Parte 29

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Al salir el sol y sonar mi alarma; me despierto en un brinco, asustada por el repentino sonido. Gruño, tapándome la cabeza con la sábana después de detener la alarma. Me he trasnochado ciento de veces, sabiendo que el día siguiente tendría clases a horas tempranas; pero el trasnocho de anoche es diferente.

No obstante, deseando no ir y rogando a que las vacaciones volviesen con rapidez, tengo que ir a clase en contra de mi voluntad, es por ello que ahora me encuentro bajo la ducha después de apagar de nuevo la alarma que se pospuso hace cinco minutos sin darme cuenta.

Bostezo tras bostezo, llego a mi salón con diez minutos de retraso, siendo reprendida por la fulminante mirada del profesor e intimidada por la atención de todos los compañeros presente. Camino con pasos rápidos a un puesto libre, estando perdida en casi todo el resto de clase por haber llegado tarde.

Una compañera, muy amable, me prestó sus apuntes.

—Eh, Milton —saludo al moreno una vez estuve a su lado. El mencionado me sonríe, contento.

—Se nota que no has dormido mucho —dice al verme tapar el bostezo con la palma de mi mano y sentir mis ojos aguarse.

—En efecto, amigo —digo, sentándome a su lado. Miro a los costados, notando la ausencia de Bryce.

—No vino y creo que no vendrá dentro de una semana —frunzo el entrecejo—. Verás, Hilly, Bryce a duras penas me dijo que solo tenía una amistad en el hospital y ya. No me quiso decir lo que le sucedió, dice que no es tan grave, pero no le creo —me desconcertó aquello. ¿Por qué Bryce tuvo que mentir? Acaso... ¿no confía en sus amigos como para decirle que tenía alguien cercano en el hospital accidentado y con una enfermedad mortal? ¿O no quiere ganarse las miradas y las acciones de pena de sus amigos?

Si él no se lo dijo, no tengo derecho de desenmascararlo y decirle qué pasa en verdad. Tendrá sus razones para ocultárselos por más egoísta que sea.

—¿Dónde estará?

Él suspira— En el hospital, es lo más posible. Tal vez espere a que las visitas de su amistad sean abiertas, no lo sé. Me molesta que no me diga nada en este tipo de situaciones, me molesta que no nos diga nada y todo se lo guarde para sí —vuelve a suspirar, decaído, mirando a la nada—. Soy su mejor amigo, me cuenta muchas cosas, pero cuando se trata de problemas que no puede aguantar, se los traga y no pide ayuda —voltea a mirarme.

» Bryce es demasiado reservado, tiene problemas familiares que lo han obligado a llorar; pero no quiere decirle a los demás que es lo que realmente pasa para poder ayudarle correctamente —baja la cabeza, demasiado triste. Muerdo mi labio al saber esta noticia que no tenía ni idea.

—¿Sus padres pelean mucho?

Milton sonríe decaído, negando— Ellos no, pero con su hijo sí. Bryce está solo en esta ciudad, omitiendo que tiene amigos.

Me sentí fatal, sintiendo el dolor instalarse en mi pecho; entendiendo a la perfección ese sentimiento de soledad en una ciudad donde no se encuentra ni siquiera un primo lejano. Pero, imaginarme el hecho de que tal vez tiene mal relación con sus progenitores, la soledad ha de sentirse al máximo esplendor; ahora, tal sentimiento sumado con el accidente y la enfermedad de esa amistad suya ha de sentirse de lo peor. Entendiendo su alejamiento.

A los minutos, el resto de amigos del moreno llegan a la banca donde nos encontramos sentados. Siendo yo una integrante más gracias a que Taniel se sentó a mi lado, impidiendo con su brazo apoyado en mi hombro izquierdo levantarme e irme, no obstante, fueron muy ingeniosos en integrarme a la conversación y demás.

En el resto de mi horario la pasé en la nube, pensando en Bryce y sus problemas internos, en esos líos que no logramos hallar una solución. Suelto un suspiro, cerrando mis ojos por unos segundos.

100 días para conquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora