Capítulo 2

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El taxi que pago aquel desconocido, me dejo frente a mi edificio. Tome las bolsas de las compras y me dirigí al ascensor. Las mire aun sin creérmelo. ¿Por qué rayos había pagado? Lo que me recordó que tenía que llamar a alguien para que arreglara el asunto de las tarjetas. ¡Ulises!

Entre al departamento y coloque las bolsas sobre la mesa. Tome una botella de agua y retire la tapa. Busque dentro de mi bolso, mi móvil y marque.

― ¿Por qué  no puedo usar mis tarjetas de crédito? ―Pregunto sin molestarme en saludarlo.

― ¿Señorita Jenny?

― ¡Ulises! Mi madre aseguro que te encargarías de eso...

―Lo siento. Hubo un problema con el banco y no pude pagar el saldo anterior, por eso no pudo utilizarla.

― ¿Qué? ―Me pasó la mano por el cabello. No tiene sentido discutir con él.

―De verdad...

―Olvídalo. Solo arréglalo para antes de las 6 de la tarde. Y que no se repita ―Cuelgo sin esperar su respuesta.

Camino hacia mi habitación. Descombro la cama que esta llena de ropa y demás cosas que bote la noche anterior antes de salir. Tengo que poner orden, pero justo ahora es lo que menos me apetece. Dejo el móvil sobre el buró y me tumbo en la cama. Muero de sueño, no he podido dormir casi nada y el asunto de las compras y la aparición del tipo extraño me han dejado agotada. Cierro los ojos y dejo que mi cuerpo se relaje.

Estoy de pie junto a la escalera de la casa de mis padres. Puedo escuchar la música afuera, en el jardín donde se realiza la fiesta. Es mi fiesta de compromiso y estoy que no cabo de la emoción. Llevo puesto un vestido rosa pálido sin mangas que llega hasta mis rodillas. Me gusta la caída de la tela sobre mi cuerpo y el aspecto que me da. Sonrió ante mi perfecta imagen que se proyecta en el enorme espejo de descansa sobre la pared de enfrente. Pero algo que se mueve en una de las esquinas, de la parte superior del espejo y llama mi atención. Me giro y me alejo de la escalera, camino hasta la puerta que da directo al despecho de mi padre. Es de ahí de donde proviene esa imagen. La puerta está entre abierta y antes de llegar, veo claramente lo que se movía en el espejo. Es él, reconozco su silueta y el traje que lleva puesto. Estoy congelada ante la horrible imagen que contemplo. Sé que debería irme, sé que no quiero seguir mirando, pero no puedo. Sigo observando a mi prometido con una mujer manteniendo relaciones...

Ahogo un grito y abro los ojos de golpe. Sigo tirada sobre la cama. Estoy sudando a mares y jadeo pesadamente. Me quito el pelo del rostro y salto de la cama. ¡Estúpidos sueños! ¿Por qué han regresado? Voy hasta la cocina y tomo una botella de vino. La abro y me la empino. Odio cuando estoy sobria, odio pensar, porque siempre él aparecer de nuevo y todo el dolor también.

Rebusco entre mis bolsas y consigo algo de dinero. No podre esperar hasta las 6, necesito un pase o algo fuerte. Me cambio y medio maquillo. Mientras salgo del departamento, tecleo un mensaje de texto a mis amigos. Son poco más de las 5, espero que no tengan nada mejor que hacer y que se unan a mí. Sin esperar respuesta, meto el móvil en la bolsa de mi gabardina y empiezo a caminar por la calle. Llego un vestido corto, que tiene un enorme escote que se prolonga casi hasta la mitad de mi estómago, me queda por encima de la mitad de las piernas. Por lo que robo varias miradas a mi paso. Sonrió para mis adentros y sigo sin prestarles atención.

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