Los días siguieron pasando, de vez en cuando quedaba con Bryce para seguir practicando el ping-pong, que, lastimosamente, no le he podido ganar todavía. Creería yo, que él ha de estar entrenando más para no dejarme ganar, ¿será él astuto? No obstante, he notado mi avance, a comparación con el primer día que agarré una raqueta y golpear la pelotita, hasta ahora, es bastante el cambio que obtengo.
Incluso hemos hecho una partida bastante larga. Harmon, muy contento y orgulloso el tonto, alza el pecho auto-vanagloriándose de ser un buen maestro, un excelente entrenador. Río, para qué negarlo. Pero no acepta que muy pronto será mi turno en ganarle.
Y, al ser la semana parecerse mucho más corta que antes, el cumpleaños de mi padre es apenas en dos días. Ya septiembre se está acabando. ¿A qué horas? Me sorprende cómo cada vez, el tiempo pasa tan rápido.
Mi padre, de nuevo, me escribe preguntándome si no he cancelado el plan de ir y, que si mi amigo va ir siempre. Le escribo que sí, esperando que Bryce me dé una respuesta positiva, pues durante casi estos quince días, no me ha dado una respuesta.
Me da un poco de ansiedad que vaya conmigo a casa y que, allí, mi madre lo bombardee de preguntas incómodas, y más en el cumpleaños de mi progenitor que están mis tres abuelas, la mamá y la abuela de mi padre y, la madre de mi mamá. Esas tres señoras cuando se juntan, hay que tenerles un poco de miedo, pero, sobre todo, hay chisme asegurado; no obstante, son un encanto las tres, para qué negarlo.
Hoy en la universidad me mantuve casi alejada de todo el mundo, centrada en mi labor de estudiar y no prestar atención a nada. Mi única interacción que tuve durante mi horario de estudio, fue con Bryce que me distrajo con una partida de ping-pong, que, como siempre, terminé perdiendo.
—Bryce... —llamo su atención mientras lo veo tragar el agua a pico de botella—, sobre la invitación que te dije, esto... uhm... ¿puedes ir? —pregunto, bastante tímida.
El chico pasa el agua, alejando la botella de su boca— Mañana te aviso. Mi jefe no me ha dado respuesta —anuncia con una sonrisa de labios pegados.
Asiento en silencio— Si no quieres ir, no te preocupes; además, ir a una fiesta de cumpleaños de alguien que no conoces y estar rodeado de gente que es un poco... peculiar, no es muy cómodo —me detengo, siendo así que él detuviese sus pasos a dos pies de mí; voltea a verme.
—Digamos que podré confrontarlo siempre y cuando no te alejes de mí —sonríe coqueto el encanto este. Aguanto las ganas de tragar saliva, pues, la forma en la que lo dijo provocó un fuerte revoleteo en mi corazón. En cambio, suspiro.
—Bien. Como quieras —doy por terminado el asunto, volviendo a andar—. ¿Tienes clase ahora? —asiente. Yo, en cambio, niego. Pero a pesar de que no tenga clases ahora en la tarde, necesito que adelantar un trabajo.
Bryce se va por el pasillo que le corresponde y yo, me dirijo a la biblioteca que está más o menos llena por estudiantes que se funden en la lectura y trabajos de su carrera.
Dejo mi mochila sobre una silla, sacando de ella mi computadora portátil y las guías que la maestra nos dio en clase.
***
Al día siguiente, cuando finalicé la última clase de mi horario, me encontré a Bryce apoyado en la pared en una posición relajada al lado de la puerta de mi salón. Me despido de unas compañeras para ir a él, quien me sonríe, como si estuviese encantado de verme.
—Hasta que sales, puntsuertmied —era de las últimas en salir, sí.
Yo simplemente me encojo de hombros, mostrándole una sonrisilla inocente. Bryce se reincorpora, logrando así que alce levemente la cabeza para verle.
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100 días para conquistarte
Teen FictionSinopsis:: Sus carcajadas, su hermosa sonrisa y sus graciosas locuras, fue lo que llamó tanta la atención de ella. Ese chico chispa y activo de su grupo, logró que el corazón de Hillary revoloteara con tan solo verlo. No es popular ni mucho menos el...