saludo cortés. Él da un respingo ante mi repentino saludo hacia sí. Yo rio.
—Buenos días, Hillary —me sonríe, apagando la pantalla de su móvil y dejarlo encima de la mesa.
Miro el asiento desocupado a su lado —¿Puedo sentarme? No está ocupado, ¿verdad? —el chico cuyo nombre es Toem asiente.
—No te preocupes, que el que se sienta aquí no le importará. Él viene más dormido que despierto —suelto una risilla.
A los minutos, el salón se llena y en ello llega el responsable de que mi corazón se encoja. Trato al máximo en no verle, sino que mejor me entretengo hablando con Toem sobre el trabajo que tendremos que hacer después de salir de aquí y otras cosas.
Estaba tan centrada en la anécdota suya sobre cómo casi se traga un pajarito entero por hacerse de gracioso y metérselo a la boca, que no me di cuenta sobre los pasos que se dirigían hacia mí. Lo que me asustó fue ver un vaso de café y oír la voz del joven que lo dejaba frente a mí, en la mesa.
—Te traje el café —su voz suena ronca y, por ello, más gruesa. Trago saliva, debatiéndome fuertemente en verle a los ojos o no.
—Gracias —murmuro, levantando lentamente la mirada hacia su rostro –porque mis ganas de verlo no aguantaron la tentación-. Un gesto confuso y serio a la misma vez se reflejaba en su faz. Tal vez preguntándose por qué estaba aquí y no en mi puesto de siempre.
Aparto la mirada, posándola en el café y agarrarlo con mis dos manos hasta llevarlo a mis labios, nerviosa.
Cabe aclarar que aún siento esa corriente de nervios cuando lo veo, a pesar de que mi mente me martille el recuerdo de esa desconocida. Lo escucho suspirar y alejarse para subir las escaleras, sentándose en unos puestos más arriba. Me di cuenta gracias a que Toem lo siguió con la mirada.
—Que tensión. ¿Quién es él? —pregunta curioso, mirándome atento.
Trago la cafeína, soltando el aire lentamente —Un amigo.
Volteo el rostro hacia mi costado, viendo como mi compañero me analiza con sus ojos entrecerrados— ¿Pelearon?
Me encojo de hombros —Estoy enojada con él, pero quiere que le perdone trayéndome café —miento.
Suelta un okey divertido, volviendo a continuar su historia de que casi se traga un pajarito hasta que la presencia de la profesora nos obliga a callarnos.
—Hillary, es muy atrevido y grosero de mi parte pero... ¿Me regalas un poco de café? Estoy que me muero; te lo recompensaré, lo juro.
No le niego porque me parece muy tierno de su parte y, de parte, quiero ver la reacción al probar lo amargo de la bebida. Así que le extiendo el vaso, donde Toem lo recibe con una sonrisa que por poco y me obliga a ponerme unos lentes de sol.
Una sonrisa divertida se dibuja en mi rostro cuando veo a cámara lenta como se lleva el vaso a sus labios, su cabeza cayendo levemente hacia atrás para que la bebida llegue más rápido a su boca. Muerdo mi labio inferior al ver como traga grueso y su gesto se contrae de asco y amargura.
Deja el vaso sobre la mesa mientras tose seguidamente, yo por mi parte, suelto la carcajada donde la callo al instante al ver como la profesora gira a vernos amenazante.
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100 días para conquistarte
Teen FictionSinopsis:: Sus carcajadas, su hermosa sonrisa y sus graciosas locuras, fue lo que llamó tanta la atención de ella. Ese chico chispa y activo de su grupo, logró que el corazón de Hillary revoloteara con tan solo verlo. No es popular ni mucho menos el...