Esbozo una sonrisa burlona. Este tipo está más pirado que una cabra. ¿Qué rayos le pasa?
― ¿De verdad crees que esto me cambiará? ―Pregunto con ironía.
―Quiero que veas algo.
―Debes estar de broma. Yo no necesito este tipo de cosas ―Aseguro retrocediendo, pero me sujeta del brazo.
―Solo entra un momento ―Resoplo y lo miro unos segundos― Por favor.
Bueno ¿Qué podría hacerme entrar? Me libero de su mano y avanzó hacia la entrada.
―Eres un loco acosador muy extraño ―Murmuró. Empujo enorme puerta de roble e ingreso.
El interior parece desierto, hay poca luz, muchas bancas de madera y olor a incienso. Mientras avanzo, mis pisadas resuenan sobre la superficie de mármol. Entonces veo una enorme cruz pendiendo de la pared del fondo, ahí la figura de Jesús. Me detengo y lo observo unos segundos. Siempre solía asistir a misa los domingos, con mis padres, con él... pero mi fe se disolvió después de lo ocurrido. Justo ahora no estoy segura de poder creer en algo.
―En términos generales, yo sería una especie de pecadora muy grave ―Me mofo.
―No estamos aquí por tus pecados ―Me corta con tono severo. Lo miro y compruebo que su rostro muestra una expresión de reproche.
― ¿Min? ―Miro hacia la derecha. Por una pequeña puerta, aparece un hombre con sonata. Es joven, de tez blanca y cabello negro, parece ser asiático como Min. Lo que más capta mi atención, es lo guapo que es. Sin duda, demasiado desperdicio.
―Jae ―Contesta Min acercándose a él y saludándolo. Vuelco toda mi atención hacia el sacerdote y me percato de que intercambian un par de frases en voz baja. Pongo los ojos en blanco y niego. No sé de qué va todo este jueguito, pero ya me canse.
― ¿Qué era lo que querías que viera? ―Pregunto acercándome a ellos― ¿A tu amigo? ―Digo intentando tocarlo, pero Min me bloquea el paso.
―No ―Contesta fulminándome con la mirada. Suelto una risa al ver su expresión.
― ¿Entonces?
―Síganme ―Dice el sacerdote.
―Adonde quieras guapo ―Provoco a Min, quien niega y me toma del brazo, con gesto posesivo. Se ha tomado muy en serio su papel.
―Oye, no te traje para que intentes coquetear con él ―Susurra en mi oído. Sonrió divertida y me encojo de hombros.
―Dijiste que querías que viera algo. Y él esta...
― ¡Jenny!
Salimos a la parte trasera y entramos a un pequeño edificio, donde hay muchas personas en torno a un hombre que parece darles un discurso.
― ¿Qué es esto? ―Inquiero deteniéndome.
―Un grupo de alcohólicos ―Estoy pasmada. ¿Grupo de alcohólicos?
―Yo...
―Solo un momento ―Me suplica abrazándome por detrás, cosa que me distrae― Solo escucha un poco ―Niego confusa. Pero no puedo librarme de sus fuertes brazos y puesto que varios pares de ojos se han posado sobre mí, no tengo otra opción que quedarme inmóvil, a la espera de que sigan mirando al sujeto que les habla.
―Eres un idiota ―Le susurro a Min, quien me besa el hombro.
―Por favor ―No puedo creer que esté haciendo esto y que me deje manipular por este tonto.
Definitivamente tengo que ganar esa estúpida apuesta o de lo contrario, no sé a qué lugares sería capaz de llevarme en una semana. Quizás un convento o monasterio.
El hombre habla de su adicción a las drogas, como perdió a su familia, los problemas que tuvo a raíz de su adicción y todos los horrores que hizo para satisfacer su vicio. Son cosas bastante fuertes, pero a diferencia de él, yo no necesito robar o hacer algo más para conseguir dinero. En realidad, gastar dinero es un medio para fastidiar a mis padres. Porque sería sencillo usar mi cuerpo para conseguirlas, pero deseo gastar lo más que pueda.
― ¿Qué te pareció? ―Pregunta mientras regresamos al auto. Pongo los ojos en blanco y subo al auto― ¿No dices nada?
―No soy una adicta. Así que deja de fastidiarme. Llévame a mi casa.
―Como quieras.
Viajamos en silencio. Mi mente rememora las palabras de aquel desconocido. ¿Una nueva oportunidad de vida? Que le den. La vida apesta y no quiero una nueva, solo quiero que termine. Aun cuando no me atreva a ponerle fin, sé que no tardare mucho en lograrlo.
― ¿Qué harás hoy? ―Pregunta cuando abro la puerta.
― ¿Piensas seguir vigilándome?
―Si.
―Iré al bar con mis amigos ―Niega con una mueca de disgusto― ¿Qué? ¿Ahora también me dirás que tengo que hacer? Te recuerdo que eso es solo si ganas...
―Lo hare.
―No. No ganaras. Voy a ganar y tú me dejaras en paz de una buena vez. Puedes venir y espiarme, haz lo que quieras ―Salgo del auto y cierro la puerta.
―Te veo ahí ―Grita desde el interior. Hago un gesto con desdén sin mirarlo y entro el edificio. Que tipo tan molesto. Nunca debí aceptar esa apuesta.
Llego al bar casi sobre las 7, menos más tiempo pueda perder, mejor. Saludo a los chicos que están ocupando una mesa y que me miran como si en realidad les diera gusto verme.
― ¿Dónde te habías metido? ―Pregunta Mateo. Me encojo de hombros.
―Por ahí.
―Qué mala ―Se queja Lore y me pasa un vaso― Toma.
― ¿A qué hora es la fiesta? ―Inquiero intentando desviar su atención.
―A las 10 empieza lo bueno ―Explica Sasha. Asiento y me llevo el vaso a los labios. Finjo beber y camino hacia la pista.
―Entonces divirtámonos ―Me pierdo entre la multitud de cuerpos que bailan al compás de la música. Encuentro un bote de basura y vierto el contenido de mi vaso. No puedo decirles que no beberé por la apuesta, así que solo necesito fingir un rato y lo habré logrado.
Regreso a la mesa y sin perder tiempo, Mateo me sirve otro trago sin perder tiempo. Espero a que se distraigan y esta vez lleno sus vasos con la bebida del mío. Parece que ninguno se percata de mi mentira. Tomo otro vaso y regreso a la pista.
Me paseo por el bar, dando tumbos, mientras intento parecer borracha. Cualquier otra noche, a esta hora lo estaría, razón por la que mis acompañantes no se molestan en intentar ir tras de mí. Saben cómo soy.
Los minutos pasan, no veo por ninguna parte al tipo, pero sé que debe estar observándome desde algún rincón. De pronto una mano me sujeta de la muñeca y sin verlo aún, sé que es él. Su tacto me resulta por demás familiar. Busco su rostro y descubro que me mira totalmente molesto, sonrió y arrojo una bocanada de aire sobre su cara.
―Estoy sobria ―Canturreo satisfecha ante lo perplejo que parece. Rio divertida. Miro el reloj que cuelga sobre la barra― Creo que perdiste ―Anuncio al ver que solo restan unos minutos para las 8 y que aún sigo completamente cuerda.
―Te equivocas ―Su expresión cambia de pronto. No parece sorprendido, ni molesto. ¿Feliz¡ ¿Qué rayos?
― ¿Qué? ―Esboza una ligera sonrisa y niega.
―Gane ―Me toma de los hombros y me hace girar hacia las mesas. Entonces veo a los chicos...
Me quedo a cuadros al descubrir lo que hacen mientras creen que no los observo. Mateo sostiene mi bolso, saca mi cartera y comienza a repartir mi dinero a Sasha y Lore. ¡No puedo creerlo!
dicta

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Adicta
Storie breviLa vida de Jenni se resume en unas cuantas palabras: "Sexo, alcohol y drogas". Todo con el fin de no recordar su pasado, a quienes la traicionaron y lastimaron. Pero la aparición de un desconocido que insiste en sacarla de sus vicios, traerá de reg...