Parte 15

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El camarero nos da las bebidas, las cuales vamos tomándolas mientras caminamos por la calle a la par que conversábamos aún sobre el enamoramiento.

Bryce me dio a entender que le tenía un cierto temor hacia el romance y más estar enamorado profundamente de una persona. No mentiré sobre esa decepción que sentí en mi pecho al saber que se abstenía en querer a alguien.

Mientras le daba vueltas al batido de coco con la pajita, siento como el brazo del chico se posa sobre mis hombros y me hace girar a la dirección contraria a la que íbamos. Confusa alzo la mirada para observar su perfilada mandíbula y su rostro.

Giramos a la derecha — ¿Ha pasado algo? —pregunto mientras elevo el vaso y beber por la pajita.

Él asiente y yo paro en seco; Bryce quita su brazo y mete su mano dentro de su bolsillo. Demora en responder mientras muerde su labio inferior, acto seguido suspira hondo para luego soltar las palabras que tenía retenidas en la punta de su lengua.

—He visto al chico ese que te hace enojar a unos metros —fue sincero. Subo mis cejas y abro mi boca en cierta parte sorprendida. Exhalo.

—Gracias —sonrío encantada.

— ¿Por qué? —pregunta un poco desconcertado.

—Por evitar que nos encontremos —aclaro, volviendo a caminar.

Asiente con movimientos de su cabeza— No me agrada ese tipo, además, no me gusta como te alteras cuando está cerca—me siento conmovida por su atención y del querer evitar otra discusión.

—Que atento eres, Carefree. Muy conmovedor —ensancho mi sonrisa de una manera –ciertamente- coqueta. Las mejillas del más alto se tiñen de un suave color carmesí.

Debo de ser sincera, me fascina ver a Bryce de tal manera, y no quiero parar de molestarlo para verlo así de sonrojado.

El chico muy avergonzado, aparta la mirada y bebe de su zumo con sabor a mandarina.

Después de un rato, él pregunta: — ¿Se conocen desde hace tiempo? —hice memoria a lo que quería decir, en donde a los segundos, sé de lo que habla.

—Lastimosamente —asiento, apretando mis labios en una línea recta.

—¿Enemigos? —vuelve a preguntar, esta vez interesado. En mi caso, sonrío.

—Uhm... algo así.

El castaño me mira de reojo, aguantándose una sonrisa, gracias a que apretó sus labios entre sí y sus ojos se achinaron un poco.

» Suelta lo que tienes retenido —frunce el ceño a mi dirección, un tanto confundido y de par, sorprendido.

Tras un suave suspiro dice lo que había estado aguantando— Es algo un poco... cliché —lo sigo mirando para que continúe y vaya al grano—. Pero, según dicen, que el odio atrae al amor —sin poder evitarlo, una carcajada sale desde el fondo de mi garganta.

Detengo mi caminar hasta que cese el ataque de risa, tras sentir como el dolor en mi abdomen crecía, menguaba las carcajadas cada vez más. Tomo una gran bocanada de aire, para ponerme en silencio por unos segundos después de tragar saliva.

Pero alzar la mirada y ver el rostro del contrario hizo que volviese la risa por esa estupidez que acababa de decir.

— Es lo más tonto que he oído en mi vida. Eso jamás pasará, Carefree.

— Ya. Pero no puedes asegurarlo, el destino puede...

— No hay ningún destino en este caso, chico.

100 días para conquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora