Parte 20

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Entre clases, tutorías y juegos entre Bryce y yo con el ping-pong; los parciales a mitad de semestre llegan, y, en ello, mi estrés.

En medio de la biblioteca, me encontraba jalándome los pelos por no retener la teoría sobre la contabilidad. Quiero gritar de la frustración, golpear algo o lo que sea para descargar la ira que siento conmigo misma por no retener algo tan simple como aquello. Eso lo vi en el primer semestre, pero como mi mente juega a mi contra, se le olvida algo tan sencillo.

Una silla es arrastrada y alzo la mirada, amenazante; no obstante, miro con confusión al chico cuyo rostro tiene una sonrisa de labios cerrados, extendiéndome un termo con algo dentro.

—Prometo que te ayudará —comenta con timbre de voz suave pero seguro.

No muy convencida, agarro el termo y bebo de él. Al pasar, sonrío fascinada. Miré a Bryce quien sacaba unos libros de su mochila, poniéndolos sobre la mesa. Alza la mirada para verme con una sonrisa segura.

—Eres el mejor, Carefree —le agradezco antes de llevar el termo a mis labios y beber de nuevo del jugo con ese sabor riquísimo que me trajo tranquilidad, amortiguando la frustración de mi cuerpo.

—No hay de qué. Supuse que tal ver esa bebida te ayudaría.

—Supusiste bien —lamo mis labios, quitando el resto del zumo de mora en leche—. ¿Lo hiciste tú?

—Lastimosamente no —sincera. No obstante, me alegra demasiado que a pesar de no haberlo hecho él mismo, haya pensado que este zumo me ayudaría. Y cuánta razón tuvo.

Dejo a un lado el teterin y me concentro en mis apuntes, ya mucho más calmada. Voy anotando en una hoja aparte lo más importante, teniéndolo en cuenta que tal vez aquello saldría en el próximo examen que será dentro de dos días.

Bryce por su parte, estuvo demasiado callada, centrándose en sus estudios; fue tanta la concentración que obtuvo que ni levantó la mirada de estos. Resaltando y apuntando a parte las cosas que le parecían bastante importantes, tal y como lo hacía yo.

No obstante, a pesar de yo haber estado con lo mío, de vez en cuando levantaba la mirada, observando el rostro del chico que logra acelerar los latidos de mi corazón. Se ve tan lindo concentrado.

Estaba tan centrada en él, detallando su faz detenidamente que me ahogué con el zumo cuando este levanta la mirada tan de repente, pillándome con los ojos puestos en su cuerpo.

Me mira confundido cuando paree de toser, siendo reprendida por varios alumnos por haber interrumpido el silencio. Los miro avergonzada y más, al joven que cambia su gesto a uno burlón.

Trago saliva en seco, intentando al máximo en no mostrarle mi rostro sonrojado. No obstante, mis ojos se abren de más y mi aliento se retiene en mis pulmones cuando su dedo pulgar acaricia un poco más debajo de mi labio inferior.

Lo miro con el sonrojo más carmesí y con mi pecho que temo que él escuche los fuertes latidos de mi corazón.

—Tenías gotas del zumo —aclara, mirando el pulgar mojado; pensé que lo limpiaría con un trapo o en su pantalón o lo que sea, pero no, lo lamió.

Por poco y me desmayo cuando esa sonrisa coqueta-encantadora-enamoradiza se dibuja en su masculino rostro. Trago saliva en seco.

Aparto la mirada de la suya, para concentrarme -o ese creí- en los apuntes de mi cuaderno, que irónicamente, no entendí en este preciso momento.

Bryce suelta una suave risa, desviando su atención ahora a sus apuntes. Ya era hora.

Con el pasar de las horas, me doy cuenta lo tarde que es y lo poco que retuve por solo tener al chico que tanto me hace sonrojar al frente, aún con tal escena en mi memoria que no me dejó centrarme en lo que debía de haber estado haciendo.

100 días para conquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora